Capítulo 3

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Cuando me despierto las sabanas están a los pies de la cama, estoy sudando y la cama vacía.  Me levanto aún adormecida y voy al baño.  Al salir me paro frente al espejo, tengo una cara espantosa, el maquillaje de ayer se ha corrido y tengo dos manchas negras como ojos, el pelo enredado se levanta hacia todas direcciones con alguna ondulación ya.

- ¡Tom! – Le grito - ¿Puedo tomar un baño?

No obtengo ninguna respuesta, así que me encamino hacia la cocina.

- ¿Tom? – vuelvo a chillar. – ¡Hoola!

Esta todo vacio, y no hay ninguna nota explicando donde se ha metido.  Vuelvo a la habitación para ducharme, así cuando vuelva no me vera con estas pintas horribles.  Dejo la ropa sobre el sillón y me meto en la ducha, antes de entrar he comprobado que hay una toalla colgada detrás de la puerta. 

El agua fría cae sobre mi cuerpo, es refrescante pero no logra que deje de sentir mi cuerpo ardiendo.  Sigo pensando en que no solo he dormido en la misma cama con Tom, si no que él me ha dicho que también me quiere.  He soñado tanto con esto que no sé cómo debo mirarlo ahora o como debo reaccionar cuando lo vea.  Agarro el jabón y me embadurno con él, todo mi cuerpo queda impregnado con el aroma de Tom.  Es un dulce olor a almendras que estoy más que acostumbrada a oler.  Ahora yo huelo igual que el. 

Salgo de la ducha chorreando y me enrollo con la toalla sedosa y grande de color azul marino.  Entonces se oye la puerta, y unos pasos acercándose.  Miro en todas direcciones antes de cerrar la puerta del baño justo cuando Tom entra en la habitación.

- ¿Lucía?

- Estoy aquí, he tomado un baño. Ahora salgo. – grito aplastando la frente contra la puerta.

- Vale, te espero para desayunar.

- Si, no tardare. Ah, por cierto, ¿no tendrías algo más de ropa para prestarme?

- ¿No puedes ponerte la camiseta salchicha? – pregunta extrañado.

- Es la que he usado para dormir y esta sudada.

- Oh, claro.  Qué tontería preguntar. – dice riéndose. – Te dejo otra camiseta y unos pantalones.

- Bien, gracias.

Cuando llego a la cocina Tom se empieza a reír a carcajadas.

- Muy gracioso… -dijo fingiendo estar enfadada. – Era mejor el perro salchicha.  Ahora llevo la cara de un zombie asqueroso.

Las películas de miedo no me gustan en absoluto y mucho menos la de zombies devorando tripas.  Siempre se burla de mí por eso y me asusta en cuanto puede.

- Te queda genial, en serio. – dice aguantándose el pecho de tanto reír.

- Me vengare te lo aseguro. – sentencio.

- Ya, claro… - dice estallando en risas de nuevo.

- Bueno, como sea.  ¿A dónde habías ido?

- Ah, sí.  Fui a comprar churros para desayunar. – dijo agitando uno en el aire.

- Hacia tiempo que no comía.

Me senté a su lado en la mesa de la cocina y empecé a comer uno.  Estaban riquísimos.

- Por cierto, es raro que mis padres no hayan llamado para saber donde estaba.

- Oh, eso.  Si que llamaron.  Han ido a una casa rural y pasaran unos días allí con mis padres.  Tu madre me llamo preocupada al ver que no estabas en casa y cuando le dije que estabas aquí me suplico porque te quedaras el resto de los días.

Sentimientos desveladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora