Capitulo 5

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—Perfecto, vamos a practicar un poco más- me contestó con una sonrisa ladeada, asentí despacio, miré a mi derecha y vi como Ivana era ayudada por Jimin.

Ivana's P.O.V.

Cuando entramos en la habitación grande y oscura, nuestra mirada se dirigió inmediatamente hacia las armas. Esto parece demasiado peligroso... pero Noha trató de mirarlos desde un punto más cercano.


¿Qué está tratando de hacer, suicidarse? Mientras pensaba en esto, mi piel se estremeció. Giré a mi izquierda y allí estaba Tania que también me miraba. Nos dimos la apariencia de que estábamos listas para hacerlo y ella se volvió hacia el otro lado para preguntarle algo a Suga.

¿No tienen miedo? Me siento como el conejo miedoso aquí... Debo ser más fuerte, o solo actuar así. Bueno, tal vez un objeto negro y pesado que puede sacar las almas de los cuerpos de los pueblos no puede ser tan malo... Oh, a quién culpo. ¡Solo hazlo Ivana!

Miré a mi alrededor. Desde el techo colgaban largas lámparas y algunas de ellas no funcionaban ni parpadeaban. A mi lado había una mesa de madera en la que había botellas y latas vacías. Y frente a mí estaba la pista de entrenamiento en la que J-Hope y Namjoon ya estaban disparando.

Me senté en la mesa junto a mí y solo vi que sabía que no estaba lista para algo así... bueno por unos segundos porque Jimin vino a verme y me dijo:

—Venga. No hay tiempo que perder— dijo serio. Solo lo miré confundida y mi corazón latía muy rápido. No escapaba de esta situación—. ¡Vamos, Ivana! ¿Cuál es el problema, eh?

—Bueno, tal vez... ¿estoy un poco asustada?—intenté sonreír. Luego se acercó y traté de detenerme, pero cuando estaba sentada en la mesa no fue tan fácil.

—Quédate conmigo y no lo estarás—dijo con su suave voz haciéndome temblar y mirarlo directamente a los ojos. Él me dio una mano, la miré sin saber todavía qué hacer ni qué decir... pero la acepté y me levanté de nuevo. Todavía estaba sosteniendo mi mano... no quería decepcionarle.

Caminamos hacia un armario de metal realmente grande y lo abrió muy fuertemente porque estaba cerrado muy bien. Siento que hay algo oculto que no debo tocar.

Después de un minuto, se volvió hacia mí y se puso serio como si fuera a darme su alma. Sostenía un arma mediana grande de color negro y un poco de color rojo oscuro.

—¿Qué se supone que debo hacer con esto?—Miré con una ceja levantada.

—Vas a disparar—todavía era serio y frío como una piedra.

—Pero no quiero herir a nadie... —Miré hacia abajo, al piso.

—¿Qué pasa si nos atacan... y yo no tengo mi arma, pero tienes la tuya... ¿y si en este segundo momento apuntan con un arma mi frente? ¿Y si yo no puedo atacar de nuevo? No hay forma de pensar...— él me sostuvo los hombros.

—Yo... necesito disparar, sin pensarlo—entendí, de esta manera es mejor. Quiero salvar a los que amo y me preocupo. Él me sonrió y fuimos al campo de tiro.

Primero me mostró cómo sostenerlo y luego fue mi turno. Bueno, esto no es de las cosas más pesadas de todos los tiempos e intenté hacerlo lo mejor posible. Entonces oí como se reía.

—¿Qué? ¿No es esto pesado?—yo pregunté. Él no respondió, solo tocó mis manos con el arma y colocó su barbilla sobre mi hombro. Sosteniendo mis dedos, ayudándome a explorar el arma y ponerla mejor en mis brazos hizo que mi corazón se derritiera. Podía sentir su aliento cálido estrellarse contra mi cuello y sus manos calentando las mías. Mi corazón latía en mi estómago y podía sentir que también era así. Y una sonrisa apareció en mis mejillas.

Tania's P. O. V.

A pesar de que la tres teníamos cierta impotencia al utilizar armas, sabíamos que debíamos aprender si queríamos ayudarles, y así fue.

Jungkook ayudaba a Noha, y se veía serio, concentrado. Sabía que a Noha le gustaba Jungkook y aquella sensación de tenerle cerca sería intimidante. Jimin se acercó como una bala de rápido a Ivana. No cabía decir que en su voz se notaba su coqueteo, pero a la vez se notaba que quería apoyarla. 

Y yo, en cambio, estaba escuchando las palabras de Suga tras preguntarle cuando y como habían aprendido a utilizar armas.

—Ya sabes, los Idols tienen que cuidar su imagen y eso de utilizar armas no está muy bien visto, eh...—me burlé de él, viendo como cargaba una pistola, de esas que se solían ver todo el tiempo en las películas policíacas. Si no supiera que me iba a ayudar, pensaría que me iba a disparar.

—Si voy a enseñarte, al menos cierra el pico, ¿no? No creo que quiera recordarte que todos los crímenes son legales ésta noche...—habló con voz dura, aunque en el fondo pude notar algo de burla en su tono.

Rodé los ojos y por un momento sentí una presión en mi pecho. Lo sentía cada vez que escuchaba a Suga hablar. Su voz grave me podía. Me calmaba.

—Mira, ven—me avisó, y se puso a unos metros enfrente de un blanco. Escuché el eco de los disparos en toda la sala. Juré que mis tímpanos explotarían—. Éste botoncito de aquí es el seguro, si lo quitas, podrás disparar, si no lo quitas... quedarás como una ridícula en frente de tu enemigo—me explicaba, con aquella relajante voz—, y ése botón negro de ahí te permite quitarle el cargador a la pistola, y...

Me dediqué a subir la mirada, le vi. Su pelo negro, despeinado, como si se hubiera acabado de despertar, caía por su frente. Sus rostro, pálido y sin ninguna imperfección: parecía que había sido esculpido por las hábiles manos de un escultor. Se veía tan concentrado que había dejado su faceta fría de lado y ahora sólo pensaba en explicar.

Subió su mirada un segundo. Un mini infarto se presentó en mi cuerpo antes de volver a bajar la mirada hacia el arma, que estaba siendo sujetada por sus suaves manos. No las había tocado, pero tenían esa sensación. Me puse nerviosa ante su mirada, pero traté de disimularlo.

Por un momento pensé en lo bonita que sería su voz, ronca y adormilada, casi susurrando.

—¿Te has enterado?

—Sí.

—Pues toma. 

La cogí sin problema, aunque juré que pesaba más de lo que esperaba, pero no era ningún problema el levantarla al apuntar.

—Asegúrate de que está bien cargada y quítale el seguro, que está puesto. Luego apunta y te digo la posición que tienes que mantener—repetí todos los pasos y le quité el seguro, intentando no ponerme a temblar. Apuntar un arma era más difícil y daba más miedo que como te lo enseñaban en las películas—. Te has puesto recta, eso está bien, pero las manos no van así...

Como si Suga no tuviera miedo de que la pistola tuviera el seguro quitado y fuera el triple de peligrosa que antes, y sin ningún cuidado, agarró el arma y volvió a posicionarla en mis manos. Tras sus manos hacer contacto con las mías, sus movimientos eran más suaves, como si temiera hacerme daño. Las palabras no me salían a pesar de que quería decir algo. Me ayudó a agarrar el arma como era debido y volví a apuntar.

Estaba a menos de un metro de mí. A mí costado, girado levemente hacia mi lado, mirando el arma, mis manos, o no sé que más.

—Deja de temblar.

Escuché su voz a centímetros de mi oreja. Me quedé con la piel de gallina.

—Tranquilízate o así no lograrás nada.

—Qué ánimos...—dije sarcástica, antes de notar como agarraba mis muñecas con cuidado y me quitó la pistola de la mano, serio.

—¿Puedes hacerlo o qué?

—Es que estás muy cerca de mí y tengo miedo de que al disparar, te de con el brazo por el retroceso del arma—mentí por una parte. La verdad era que estaba muy cerca de mi. El retroceso no me importaba.

—Me da igual, dispara. Tienes que aprender a defenderte.

Y así hice. Apunté, respiré con profundidad, y con la seguridad que Suga me brindaba con sus palabras (no tan buenas, a decir verdad) disparé, y di en el blanco... casi.


The Purge [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora