9. La Última Conversación

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Caminando lentamente por los pasillos del castillos, pero sin intención de acelerar su paso se encontraba Athan con cierta incertidumbre.

La tardanza del muchacho no era por temor, si no por apreciar un poco más los elegantes retratos encuadrados en la pared, ver cada detalle y tratar de encontrarle el sentido por los que permanecían aún allí.

Luego que había llegado a la puerta a la cual lo habían convocado, golpeó y tan pronto como el sonido se trasmite hacia el otro lado, estás se abrieron en un costado dejando su camino libre para que las cruzara.

-Deja tus cosas en la entrada- se sintió luego que su cuerpo las traspasara.

Realizó lo que le habían ordenado, la voz masculina prosiguió- Siéntate y ustedes largo.

Las dos personas que estaban con el dueño de dicha voz, hicieron una reverencia y se dirigieron a la salida.

El chico observando de reojo como estos se marchaban, caminó hasta el gran escritorio donde se podía ver unos pergaminos antiguos, entre ellos, hojas sueltas con escritura reciente y un pequeño recipiente que contenía tinta negra.

Luego se sentó.

El hombre que había escrito sobre estos, aún sosteniendo su pluma para seguir con lo que estaba, continuó- Sabes la perversidad y la locura en una persona es algo admirable de ver, no todos la tiene, y la gran mayoría le gustaría experimentar.

El chico sin tratar de interpretar sus palabras, prosiguió - ¿Mi señor?

-Quiero decir, ambas rara vez están en una persona estúpida, son una sola con la inteligencia, ¿no lo crees?.

-Concuerdo con ello, esas clases de personas son capaces de todo, da miedo su manera de llevar la vida- el joven presintió un mal sentimiento con lo que estaba diciendo pero aún así trato de seguirle la corriente.

-¿Miedo? Ja a mi no me engañas niño sabes bien de lo que hablo- comentó el rey soltando la pluma sobre la mesada y mirándolo fijo.

-La verdad mi señor, no comprendo ¿Adónde quiere llegar con todo esto?– prosiguió el joven con seriedad.

-No soy alguien que suelta palabras sin sentido muy a la ligera, siempre trato de decir lo justo y necesario. Aunque ahora estoy interactuando con alguien que intenta fingir no comprender para que las malgasté- exclamó fijando sus profundos ojos verdes a quien se encontraba enfrente- Al igual que esos seres reconocen su poder, saben reconocer a otros que lo poseen.

-¿En serio? Entonces ¿a quién descubrió para opinar de esa manera?- prosiguió Athan tranquilamente y con la misma seriedad.

-Cierra la boca y escucha- dijo con cierto exaltamiento en su voz- lo más excitante para esas personas es poder sentir la competencia contra otros que poseen su mismo ser. El deseo de demostrar lo que han logrado gran parte de su vida en pulir sus ideales, los lleva a querer destruir a todo aquel que se haga llamar similar a ellos- el muchacho continuaba en silencio siempre con su mirada fija hacia los ojos del soberano-¿Tú has visto a otra persona aparte de mí con esas características ?

Luego de un momento de silencio, el zagal, contestó– No.

El hombre a no escuchar lo que quería, golpeó con furia el mueble que se encontraba en frente de ellos, prosiguiendo a su contestación -Deja de mentir.

-Rey disculpe, no conozco a nadie así aparte de usted- se levanta de la silla y con una reverencia retrocede queriendo terminar su conversación con un -disculpe al no poder ayudarlo.

Y de repente, sin más preámbulos el calor de la habitación empezó a aumentar, el joven fijó sus ojos en el suelo viendo como una línea se empezaba a dibujar atravesando la mitad de está, levantando una pared de fuego, que no se expandía más de la silueta que se había formado, dejando claro que el objetivo era no permitir que el chico continuara su camino hacia la puerta.
Tan pronto como el chico se detuvo, el hombre con una voz sombría, le ordenó -siéntate.

Diamanti (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora