Capítulo 30: Amelia

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     Han pasado cinco meses, todo está en calma. Gané el premio por mis artículos, me aumentaron el sueldo, además comencé un blog, escribiré, lo que tanto me gusta. De alguna forma uno tiene que sacarse todo del sistema. Yo nací para las letras, por eso me apasiona tanto mi trabajo. Siento que al fin mis padres están orgullosos de mí, verme al fin con una pareja fue de alivio para ellos. Ya me dieron el sermón del matrimonio y toda la cosa, pero todo despacio. Juan José esta algo angustiado por su hermano, su familia está pasando un mal tiempo, pero al fin del día solo vive las consecuencias de sus actos, nadie puede quitarle esa responsabilidad.

Juanjo y yo aún no nos mudamos juntos, pero nos vemos básicamente todos los días, salimos a cenar, al cine, nos quedamos en algún hotel, cosas así, siempre me sorprende. No me quejo, la dinámica es buena, sobre todo el sexo, no hay día en que no me complazca y eso es lo más importante.

Hoy es un gran día, van a subirme de puesto en la oficina, tendré nuevas responsabilidades y un poco más de poder. No puedo negar que estoy nerviosa, tengo miles de ideas, pero ya saben, normal, el cuerpo no entiende que es solo emoción y se confunde con deseo. Son apenas las 6:00 AM, Juan José está a mi lado, se ve hermoso, esos lunares en la espalda me fascinan. No quisiera despertarlo aún falta media hora para que suene su alarma, pero lo necesito. Le paso la mano por la espalda, para que sepa que estoy despierta, me meto debajo de la sabana y voy directamente a mi parte favorita.

—Buenos días muñeca, amaneciste animada.

—Para variar —bajo su ropa interior, siempre le pido que duerma sin pijama. Primero lo acaricio con mi mano y luego lo tomo con la boca, lo oigo suspirar y me encanta. Una combinación perfecta de manos y boca, saliva, la lengua, está más que listo. Salgo de debajo de la sabana.

—Que hermosa te vez hoy.

—Y tú, ni se diga, exquisito.

Le doy la espalda y me siento sobre él colocando su erección dentro de mí. Santo Dios, así es que se comienza un buen día. De espaldas a él comienzo a moverme, mis nalgas apretadas por sus manos marcando el ritmo. Mi mano libre acariciando mi clítoris. Hasta que el sonido de la alarma me dice que es tiempo de acabar y juntos llegamos al clímax. Su semen en mi espalda, nos reímos y nos encaminamos al baño.

—Espero que tengas un buen día, amor. Me imagino que estas emocionada.

—Muy emocionada. Ahora sí que tendré acceso a otras áreas y es justo lo que necesito para tener mayor conocimiento y comenzar mi propia editorial.

—Yo sé que serás excelente, cómo en todo lo que haces —me da un beso en la frente para despedirse. Es tan sensual pero tan tierno a la vez. Continúo la rutina mañanera, me pongo el vestido y mis zapatos altos, un buen perfume y estoy lista para enfrentar este reto.

Al medio día recibo una llamada, mi papá está en el hospital. Tuvo un leve infarto, le harán algunos estudios, así que al salir del trabajo pasaré a verlo y pedí el día de mañana libre para ayudar a mami. Eso me saco un poco de control, el día iba muy bien.

Tocan la puerta de la oficina, es Esteban. No sé si es que hace un tiempo no estoy con él, o que rayos, pero se ve tan comible. Su piel me llama, pero debo resistir, es el plan. Solo me trae unos papeles y se va. Al menos no hubo tentación.

—Amelia, pasa por mi oficina —es el jefe de mi jefe. Voy de prisa.

—Hola.

—Adelante. Tengo algo que informarte. Sé que tú padre está enfermo, me lo informó recursos humanos. Espero que mejore pronto. Me dijeron que mañana no estarás y quiero que tomes el tiempo que necesites.

—Gracias, espero que todo pase rápido.

—Hemos visto tu gran desempeño, Amelia. Eres una mujer brillante, innovadora. Estamos orgullosos de tus logros. Estamos haciendo unos cambios, sé que esta mañana te dimos nuevas responsabilidades, pero quiero que seas la cabeza de esta compañía, que seas tú quien dirija todo. Y antes que te preocupes, no le quitamos el puesto a nadie, solo lo movimos a otra de las oficinas que abrirá esta próxima semana.

—Wow, no sé qué decir. Tantos cambios en un día, pero sí, claro que quiero hacerlo, puedo hacerlo.

—Sabemos que sí. Te daremos lo que resta de semana para que resuelvas lo de tu familia y luego te mudas a tu nueva oficina, creas tu propuesta de trabajo y la envías a todos.

—Estoy mil veces agradecida. No los defraudaré.

—Estoy seguro de eso. Que todo siga bien, Amelia.

—Gracias.

Voy temblando, sonriendo, casi grito de la

emoción. Esto es más de lo que esperaba. Ni siquiera lo imaginé. Llamaré a Juan José para contarle, ya en la tarde le diré a mis padres, espero que eso ponga feliz a mi papá.

Es la hora de salida. Estoy en la puerta de salida al estacionamiento. Esteban está bajando de ascensor, una vez me ve sabe lo que va a pasar. Sin pensarlo sigue caminando hacía su carro y yo camino detrás de él. Ya el piso está vacío, todos se han ido, solo estamos nosotros y no hay cámaras en el área de los carros, solo en las puertas. Me abre la puerta del pasajero, me siento con las piernas hacía fuera, me saca el panty y va directo a mi sexo, salvaje, con todas las ganas acumuladas que me tenía. Me hace gritar de placer, no solo gemir, gritar. Estoy totalmente húmeda, lo quiero dentro de mí. Lo necesito, es incontrolable. Toda la tensión del día, la emoción, la espera, todo desaparece. Mi teléfono suena, es Juan José. Oprimo el botón rojo. La lengua de Esteban sigue jugando conmigo. Mis manos en su cabeza. Me saca del carro, me voltea de espaldas, se baja el pantalón y por fin está dentro de mí. Las piernas me tiemblan, me encanta, me sacia. Sus besos en mi cuello, mi cabello en sus manos acercándome a él. Le aviso.

—Me voy a venir.

Y me retuerzo, me lo disfruto, lo memorizo para cuando no lo tenga. Él también termina.

—No podía esperar más. Esto de no tenerte no me funciona.

—Te acabas de tirar a tu jefa.

—Júralo, con razón estabas en la oficina hoy.

—Mjm, me dieron el puesto. Y siempre serás mi empleado favorito —le doy un beso, y coquetamente me dirijo a mi carro. Su mirada sobre mí, la sensación de triunfo.

—Hola amor, quiero verte antes de ir a casa de mis padres —le digo a Juan José por teléfono.

—Claro, te veo en par de minutos ya voy de camino a casa.

Cuando abro la puerta ya está allí, en el sofá de su casa. Tiene la camisa de botones abierta, se ve espectacular, se me hace la boca agua.

—Acompáñame a la ducha —le digo mientras voy quitándome la ropa. Va detrás de mí como un perro.

Con las primeras gotas de agua bajándome por la piel, me borro los besos de Esteban y estoy lista para hacer el amor con Juan José, porque, aunque el cuerpo me domine, no todo el mundo me llega al alma. Sus besos me calman y me estremecen al mismo tiempo. El agua bajándole por la cara, esos ojos verdes tan perfectos, me penetran hasta lo más profundo de mi ser. Suspiro. Lo tengo, es todo mío, hasta que el destino lo permita.

Así soy yo, Amelia Guerra, sé que quiero, con quien lo quiero, cuando lo quiero, donde lo quiero y porqué lo quiero... y todo lo que quiero, lo tengo.

FIN

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2018 ⏰

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