Relato #15 La maldición de los nocturnos

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Dos mundos extraños, ajenos a todo, sus propias reglas los aislaban. Dos mundos obscuros, separados, jamás se cruzaban uno con el otro. Dos mundos ocultos, enemigos, encontrarse significaba la muerte. Dos mundos chocarían, el día señalado se acercaba...

Aparentemente Marcia Lupinus era un joven normal, iba a la escuela, salía con amigos y todo lo que pudiera hacer una chica de su edad. Pero Marcia no era cualquier chica, era una mujer-lobo una licántropa, y no cualquiera, pues pertenecía a una de las manadas más fuertes y antiguas, la manada que lideraba las demás manadas del mundo, y era la hija más fuerte del alfa, por lo cual ella sería la siguiente alfa, después de la muerte de su padre. Ella era incluso más poderosa que él, y no había nadie que se atreviera a enfrentarse a ella, por lo cual sería la líder absoluta de la manada.

Rogger Bathory era un vampiro de 500 años, pero muy joven para los de su clase. Venía de la más antigua y poderosa familia vampírica, la familia real, por lo cual, habiendo nacido vampiro, nunca había visto el sol. Era el siguiente en la línea al trono, puesto que su padre era el rey de los vampiros, y el como buen príncipe, era orgulloso y engreído, pero tenía el favor de su pueblo, ya que era el más fuerte guerrero de los suyos.

Una poderosa cazadora, al contrario del resto de la manada, prefería salir a cazar sola. La luna llena era demasiado luminosa, ella prefería la oscuridad. La luna nueva era su aliada. Un fuerte guerrero, el más bravo de su raza, buscaba algo durante sus merodeos nocturnos, algo que no encontraba entre los suyos, pero que tampoco sabía que era. Noche tras noche salían, solo era cuestión de tiempo, para que se diera el encuentro que inevitablemente llego...

Un ser extraño que la inquietaba, con un olor que nunca había sentido, como de muerte, pero a la vez vivo, un olor que le decía que el peligro estaba cerca. Una sangre que lo llamaba, especial, distinta a todo, una sangre vital y poderosa, un peligro mortal que debería evitar.

Ninguno escuchó las advertencias, ninguno se alejó a tiempo. Un cruce de miradas determinó su destino, porque a partir de ese día estaba sellado. Dos seres sanguinarios, asesinos de humanos, enemigos de raza, solo tenían la opción de pelear, solo uno podría sobrevivir. La lucha era su opción, pero ninguno pudo hacerlo. Una maldición, tan antigua como el mundo, los atrapo. Una locura tan intensa que provocaba euforia, se apodero de ellos. Un sentimiento que para ellos, enemigos de sangre y raza, estaba más que prohibido, los llenó. El amor, que a la vez es sentimiento, maldición y locura, para ellos fue invisible al principio.

Como enemigos de sangre y raza su primer impulso fue atacarse. Ella, líder cazadora noble y valiente, pero salvaje. El, poderoso príncipe guerrero, pero altivo y orgulloso. Su lucha fue brutal, ambos enemigos eran muy parejos en poder y fuerza, imposible decidir quién ganaría. E incluso más, porque la maldición que ya habían contraído, les quitaba la voluntad para destruir al otro.

Sangre se derramo, sangre se regeneró. Pese a que a no deseaban dañarse realmente, ambos eran feroces asesinos, el hambre por la muerte estaba en ellos. La contienda duro hasta el amanecer, ninguno se decidía a ganar y finalmente los separó la luz del día. Ambos tuvieron que correr a ocultarse. El bebedor de sangre podría quedar reducido a cenizas. La bestia carnívora podría ser cazada miserablemente.

Rogger nunca olvidaría una cálida y salvaje mirada de color ambarino. Marcia nunca olvidaría unos oscuros y misteriosos ojos de color escarlata. A partir de ese día sus vidas no serían las mismas, cada día se buscaban el uno al otro, con la excusa de querer destruir al enemigo. Pero en el fondo sabían la verdad; que habían caído presa de esa antigua y poderosa maldición llamada amor.

Lucha tras lucha su amor crecía, tanto que el día menos pensado tuvieron que admitir sus sentimientos, con esos gestos que no dicen nada, pero a la vez lo dicen todo. Esos gestos que son tan viejos como el amor, tan viejos como la más devastadora y hermosa de las maldiciones; una mirada, un suspiro y un beso. Con esos gestos admitieron la más grande de las traiciones que había cometido cada uno contra su pueblo. Admitieron su amor, un amor que estaba prohibido desde que los seres de la noche se enfrascaron en una contienda milenaria.

Si alguien ha recibido un beso, uno de esos que te hacen olvidar todo, uno de esos que te pueden subir al cielo o bajarte al infierno, uno de esos que te encienden el alma y te apagan la conciencia, entenderá que estos dos estaban más que perdidos, porque sentimientos que estaban tratando de negar y encadenar, se desataron como un enjaulado animal salvaje cuando se libera. Imposible alejarse uno del otro. Imposible amarse libremente.

Los futuros jefes de sus pueblos serían la vergüenza de los mismos. Los enemigos de sangre se amaban más allá de cualquier deber y responsabilidad. Tenían una difícil decisión que tomar de dos opciones posibles, tan terrible la una como la otra: vivir su amor o condenarlo al olvido. Lo primero les significaría el odio de sus clanes, convirtiéndose en unos parias desterrados. Lo segundo los condenaba a la angustia de nunca saber nada del otro y el riesgo constante de enfrentarse a muerte en una lucha, el riesgo de que su gran amor muriera en sus manos. Decidieron arriesgarse. Ambos eran feroces guerreros dispuestos a morir por sus clanes. Pero también tenían en sus almas un amor tan grande por el que estaban dispuestos a pelear hasta la muerte. Enfrentarían a sus clanes, defenderían su amor y afrontarían las consecuencias, por terribles que fueran.

Marcus Lupinus, el terrible, el alfa más poderoso que hubiera existido, solo superado en poder por su hija Marcia, un terrible adversario, siempre había querido una oportunidad para terminar de una vez por todas, la guerra contra los vampiros, de la forma que fuera. Poco se imaginaba Marcia que lo su revelación había alegrado a su padre en su fuero interno, aunque Marcus, como siempre, no revelaba ninguna emoción en su seco y acartonado rostro. Sin embargo, por dentro sonreía, lo que Marcia le estaba diciendo, representaba para él la solución definitiva, el modo de terminar la guerra.

En ese mismo momento Rogger enfrentaba a su padre. Vladimir Bathory, señor de la sangre, rey de todos los vampiros, escuchaba atentamente con su mentón apoyado en la mano derecha, tan concentrado estaba que no expresaba ninguna emoción. Había pensado exactamente lo mismo que Marcus Lupinus, la solución al milenario conflicto con los licántropos, el fin de la guerra se abría como una posibilidad ante él.

Emisarios fueron enviados y los reyes se encontraron frente a frente, como nunca se habían encontrado antes. La sabiduría popular contenida en ese refrán que los humanos conocemos muy bien: "si no puedes con tu enemigo, únetele", fue muy bien aplicada por Marcus y Vladimir, no podían el uno contra el otro, no habían podido nunca. La guerra entre vampiros y licántropos estaba destinada a ser eterna, pero el pacto concertado entre reyes la había dado por terminada sin derramar más sangre.

Un nuevo encuentro fue concertado entre los reyes, esta vez con sus hijos presentes. Marcus y Vladimir les refirieron a sus hijos el acuerdo al que habían llegado, el cual no solo terminaría la guerra, sino que también les permitiría a Marcia y a Rogger estar juntos, se les dijo además que no tenían más remedio que aceptar si de verdad se amaban. Rogger grito ¡¿qué?! Marcia hizo una cara de ¿es en serio?, y ambos se dieron una mirada de ¡no puede ser! Después de pensar un rato, se dieron cuenta de que la solución que les proponían sus padres era la mejor para evitar más sangre y estar juntos, así que aceptaron.

Un mes después se realizó la boda, los novios entraron con cara de velorio, pues a pesar de amarse en verdad no estaban convencidos de ese matrimonio. Marcia y Rogger eran aún muy jóvenes y querían vivir más la vida, aunque sus madres les decían que lo que les faltaba podrían vivirlo juntos. Marcus y Vladimir eran los nuevos mejores amigos, Vladimir invito a Marcus a jugar golf el domingo, y Marcus invitó a Vladimir a una partida de ajedrez el sábado. Y así transcurrió la extraña boda, donde los novios tenían cara de acontecimiento.

Treinta años después de ese día ya ni siquiera existía un vestigio de que entre vampiros y licántropos hubiera existido una guerra, es más, muchas fueron las parejas licántropo-vampiras que contrajeron matrimonio. Marcia y Rogger seguían juntos, y como buenos guerreros, se peleaban por quien tenía el mando, pese a ello eran muy felices y sus peleas eran divertidas. Hasta que nacieron sus hijos, gemelos, niño y niña, el niño igual a Rogger, la niña idéntica a Marcia, ahora ellos eran los que mandaban, e incluso tenían una alianza para sacarle más provecho a la debilidad de sus padres.

Y así, dos clanes que eran enemigos a muerte se convirtieron en hermanos, y todos viven larga y tranquilamente sus vidas, esperando morirse de viejos, suponiendo que pudieran envejecer, claro. Lo único que nunca ha tenido solución son los partidos de ajedrez de, Marcus y Vladimir que siempre terminan en tablas, y por eso seguirán jugando hasta el fin de sus vidas, o hasta el fin del mundo, lo que pase primero.

Si esperaban una historia donde pasaran media hora llorando, vayan a ve la novela de las 8 XD

Esta desquiciada, tonta y rara antologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora