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Capítulo Veintitrés. 

Un sentimiento mutuo. 


Una explosión tras otra, coloreando el cielo nocturno de tantos colores brillantes, formando figuras de todo tipo e iluminando a la perfección, la unión de dos pares de labios que encajaban casi a la perfección.

Izuku se encontraba paralizado, no hace mucho que estaba admirando la vista desde aquella altura, sólo volteó un instante y se encontraba en aquella situación que no sabía cómo clasificarla. Su corazón palpitaba tan ferozmente y su rostro ardía cual volcán, quería moverse para obtener una respuesta y a su vez no, abrazarse hacia el más alto y corresponderle, pero la sorpresa era tan grande que no conseguía tan siquiera moverse de su lugar.

Por otro lado, Katsuki se encontraba agitado, sabía que lo que estaba haciendo era una tontería, ¿Cómo se lo tomaría Izuku después? Pero a pesar de ello, mandó al carajo las consecuencias que podría traer el haberse dejado llevar por sus impulsos y disfrutaría del momento.

Alzó sus manos y apretujó las mejillas del pecoso, profundizando más el beso. Involuntariamente dio unos pasos hacia adelante, obligando al ángel a que retrocediera y cuando ya no pudo avanzar más, lo acorraló entre la pared del vagón.

Movía inexpertamente sus labios sobre los contrarios, buscando la manera de transmitir todo su sentir a través de ello. Sus manos sudaban un poco y estaban algo inquietas, pues apretaban más las pecosas mejillas del otro, causándole un quejido de incomodidad, al escucharlo decidió bajarlas y sujetar firmemente su cintura, para que no se le fuese a escapar.

Mediante los segundos pasaban, el beso era más suave y fluido. Katsuki de vez en cuando dejaba sus labios para tomar algún respiro y continuar, impidiendo que el ángel cuestionara sus acciones, pero tampoco era como si quiera que parara.

Sus labios eran tan suaves, tan adictivos, le encantaba la electrizante sensación que recorría todo su cuerpo cuando los besaba o tan siquiera rozaba, ¿Cómo es que antes no se había percatado de lo perfectos que eran? Claro, porque era un estúpido y no se había tomado la molestia de sentirlos a mejor detalle, era sensacional el besarlos, fue hace bastantes semanas que fue la última vez que los besó, para transformarlo de gato a un humano.

Y fue allí donde se percató de su gran y estúpido descuido.

Abrió por completo sus ojos, separándose bruscamente del pecoso y mirando delante suyo, esperando que la nube de humo apareciera y pocos segundos después, encontrara el montón de ropa y entre ella, a un felino de pelaje verdoso.

Pero grande fue su sorpresa al encontrar a un Izuku totalmente ruborizando, su cuerpo temblando, con los labios algo hinchados y separados, inhalando aire con velocidad por éstos y con la mirada fijada en el rubio, donde pedía a través de ella, el porque de sus acciones.

—Pero qué...

—¡U-uwah! ¡T-t-t-tú me besaste! Y... Y... –Tartamudeó mientras con su brazo derecho intenta ocultar su rostro completamente ruborizado. Llevó sus manos a sus mejillas, tocándolas y viendo cómo estas se encontraban completamente calientes, suponiendo que estaba muy sonrojado.

Pero cuando estuvo a punto de decir algo más, notó que no había sufrido ningún cambio a pesar de que había recibido un beso. Tocó su cuerpo reafirmando que seguía siendo un humano y no tenía un pelaje peludo en tonalidades verdes. Alzó su rostro para mirar al rubio quien estaba igual o más sorprendido que él, ya habían pasado un par de minutos desde que Katsuki había besado al pecoso y en aquel transcurso de tiempo tuvo que haberse transformado.

Enséñame a no estar solo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora