Relato #2 El saludo de la sombra

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Hola, ¿no me reconoces? ¡¿Qué no me conoces?! Pues, ¡claro que me conoces! Y yo a ti te conozco muy bien. Vamos, haz un esfuerzo, reconóceme.
Casi siempre nos vemos, aunque diría más bien que yo te veo a ti. Todos los días te veo.
La primera vez que te vi pasabas por ese callejón oscuro, ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas el frío siniestro que sentiste? ¿Recuerdas el soplo de mi aliento en tu nuca? ¿Recuerdas la sombra negra? ¡Ah! Entonces si me recuerdas.
Saliste huyendo como alma en pena, con las prisas que causa el pavor, ¡y yo que tenía tantas ganas de hablar contigo! Así como como hablamos ahora.
Ah, ¿qué en que otras ocasiones nos hemos visto? ¡Pues muchas veces! Cada vez que pasas por un callejón oscuro y un frío de ultratumba de cala los huesos, cada vez que en la oscuridad de tu habitación sientes el peso de una presencia macabra que no te deja dormir, y cada vez que en la oscuridad sientes una sombra negra que te observa. Cada una de esas veces nos hemos visto.
¡Ah! ¿Entonces si recuerdas haberme visto? Claro que lo recuerdas, me recuerdas muy bien porque, ya a este punto, me he llevado toda tu cordura. Solo desesperación te he dejado, y planeo llevarme mucho más ti, hasta que finalmente consiga lo que más anhelo: tu alma.
Entonces vendré como siempre, cada vez que estés en la oscuridad, cada vez que estés en la soledad de tu habitación. Y recuérdalo siempre: nunca podrás librarte de mí...
Yo soy la sombra negra que te acecha, soy la sombra fría y siniestra que ha venido para devorar tu alma...

Esta desquiciada, tonta y rara antologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora