Capítulo 4

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- Lucía, despierta. – las cálidas yemas de sus dedos me acarician la cara. – Venga, que llegaremos tarde.

- Mmh… un poco más. – dijo metiendo la cabeza bajo la almohada.

- Bien, tú lo has querido.  Me comeré la crepe que te he hecho. – escucho sus pasos alejándose de la cama.

Me levanto de un brinco de la cama y me tiro sobre su espalda deteniéndolo.

- No, la crepe no… - le suplico.

Las crepes hechas por Tom estaban sumamente exquisitas, y pocas veces contaba con poder comerlas así que no podía pasar esta ocasión. 

- En verdad no hay ninguna crepe, era solo para que salieras de la cama. – dijo girándose para verme la cara.

- ¿Qué?

La risa de Tom lleno la habitación por completo.  Su pelo aún mojado estaba desordenado, llevaba unos pantalones negros y la camisa blanca a medio abrochar.  Sus ojos azules brillaban de alegría y su sonrisa se ensanchaba mostrando sus blancos dientes.

- Es mentira… tranquila.  Sí que hay, anda vamos a desayunar.

Comenzó a caminar hacia la cocina y yo lo seguía enganchada aun a su camisa.  Al llegar a la mesa lo solté y me senté frente a una crepe cubierta de chocolate negro.  Tenía una pinta deliciosa.

- Eres horrible… - susurre.

- Y tu demasiado inocente. – dijo sacándome la lengua.

Cuando acabamos de comer y arreglarnos Tom se ofreció a llevarme al instituto.

- Toma. – dijo cuando estábamos detenidos en un semáforo. -  Llegare tarde y no quiero que te quedes en la calle.

Alargue mi mano hacia la suya y dejo caer dos llaves.

- La redonda es la del portal y la cuadrada la de arriba. – hablaba sin quitar la vista del frente.

- Oh… gracias. – el semáforo se puso en verde.

Las coloque en el llavero de las llaves de casa que cogí en otro día por si tenía que coger algo más no molestar a mi hermano.

- No te las devolveré. – dije seria

- Es un regalo, no espero que me las devuelvas.

Llegamos al instituto y nos despedimos.  Antes de llegar a la puerta oí a alguien chillándome.  Su voz chillona era tan audible como reconocible a metros de distancia.

- ¡¡Lucía!! – dijo a dos pasos de distancia. - ¿Me puedes explicar porque Christian Grey te ha traído hoy?

Su cara curiosa deseaba que le contara todo.  Ella es mi mejor amiga, Valeria.  Vamos juntas a la misma clase aunque tenía un año menos.  Su tez es oscura y sus ojos marrones llenos de vida, el pelo negro corto a la altura de los hombros le caía liso.  Me encanta estar con ella, siempre alegre, divertida y entusiasta. 

- Mis padres se han ido unos días y me quedo en su casa.

Sus ojos se abrieron como platos y una sonrisa invadió su cara.

- ¿¡Entonces hay avances!? ¿Verdad? – grito emocionada.

- Bueno, no estoy segura.  Paso algo raro y en cierto modo se podría decir que nos confesamos los dos y luego dormimos juntos pero…

- ¿¿¿QUÉ??? – grito agitándome. – Eso es avanzar mucho.  Por fin has perdido la virginidad.

Y su hobbie favorito era el sexo, un tema en el cual ella tenía mucha experiencia.

- No, Val.  Solo dormimos juntos.  Nada de sexo.

- Ah, bueno. – dijo perdiendo todo el entusiasmo. – Bueno eso también está bien, es un avance.  Supongo.

- Gracias por tu entusiasmo amiga…

- Va, sabes que me alegro por ti.  Pero me he emocionada demasiado rápido.  Venga cuéntame cómo ha sido dormir con el señor Grey.

- Tom.  Y bien.  Realmente genial.  Han sido dos noches y hoy también dormiremos juntos. – dije sonriendo. – Pero no se qué hacer, como te he dicho pero has ignorado, la primera noche nos medio confesamos.

- ¿Qué clase de confesión? – dijo algo incrédula.

- Le pregunte si me quería y él me dijo “Si, te quiero”.  Y luego se lo dije yo a él.

Me gire hacia mi amiga que me observaba asqueada, y ordenando las palabras que me diría a continuación.   Ya me imaginaba la frase que salía.

- ¡Eres tonta! – grito enfadada, tal y como pensaba. – De verdad, que en algunos casos te daría una paliza para que reaccionaras.  Te conformas con algo tan pobre, dormís en la misma cama pero sin tocaros, no os besáis y mucho menos tenéis sexo.  ¿Se puede saber que le ves de bueno a todo eso?

- Es un gran avance.  Sabes lo que ha costado que admita que me quiere. ¡Prácticamente toda mi vida!  Sé que todo es pobre y claro que quería mas, no te lo puedes ni imaginar las ganas que tengo de más.  Pero también me atemoriza mandarlo todo a la mierda. – dije comenzándome a acelerar.

- Tranquila, lo siento. – dijo agarrándose a mi brazo y apoyando la cabeza en mi hombro. – Se lo mucho que te ha costado, y me alegro por ti.

- Gracias. – dije respirando hondo.

- ¿Cuándo te vas de su casa?

- Mañana por la tarde. – dije apenada.

- Entonces tienes que hacer algo para que no quiera que te vayas.  Para que te meta bajo las sabanas de su cama mientras descubre los rincones de tu cuerpo.  Tienes que hacer que se muera por ti, que sienta un enorme vacío cuando los segundos pasen y tu marcha se acerque.  Que pierda la cabeza por ti a tal extremo que no puedas ni reconocerlo tú misma.

Su mirada brillaba llena de disfrute ideando algo, que puede que posiblemente me acabara arrepintiendo pero sus palabras me habían cautivado.  Y también estaba desesperada por avanzar un poco más.

-Valeria – dije firme y segura. - Te escucho.

- Oh, esto va a ser genial. – dijo entusiasmada. – Deja que Afrodita te ayude en el amor.

Valeria me explico su plan durante el recreo, según ella lo había pensado para mí porque sabía que si se pasaba con alguna cosa no accedería a hacerlo.  Lo había preparado todo en casa, lo más complicado fue hacer la cena.  No era muy buena en la cocina, pero por suerte su comida favorita no era muy difícil de hacer.   Le encanta la comida francesa y más todavía el croque provençal, que consiste en la elaboración de un sándwich con pan de molde, jamón cocido y queso y después asarlo al horno y como postre un pudding.  Debo admitir que tenían buena pinta, mire las recetas por internet y compre los ingredientes antes de llegar a casa.  Bueno, a su casa.

Una vez preparada la mesa tenía que cambiarme yo.  Val me había dicho que lo esperara en ropa interior sexy, pero viendo mi reacción negativa dijo que simplemente lo esperara vistiendo algo más provocativo, por lo que Val me obligo a ir a su casa antes de las compras y me prestó uno de sus vestidos.  Era un vestido rojo intenso sin tirantes y muy, muy corto, también me dejo unos zapatos rojos de tacón a juego con el vestido.   No pude negarme con la mirada asesina de ella y su constante emoción por mí.

Me duche y me vestí, es una suerte tener la misma talla que tu amiga.  El vestido me quedaba genial, a excepción de que yo no llenaba tanto el hueco de los pechos como hacia Val.    Volví a plancharme el pelo y lo deje suelto.  Y por ultimo prepare el CD de música favorito de Tom de Sigur Rós.

Todo estaba listo, comida favorita, ropa bonita y provocativa y música favorita.  Ahora solo faltaba que Tom llegara del trabajo.

Sentimientos desveladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora