Me toma de la mano, me pone de pie. Estoy totalmente desnuda frente a él, con la piel llena de deseo, extasiada, añorando el toque de sus manos. Se acerca a mi cuello, puedo sentir su respiración, caliente, agitada. Se me eriza la piel. Sus manos comienzan a tocar mi cuerpo, me toma por los hombros, el movimiento que hace me relaja. Con sus labios me recorre, primero el cuello, luego mis senos, los toma por completo en sus manos, los muerde, los aprieta, suspiro, se siente tan bien esta calma que me causa. Me toma de la mano y me dirige a la cama, me acuesta y yo me dejo llevar. Ahora besa mi barriga, mi ombligo, sus manos están en mis muslos, deseo que me toque, quiero gritarle que lo haga, me desespero, pero no digo nada. Su respiración sobre mi sexo me mira desde abajo, nuestras miradas se encuentran y sin despegar la vista, su lengua pasa por primera vez sobre mi clítoris. Es un mar de sensaciones, me arqueo sobre la cama, el placer me recorre por completo. Pasan algunos minutos sin que deje de hacerme el amor con su boca y sus dedos, cuando estoy a punto de explotar, se detiene. Siento que es momento de devolverle el placer, así que cambio de posición para que tome el lugar que merece. Tengo su miembro en mi mano, lo miro, me paso la lengua por lo labios y siento como me mira. Abro la boca y por primera vez lo pruebo. Juan José suelta un gemido que me estremece, su cara de disfrute me llena. Mis manos y mi boca haciendo lo que mejor saben hacer. La habitación esta en total silencio, solo nuestros gemidos se escuchan, intensos.
—Muero por tenerte dentro de mi— le digo y lo tomo de la mano, lo dirijo a la silla en la que estaba sentado mientras me masturbaba para él, está aguantando su erección y me siento sobre él. Esta vez suelto un grito que me ahoga la garganta. Lo deliciosos que se siente, lo llena que me siento, su cara. Comienzo a moverme por instinto, sus manos están en mi cabello, esa mezcla de dolor y ansias es perfecta. Me besa. Respiro desesperada. Ahora volvemos a la cama, me empuja sobre la cama, quedo de espalda con mis pies en el piso. Me penetra y sus movimientos son exactos, el ritmo indicado, abro paso para mi mano, necesito tocarme, como es incómoda en esta posición me subo a la cama, quiero ver su cara, necesito mirarlo, aprenderme sus gestos, me penetra una vez más, con mi mano izquierda lo tomo por el cuello para tenerlo cerca y con la mano derecha estoy tocando mi clítoris.
—No aguanto más Juanjo— llego a la cima del éxtasis, me retuerzo en la cama, lo acerco a mí y lo beso mientras mi cuerpo convulsiona de placer. Sale de mí y su semen llena mi barriga mientras nuestros labios siguen unidos, buscando aire, matándonos a cada instante.
—Me encantas, Amelia, lo juro.
—También me encantas.
Estamos sobre la cama descansando, buscando que nuestra respiración llegue al ritmo normal. No suelo acurrucarme después del sexo, pero esta vez tomo una toallita, me limpio la barriga y me acuesto a su lado, muy cerca pero no sobre él. Se acuesta de lado y me atrae hacía él, me mira a los ojos y hace una pregunta que nunca nadie ha hecho y que no sé cómo contestar.
—¿Quieres ser mía todos los días? — Y antes de que pueda hablar tengo sus labios nuevamente sobre los míos y mi cuerpo contesta por sí solo.
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En boca abierta...
RomansaSoy Amelia Guerra. Tengo 25 años, soy una periodista exitosa. Guardo un secreto, uno que me encanta, que me llena, que me hace sentir plena y en ocasiones me hace querer desaparecer. Soy adicta al sexo, no lo decidí yo, lo decidió la vida que me cre...