El chico de los tatuajes

Capítulo VII.- Pijamada.

Había llegado de nuevo el fin de semana, la primer semana de clases transcurrió de manera rápida, ya saben, con los deberes escolares, familiares, bien, creo que no hay que explicar todo eso.

— Madisson, Amber está en la sala principal— entra mi mamá a mi habitación.

— Gracias mamá— la miro— ahorita bajo—

Veo cómo es que mi mamá se acerca a donde yo estoy y observa lo que estoy haciendo 

—¿Qué es lo que estás haciendo?— dice y pone su mano sobre mi hombro.

  — Un poco de tarea, eso es todo— continúo escribiendo en mi libreta— pero es que ya me falta poco y ya lo quería terminar— digo terminando de escribir el último párrafo en mi libreta— ¡listo!, he terminado— me levanto de mi silla y le doy un beso en la mejilla a mi mamá— te amo mamá— digo caminando al pasillo.

  — ¡Y yo a ti!— me dice desde mi habitación.

Camino por el pasillo hasta llegar al final de las escaleras que dan para la cocina casi a la sala, antes de pisar el suelo de la cocina escucho como Esteban y Amber están hablando y riendo al mismo tiempo.

  — Eso es completamente sospechoso— digo a un hilo de voz en donde solamente yo me puedo escuchar. 

Sigo caminando por la cocina, no sin antes tomar una galleta que me encontré por ahí y llego a donde ellos.

  — ¡Hola Amber!— la saludo de abrazo—  ¿lista para esta noche de viernes de chicas?— le digo y mi hermano Esteban nos mira algo confuso.

  — ¡Claro que sí!— me muestra su mochila con cosas ahí dentro.— Está casi a reventar— suelta una carcajada— 

Mi hermano, más confuso comienza a vernos con cara de ¿De qué me perdí?  

  — Esperen un momento— dice Esteban— ¿Noche de chicas?— levanta una ceja— ¿Mochila con cosas adentro que está casi a reventar?— se rasca la cabeza con la mano derecha—

  — Ammm sí— le respondo a Esteban— ¿Qué tiene?— 

— ¿¡Por qué no me lo dijeron antes chicas!?— toma la mochila de Amber—

—Ahora yo estoy confundida— dice Amber— ¿también vendrás a la noche de chicas?— 

— Ja ja ja— soltamos a carcajadas Esteban y yo— 

— No, no, no—  sigue riéndose— lo decía para ayudarte con la mochila y para pedir algo de cenar. —

— Lo siento Esteban— hago una pausa— se me olvidó decirte— 

— Si— me mira con cara de pocos amigos— ya vi— toma la mochila de Amber— dejaré esto en tu habitación y enseguida vuelvo— 

En cuestión de segundos Amber y yo estábamos solas en la sala principal.

— Tu hermano es simpático— me dice Amber.

— ¿A sí?— la miro mientras pasábamos por la cocina.

— Sí, ahorita estábamos hablando de unas cosas— toma un mechón de su cabello—  de una u otra forma, le encuentra el lado positivo y gracioso a las cosas— me esboza una sonrisa.

— Bueno...— pienso en qué decir— siempre ha sido así, siempre que te sientas mal él va a estar ahí para ti, si ocupas a alguien que te escuche, te aconseje y te guarde un secreto— suspiro— él es el mejor en todos esos aspectos.

— Es grandioso— me dice Amber  —      

—Sin duda— comienzo a caminar por la cocina hasta llegar al pasillo de las escaleras que lleva directo a las habitaciones de cada quien.