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Capítulo nueve.
Preocupación.





Aquel día donde le había dado el baño a Izuku pasó muy lento, Katsuki siempre evitó estar mucho tiempo con él, mantenía su distancia de éste, pues por una extraña razón cuando lo veía, recordaba aquel incómodo sonido que salió de los labios del peliverde, alterando todo en su cuerpo.

Por suerte, para los días siguientes aquel tema se calmó, pues sólo bastó dormir cómodamente para olvidarlo, además, ya no había motivos para volver a repetir la misma escena, si era necesario volver a bañarlo, el pecoso ya sabía cómo, sólo le daría el molesto beso para que él mismo se encargara de lo demás.

Pero, con lo que no contaba era que aquel jadeo no fuese el problema, por supuesto que no lo era.

Sino el molesto apodo que le había puesto.

Hora tras hora, día tras día, lo llamaba por el nombre de Kacchan, pronunciándolo de una manera tan dulce y alegre, como si disfrutara llamarlo así, llegando al punto donde Katsuki entraba en pánico con las emociones que lo ahogaban en ocasiones.

Como por ejemplo ese.

Una tarde cualquiera, como siempre, Bakugou se encontraba realizando sus respectivos labores del instituto, intentando ignorar la molesta voz del gato.

—Kac-chan~ -Canturreó por puro gusto Izuku desde la cama del mayor, intentando llamar su atención por octava vez en la hora.

—¡¿Qué quieres jodido animal?! –Volteó en dirección a donde éste estaba, esperando poner fin a la insistencia del gato, pues desde hace unos minutos que no lograba concentrarse en su trabajo.

Izuku no dijo nada, parpadeó un par de veces para luego ladear la cabeza hacia un lado, moviendo suavemente la cola al igual que las orejas, fijando su mirada verdosa en el joven.

El rostro del mayor se ruborizó, al igual que había titubeado por sólo esa acción. La imagen del felino le pareció algo tan tierno, cosa que le hizo maldecir internamente. Cuando Izuku lo vio, soltó una risita divertido, pues había conseguido su objetivo, pues, fue hace unos días cuando notó que si le llamaba por el apodo, el rostro de éste se ruborizaba de una manera algo graciosa para el felino.

—¡ESTÚPIDO GATO DE MIERDA! ¡LÁRGATE DE AQUÍ Y DÉJAME DE ESTAR FASTIDIADO, IMBÉCIL! –Gritó eufórico mientras tomaba un libro y se lo aventaba, afortunadamente el felino logró esquivarlo, bajándose cuanto antes de la cama y escondiéndose debajo de ésta.

Katsuki soltó un bufido y retomó su actividad, esperaba que con aquel grito hubiese calmado un poco las cosas, por lo menos lo suficiente para que terminara de realizar las actividades. Deku asomó la cabeza para mirar si era seguro salir y parece que si lo era, pero por ahora no lo haría, simplemente observó al mayor desde su lugar, notando como incluso sus orejas estaban sonrojadas.

El gato sonrió mientras meneaba su cola, era verdad que era riesgoso molestar al mayor, pero ver ese rostro de vergüenza le hacia sentir un gran satisfacción, así que el riesgo valía la pena.

—¡Kacchan!

—¡ARGH! –Y otra vez tomó todo a su alcance para aventárselo al gato. Puede que jamás se pudiese acostumbrar a aquel tonto nombre.

Las cosas se calmaron un poco cuando Katsuki saco (literalmente) a patadas al gato de su habitación, sintiendo por fin paz y silencio, lo suficiente como para terminar con su tarea, era sólo unas cuantas cosas, así que estando en ese estado por unos cuantos minutos debería de ser más que suficiente.

Enséñame a no estar solo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora