Capítulo 5

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El sonido del ascensor me asusto.  Me había pillado de improvisto, me puse corriendo los zapatos y me dirigí a la puerta a tiempo de escuchar como Tom sacaba las llaves.  Le abrí la puerta y me lo encontré tan elegante como se había ido.  Se había quedado inmóvil al verme, con la mano tendida para abrir la puerta y sujetando su maletín negro del trabajo. 

- Bienvenido a casa. – dije con una de mis mejores sonrisas. – Pasa vamos.

- ¿Qué haces así vestida? – pregunto desencajado.

- Había pensado que ya que hoy es la última noche que estaremos juntos hacerla algo especial.  Así que he preparado tu comida favorita y me he arreglado para la ocasión.

Cerré la puerta tras él intentando disimular el temblor de mis manos a causa del nerviosismo y la vergüenza que cada vez eran mayores.  Él dejo su maletín en el suelo y se remango las mangas de la camisa.

- Que bien huele…

- He preparado croque provençal, no sé cómo habrá salido pero…

- Esta es la primera vez que cocinas para mí. – sus ojos claros brillaban de entusiasmo.

- Si, es la primera vez que cocino para alguien. – me salió la risa floja y las manos me comenzaban a sudar. - ¿Te parece si vamos a cenar ya?

- Me muero de ganas por probarlo. – dijo sonriente.

Pasamos a la mesa de la cocina donde lo había preparado todo antes.  Nos sentamos cada uno en una silla uno frente al otro.  No había puesto velas, eso le resultaría demasiado empalagoso.  Y con las prisas no había encendido la música.

- Pensaba poner vino pero no me acorde de comprar y tu tampoco tienes, tenemos que conformarnos con coca-cola.

- Me está bien así.

- No sé si estará frio ya, no hace mucho que los he sacado del horno.  Pero puedo calentarlos sino, y si no te gusta no te fuerces, puedes…

- Tranquilízate Lu. – dijo con una voz dulce.

Agarró su sándwich y le pego un bocado, el pan crujió bajo sus dientes y el queso fundido se alargaba resistiéndose a romperse.   Cuando acabo de masticar me sonrió con una amplia sonrisa y sus azules ojos brillantes.

- Este delicioso.  Es el mejor que he probado nunca.

- ¿De verdad? – él asintió encantado. – Bien, bien.  Es estupendo.

- Si no te espabilas comiéndote el tuyo te lo quitare. – dijo pegando otro bocado.

Me reí feliz.  Y probé mi sándwich, estaba muy bueno.  Puedo que él exagerara un poco, pero me alegraba ver su cara y lo rápido que comía.   A la hora del postre se le ilumino la cara y me halago todavía más.  Estaba muy feliz, todo estaba saliendo bien, pero ahora llegaba la parte complicada.

- Creo que te voy a contratar para que me hagas esto todas las noches, estoy deseando que sea mañana.

- Bueno… mañana ya no estaré.  Han llamado mis padres, llegaran mañana a las seis y quieren que este para entonces.

Era verdad que mis padres llegarían a las seis, pero en ningún momento me habían dicho que tenía que estar en casa cuando llegaran.  No pasaba nada en decir una pequeña mentira si así lograba sacar la verdad.    

- Oh, es verdad...  que rápido ha pasado. – sonrió amargamente.

- Tom…

- Bueno, para rematar la noche me podrías hacer masaje.  Estoy realmente cansado. – dijo dándose golpecitos en los hombros y sonriendo falsamente.

- Primero tenemos que recoger todo. – dije haciendo tiempo.

Pusimos las cosas en el lavavajillas y limpiamos todo.  No sabía cómo debía sacar el tema, mis nervios me impedían pensar con claridad y solo me dejaba llevar.

- ¿Qué te parece si hablamos? – sugerí seria.

- ¿Hablar de qué? – preguntó.

- De la primera noche, de lo que dijimos.  De lo que significo yo para ti.

- Eso son muchas cosas… - dijo gracioso.

- Estoy hablando en serio Tom.

Bufo y se encamino a su habitación, yo lo seguía en blanco y sin saber muy bien que debía hacer.  Según Val tenía que acorralarlo, pero yo sabía que si lo agobiaba mucho no avanzaríamos en nada.

- Tom, por favor.  Es la última oportunidad que tenemos.  Necesito que me aclares todo esto.

- ¿Podemos hablarlo mañana? Estoy cansado. – dijo de espaldas a mí.

- No entiendes que ya no habrá mañana.  Me voy a ir otra vez y nuestros encuentros volverán a ser más esporádicos.  Te lo suplico Tom, dime lo que sientes.  – mantenía la compostura aunque lo que quería hacer era llorar y zarandearlo hasta que hablara.

- Yo no…

El teléfono cortó sus palabras.  Nos miramos durante unos segundos hasta que el fue a buscar el teléfono al comedor.  Estuvo hablando mucho rato, yo me senté en la cama a esperarlo.  Pasaba el rato y no llegaba, también había dejado de escuchar su voz.  Me acerque al comedor y me lo encontré dormido en el sofá.   El corazón se me encogió de dolor, me sentía despechada y abandonada.  Me había esforzado mucho por lograr algo pero el simplemente me ignoro y paso del tema.  Solo era la hermana de su amigo.  Solo eso.  Y nunca me vería como nada más.  

- Me rindo Tom… te dejo libre.

Lo tape con una manta fina, aunque ya hacía calor esa noche refrescaba un poco.  Le deje una nota en la mesa y me fui a dormir.  A la mañana siguiente me levante temprano para no coincidir con él, aunque deje las cosas en su casa y luego me pasaría a por ellas cuando el no estuviera. Para cuando a Tom le sonó el despertador yo ya estaba de camino al instituto, andando por lo temprano que era, presionando las lágrimas en mi garganta y arrastrando mi alma torturada que quiere volar lejos.

Cuando llego Val vino corriendo hacia mí con una enorme sonrisa pero cuando vio mis ojeras y mi cara mustia lo único que hizo fue sentarse a mi lado cogerme de la mano y apoyar la cabeza en mi hombro.  Así estuvimos hasta la hora de entrar a clases.

Sentada en mi pupitre me imagino cómo ha reaccionado Tom al recibir la nota, si estará aliviado o triste.  Como brillaran sus ojos, que expresión pondrá y que pensara.  Todo lo que no pude decirle esa noche, todo lo guardado durante tantos años se lo he dejado plasmado en esa hoja blanca con letras negras y redondas, palabras desordenadas, amontonadas y de despedida:

“Tom, llevo queriéndote desde hace mucho tiempo, tanto que ya no recuerdo cuando empecé a quererte tanto.  Sé que soy una cría molesta y que te he causado muchos problemas a lo largo de los años.  Pero créeme, nunca fue esa mi intención. Me conformaba viéndote de vez en cuando, inventando excusas para acercarme a casa de mi hermano y encontrarnos por casualidad.  Eso me bastaba.  Pero estos días, viviendo juntos, comiendo juntos, durmiendo juntos… han superado a los sueños que me mantenían aliviada.  Quería mas, lo quería toda, pero ahora entiendo que no había nada.  Me alejare de ti, te devolveré tu espacio. 

Con el tiempo, cuando lo supere, cuando deje de estar atada de pies y manos a ti, cuando ya no me duela tanto el simple hecho de mirarte a los ojos y querer llorar, entonces espero que me aceptes.  Espero sinceramente que me trates como antes.  Como una hermana pequeña.  Con eso me conformo.

Te quiero.

Lucía

PD: Siento ser tan cursi.”

Sentimientos desveladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora