Memorias de un muñeco.

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Capítulo 1.

Dib entró corriendo a su habitación, estaba huyendo de algo o de alguien para ser más específicos. Cerró la puerta con llave y después coloco todo lo que pudo para reforzar la resistencia, definitivamente el miedo se le notaba en la cara.

Tomó una mochila para llenarla con cosas que necesitaría, entre ellas ropa, algunos viejos aparatos y artefactos que sólo él sabía para que se utilizaran. Sin una pizca de duda saltó por la ventana comenzando a correr entre las oscuras calles de esa ciudad sin nombre, el pánico se reflejaba en su rostro, no se dejaría atrapar, no entraría a esos laboratorios de nuevo, no después de todo lo que le hicieron.

Nunca paso por su cabeza la idea de que su padre lo encerrara para hacerle pruebas, eso no lo tenía previsto.

Su paranoia aumentó cuando algunas patrullas circulaban buscándolo, Dib se movió entre los oscuros callejones dirigiéndose a un lugar en específico, sí, la tan conocida casa de su enemigo, pero... ¿Por qué se dirigiría ahí? No tenía ningún sentido.

Corrió hasta llegar a su objetivo, sin miedo se aventuró a cruzar el jardín del alíen, no se preocupó por los gnomos pues estos estaban arrumbados en una esquina, ya desactivados desde hace años.

Entró corriendo en la casa, para encontrarse con Gir o con Zim, los cuales seguramente estarían sentados viendo el televisor... pero su sorpresa fue entrar y no ver a nadie, solamente enormes y pesadas capas de polvo en el suelo y los muebles.

La casa, o base, parecía estar abandona desde hace años, lo cual Dib se negó a aceptar, el alíen no pudo haberse ido así nada más, eso simplemente no podía ser cierto.

Dib buscó en el siguiente lugar donde Zim podría estar: su laboratorio. Y con toda la desgana y asco del mundo, se lanzó a ese horrible retrete, el cual desprendía un olor horrible como si de verdad fuera usado.

Cuando aterrizo en el suelo, sólo vio oscuridad, una oscuridad abrumadora digna del abandono, el humano cubrió su nariz y boca con su mano, no tenía puestos sus lentes por lo que su visión era limitada, lo único que alcanzo a ver fue una luz resplandeciente provenir de alguna habitación, así que opto por seguirla y en el proceso pudo llegar a observar como las enormes telarañas decoraban el lugar, se notaba la suciedad a lo lejos, lo cual era raro pues Zim presentaba leves síntomas de Misofobia.

– ¡Ya te dije que no! –Se escuchó esa voz que tanto alegro al humano –Si haces eso el radiador explotara, debes usar el cilindro cuatro para que no explote –estaba hablando de algo que el humano no lograba entender, pues mientras lo decía se notaba que estaba masticando algo espeso, parecía chicle.

Cuando logro visualizar bien la escena se dio cuenta que Zim estaba sentado en el suelo, rodeado de cojines y mucha comida que no sabría identificar, no estaba usando su uniforme si no una tira hueso blanca y unos shorts cafés, y traía auriculares, por donde sus antenas se metían para poder escuchar bien. Y frente a él una enorme televisión con varias teles portátiles a su alrededor, debido a su vista no pudo ver bien de que trataba.

Las antenas del invasor se levantaron al detectar sonido, se movían como lo hacían las orejas de un gato, un gesto que siempre le pareció adorable el amante de lo paranormal.

Su cabeza fue volteando lentamente, dejando a la vista esos grandes ojos color magenta, que miraban atentos al individuo parado a unos pasos de él. Zim había dado un enorme estirón por causa de la diferencia de gravedades entre su mundo y este, ahora parecía un adolescente larguirucho y un poco desnutrido, debido a su anatomía pues este alíen comía más que cualquier humano.

Entre los delgados dedos del de piel verde podemos observar un enorme bote con algo que parecía ser helado, o eso queremos creer, el alíen sostuvo la cuchara en el aire donde estaba a escasos centímetros de introducirse en su boca. Zim alejo la cuchara depositándola de nuevo en el supuesto recipiente de helado, para proseguir a dejar el recipiente en el suelo.

–Ralph, te hablo después –dijo sin quitar la mirada del humano, quien se encontraba alterado por la anterior persecución para no volver al laboratorio de su padre. Zim presiono un botón de uno de los muchos teclados que había frente a él y se levantó con cuidado, todo eso sin retirar la mirada del ser a base de carbono.

–Escucha, no quiero problemas, ¿Okey? Ya deje todo eso en el pasado, las muertes y toda esa locura, estoy viviendo una buena vida –decía el ser extraterrestre, confundiendo a Dib, hablaba como un adolescente que no quería problemas, levantaba sus manos en señal de paz.

– ¿De qué rayos estás hablando, Zim? –Habló por fin nuestro protagonista dejando sus cosas en el suelo y caminando directo hacia el alíen, el cual no se movió ni se puso en estado de alerta, ni siquiera cuando el humano lo abrazo con todas sus fuerzas, ahora eran de la misma altura, aunque por escasos cinco centímetros el humano ganaba.

– ¿No estás aquí para aniquilarme? –Preguntó ahora confundido el de ojos magenta.

– ¿Aniquilarte? ¿Por qué haría eso? Somos novios tontito –mostró una sonrisa al irken quien no podía estar más confundido.

–Espera... ¡¿Qué?! –El de delgada figura se soltó de los brazos que lo apresaban y retrocedió un paso –Dib... ¿Acaso de golpeaste la cabeza?

–Zim, no entiendo nada de lo que está pasando. Desperté en un lugar extraño, mi padre estaba ahí pero había tubos conectados a mí, entre en pánico y corrí, no sabía lo que estaba pasando pero era seguro que nada bueno, ¡Por eso pensé en venir! Para que me dieras respuestas –la voz preocupada del de ojos dorados mostraba sinceridad.

–Ahora estoy yo confundido. Dib... ¿Qué es lo último que recuerdas?

–No estoy seguro, hace unos días fuimos a comer una nieve recuerdo que golpeaste a un niño por arrojarte su helado encima y que yo fui golpeado por su madre... después de eso desperté en los laboratorios de papá y hui.

Los ojos del irken se abrieron tan rápido que daba miedo, sus ojos se cristalizaron por alguna razón.

–Dib...eso pasó hace más de diez años...

Capítulo 2.

Ambos se encontraban sentados en la sala del irken, en ese sucio sofá.

– ¿Cómo es eso posible? –Preguntó confundido el humano mientras una sonrisa irónica se dibujaba en esos dulces labios.

–No recuerdas nada de lo que paso...

Murmuró Zim con una voz rota.

–Zim, dime que ha pasado en todos estos años, ¿Qué paso?

Las manos del humano tomaron con delicadeza los hombros del dueño de la casa y una mirada desubicada exigía respuestas. La mirada del de ojos magenta brillo ahora con dolor, con culpa de algo, tragó saliva antes de confesar todo de lo que el humano perdió de sus recuerdos.

Y pensó en decirle aquello por lo que hace algunos años casi se matan, pero guardo silencio.

–Bien, tienes recuerdos de cuando dejamos de ser enemigos y nos hicimos pareja, ¿Verdad?

–Sí, sólo llevábamos unos meses de ser novios.

–Bueno, después de eso... realmente no pasó nada importante –una risita nerviosa escapo de los labios de Zim obvia de que ocultaba algo pero Dib no noto eso, él confió en las palabras del alíen. –Por el momento deberíamos revisar tu cuerpo para ver si hay alguna anomalía después de eso podrás comer y dormir un poco. 

[Cancelado]

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