Perfect (NOVEDADES EN LA ÚLTIMA PARTE PUBLICADA)

Capítulo 9

Capítulo 9

Narra Blaine

Sábado

12.00hs

Luego de recibir la respuesta de Kurt salí de casa. Tenía ganas de caminar, estirar las piernas, respirar aire fresco. No había viento pero una suave brisa hacía chocar las hojas de los árboles formando un tintineo que llegaba a mis oídos como una hermosa melodía.

Llegué al parque un rato antes de lo que debería. Visualicé una banca vacía pero preferí sacarme la chaqueta y utilizarla de manta para sentarme sobre el pasto, después de todo, no hacía frío. Cerré mis ojos e inspiré profundo, purificando mis pulmones con oxígeno limpio y un mix de aromas de las plantas y flores del lugar.

Pocas veces lograba relajarme como en ese momento, casi siempre vivía a las corridas entre mi empleo y los shows que conseguía, y mi tiempo libre era invadido por Sam, Brittany, Tina y Artie.

Abrí mis ojos y me encontré con un niño que jugaba con otro un poco mayor. Pateaban una pelota entre ellos hasta que el más grande comenzó a perseguirlo para tirarlo al suelo en un ataque de risas. Me recordaron a Coop y se me quiso escapar una lágrima. Extrañaba tanto a mi hermano. No lo veía desde mis 16 años, cuando él se fue a Europa.

Cuando éramos pequeños Cooper representaba mi guía, mi ejemplo a seguir. Era mi superhéroe, lo admiraba y quería ser cómo él.

Una voz detrás de mí me sorprendió y me sacó de la nube de memorias en la que me había metido. Kurt se sentó a mi lado y sonrió.

―Hay bancos vacíos si quieres ir.

Se acercó para saludarme. Estuve a punto de rozar sus labios, pero él corrió su rostro y sólo conseguí un extraño beso en la mejilla. Lo miré raro, el jueves anterior casi lo vi desnudo y de pronto me negaba su boca.

―Me gusta estar en contacto con la naturaleza ―dije haciéndole un lugar sobre la chaqueta para que no se siente directamente sobre el pasto. Kurt aceptó el gesto agradecido―. Pero si quieres, podemos ir a uno.

―¿Puedo contarte algo? No se lo he dicho a nadie porque me parece infantil, pero tú me inspiras confianza.

Su comentario me alegró. Kurt provocaba lo mismo en mí, sentía que podía contarle cualquier cosa aunque casi no lo conocía.

―Dime...

Me miró y luego tomó sus botas desatando los cordones, se deshizo de sus calcetines y apoyó la planta de sus pies en el césped verde. Tiró su cabeza hacia atrás disfrutando lo que hacía y, cuando recordó que yo estaba en su compañía, observó mi reacción.

Copié lo que Kurt hizo y también me dispuse a saborear esa sensación.

―Siempre que estoy en un lugar así, solo conmigo mismo, me gusta sentir el pasto y la tierra bajo mis pies. Me conecta con mi pasado y así recuerdo quién soy. Me lleva a mis raíces...

Yo lo escuchaba admirando el valor que le daba a una actividad tan simple y cómo encontraba en ella tanta paz. Lograba transmitirme sus sentimientos y entonces yo también conseguí acoplarme a ese momento, en ese instante.

―Mi madre me lo enseñó a hacerlo mientras esperábamos que mi papá llegara del trabajo... Desde que falleció, no lo he compartido con nadie más ―confesó, y se percató de mi mirada insistente―. Sé que es estúpido, pero me recuerda a ella...

―No es estúpido. Es lo más sensible y hermoso que he escuchado decir a alguien.

El silencio nos invadió unos segundos.