Ep. 6 Van Helsing

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Mi familia no sabía cómo reaccionar a mi confesión, para ellos yo no era diferente al vago que frecuentaba las calles de Hope gritando cosas sobre una bestia que los devoraría a todos.

—¿Eso piensas que pasó aquella noche? —preguntó mi tío acercándose a mí.

—No es lo que creo, es lo que pasó, usted no estuvo allí esa noche, no vio lo que yo ví.

—Lo que un niño de 8 años vió, tienes que madurar, tus traumas infantiles casi le cuestan la vida a mi hija.

—Si lo hace sentir mejor, tomaré mis cosas y me iré en la mañana.

—Te irás ahora mismo —sentenció mi tío antes de salir de la habitación.

. . .

Mis maletas estaban en el pórtico de la casa, y mi auto estacionado justo en frente, mi visita había terminado tan rápido como había iniciado, pude notar que me habían retirado mis dos armas, después de todo para mí familia yo estaba loco.

Cuando salí de aquel rancho noté que Trevor me seguía en la camioneta de mi tío, quizás para asegurarse que en verdad me iría de sus tierras, justo cuando ingresé a la carretera para ir a Hope, el se detuvo y me dejó continuar.

«Jamás debí venir», pensé mientras conducía en completa soledad.

Cuando entré a la ciudad, decidí pasar a un bar a tomar un trago, tenía mucho en qué pensar.

—Dame una cerveza. —Me senté frente a la barra, y cuando la bebida llegó a mi mano me percate que la encargada era una chica muy hermosa.

—Eres nuevo por aquí ¿No? —preguntó mientras se recargaba en la barra.

—Sí, se podría decir. —Mire alrededor y noté que poca gente frecuentaba ese lugar —. Una mala noche me imagino.

—La gente es muy supersticiosa, desde que las vacas comenzaron a desaparecer dejaron de salir de noche.

—Lo noté cuando venía para acá. —Continuaba inspeccionando el lugar y en una esquina pude ver al vago que me grito en la mañana —. Todos en el pueblo ignoran a ese hombre pero tú le permites entrar ¿Por qué?

—Ese hombre se llama Tyler, todos los años venía de visita para acampar, pero un día bajo de las montañas cambiado. —La chica susurró como temiendo que alguien nos escuchara.

—Por el lobo.

—Eso dice él, en mi opinión sólo son cuentos.

—Sí, cuentos. —Di un trago a mi cerveza y continúe mi conversación con aquella joven.

Los minutos se hicieron horas y cuando lo noté, la chica estaba acomodando los banquillos, preparándose para cerrar.

—¿Sabes de algún hotel en la ciudad? —pregunté mientras me ponía de pie.

—Pues hay uno en la salida del pueblo, pero si quieres puedes pasar la noche conmigo, tengo una habitación libre. —La propuesta de la chica me tomó por sorpresa.

—Ni siquiera conozco tu nombre, además ¿Cómo sabes que no soy un asesino en serie?

—Soy Karen, y si ese es el caso ¿Cómo sabes que no soy una traficante que venderá tus pulmones? —. La chica sonrió y comenzó a ponerse su suéter.

—Buen punto... por cierto ¿A dónde irá él? —dije refiriéndome al vagabundo.

—No lo sé, yo sólo le doy cerveza. —La chica abrió la puerta y le silbó como si de un perro se tratase, el hombre entendió y caminando torpemente salió del bar junto con nosotros.

Luna de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora