Miraba mi reflejo en el espejo de mi habitación. Mi pelo castaño caía lacio después de plancharlo con tanto énfasis a ambos lados de mi cara, mostrando el maquillaje que tanto me había costado elaborar. Llevaba puesto un vestido negro de tirantes con un poco de escote y a la altura de las rodillas y unos zapatos negros con demasiado tacón para mi gusto. Pero lo hacía por él, así podría estar más cerca de sus ojos. Nos separaban 17 centímetros, pero con mis tacones de 7 centímetros la distancia menguaba. Eso era fácil de cambiar, lo difícil era la edad. El treinta y tres, yo dieciocho.
Además de eso él era el mejor amigo de mi hermano, habían estado juntos siempre, habían estudiado juntos la misma universidad, mi hermano química y Tom empresariales. Gracias a su padre le habían enchufado en la empresa de la familia de Tom, una empresa farmacéutica conocida mundialmente. Vivian en el mismo bloque, mi hermano con su mujer y Tom solo. Yo iba siempre que podía a verlo con la escusa de ver a mi hermano. Mi hermano se quedaba trabajando en los laboratorios de Barcelona, en cambio Tom viajaba mucho a las diferentes sedes. Sobre todo a Londres, donde él había nacido hasta que se mudaron a Barcelona. Sus padres se habían vuelto a vivir allí ya que le habían dado el puesto de director a su padre, pero Tom se quedo aquí.
Los padres de Tom habían venido por trabajo unos días y habían organizado una comida con mis padres, ya que se llevaban muy bien después de tantos años.
- Lucía vamos o llegaremos tarde. - grito mi madre desde el comedor.
- ¡Ya voy! -grite saliendo de mi habitación.
- ¡Vaya cariño, estas preciosa! - exclamo mi padre, vestido con su único traje negro, y peinado su castaño pelo hacia atrás.
- Gracias papa.
- Es que es preciosa, con lo que se ponga. - añadió mi madre.
Mi madre estaba preciosa también, vestía un vestido verde largo, que realzaba su piel bronceada y sus ojos verdosos, los mismos que yo había heredado.
- Oh, por favor, parecéis unos abuelos alagando a su nieta.
- Solo remarcamos lo obvio jovencita. - dijo mi padre con una voz burlona. - Ahora vamos, los Hiddelston nos esperan en el restaurante.
El restaurante estaba algo apartado de la civilización, con vistas al mar. Era grande, lujoso y caro. En una situación normal mis padres no podrían pagar tanto, pero los Hiddelston insistieron en que nos lo pagarían ellos. Ya habían llegado todos al restaurante, sentados en una mesa para ocho. Mis padres se sentaron al lado de los padres de Tom, ambos eran hermosos, el de pelo rubio y los mismos ojos azules que su hijo, ella de melena ondulada castaña y ojos marrones grandes y brillante. Tom tenía los rasgos de ambos, pelo castaña lacio, ojos azules claros y rasgos marcados. Sus labios eran finos y rosados y cuando sonreía era capaz de petrificar a cualquiera. Iba vestido también con un traje negro y una corbata azul marino.
- Hola Lucia. - dijo mi hermano dándome dos besos.
Mi hermano y yo éramos bastante parecidos, ambos de pelo castaño y la misma mandíbula alargada y marcada. Los ojos nos marcaban la diferencia, los míos verdosos y los suyos marrones oscuros con muchas dioptrías por lo que llevaba siempre unas gruesas gafas de montura negra.
- Perdonad la tardanza, ha costado un montón que Lucia se espabilara. - se excuso mi padre, mientras yo lo fulminaba con la mirada.
- No pasa nada, nosotros también acabamos de llegar. - dijo Linda, la madre de Tom.
- Bueno, pero mira qué guapa viene Fer. - pregunto John al saludarme.
- Eso no te lo negare amigo. - dijo mi padre orgulloso.
- Hola Cris. - dije saludando con un abrazo a la mujer de mi hermano.
Cris es de la misma edad que mi hermano, se conocieron en los laboratorios y dicen que fue amor a primera vista. Llevaba un vestido rosa pastel de palabra de honor hasta la altura de las rodillas y unos zapatos de tacón blanco que siempre me habían gustado. Llevaba su pelo negro recogido en un moño y el flequillo recto.
- Hola Lucia. Te queda muy bien el pelo liso. - dijo acariciándome el pelo.
- Oh, gracias. La próxima vez me encantaría que me hicieras un moño como el tuyo, te ha quedado perfecto.
- Por supuesto, cuando tú quieras. - dijo sonriendo ampliamente.
Me encantaba esta mujer, era dulce y simpática y la consideraba como una hermana. Me llevaba de compras muchas veces, arrasando allí donde entrabamos. Aunque nunca se lo había dicho ella sabía que estaba enamorada de Tom, y siempre hacia lo posible por dejarme junto a él.
- Te he dejado al lado de Tom. - dijo susurrando en mi oído.
- Me he dado cuenta al entrar. - dije agradecida. - Gracias.
Me sonrío de nuevo y mi padre apareció para saludarla. Tom se acerco a mí y me dio dos besos.
- ¿Todo bien Lucía? - dijo sonriente.
- Sí, claro.
Esto era lo que no me gustaba, me trataba como un hermano mayor, ni siquiera había mirado como iba vestida y mucho menos hacer un comentario respecto a cómo me quedaba. Era protector conmigo, no negare la dulzura que transmitía cuando me hablaba, ni lo generoso, simpático y atento que era conmigo. Pero después de tantos años quería un poco más. Pero claro, que más podía pasar si mi miedo me bloqueaba a hacer algo.
Después de los saludos nos sentamos, me senté a su lado y cuando el camarero apareció pedimos. No recuerdo muy bien que fue lo que pedí, todo tenia nombres raros. Estaba nerviosa mirando de reojo a Tom.
- Bueno Lucia, ya sabes qué carrera harás. - pregunto Tom
- Oh, no. Aún no lo sé. - dije saliendo de mis cavilaciones.
- Deberías apresurarte, te queda solo un mes para decidir. - añadió Linda.
- Eso mismo le decimos nosotros pero sigue indecisa. -dijo mi madre.
Durante el resto de la cena siguieron hablando sobre mi futuro, hasta que cambiaron de tema para hablar sobre cómo les iba a cada uno y ponerse al día.
- Bueno que os parece si vamos a una fiesta que organizan aquí cerca. - dijo Linda.
- Nosotros nos vamos a casa, estamos cansados. - dijo mi hermano. - Ademas tenemos que pasar antes por un sitio.
- Vale Marc, me ha alegrado verte de nuevo. Pero vosotros os venís. - dijo refiriéndose a mis padres.
- Bueno vale, pero antes tenemos que levar a Lucía a casa. - dijo mi padre.
- Puedo llevarla yo. - intervino Tom para sorpresa de todos.
- Entonces genial. - exclamó Linda.
Y así sin más, se decidió que Tom me llevaría a casa. O al menos eso fue lo que debería haber pasado.
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Sentimientos desvelados
FanfictionLucía esta terriblemente enamorada del mejor amigo de su hermano, Tom Hiddleston, que es quince años mayor que ella. Ella una chica de 18 años en el último año de bachillerato sin saber qué hacer con su futuro. Él, un hombre de 33 años, empresario...