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Semana tras semana había estado visitándolo en el hospital psiquiátrico, y nunca habían cambios, y me asustaba increíblemente verlo en ese estado; ese no era él, ni siquiera era el niño travieso que tuve en casa durante un mes, y gracias a Eloise esa última semana que fuimos juntos a la visita pudimos al fin sacarlo de allí.

Se vino tranquilo en el auto, estaba demasiado sedado como para hacer cualquier cosa, pero yo me sentí mejor de saber que podía tenerlo a mi lado nuevamente y que tal vez había una oportunidad de descubrir qué hacer siempre que lográramos hallar a aquel médico.

—Te sentirás mejor de a poco —le dije acariciando su cabeza mientras lo acomodaba sentado en el sofá de la sala— ¿Quieres ver dibujos animados? —le pregunté reprimiendo una lagrima culposa y él asintió débilmente.

—Yo tengo que volver a mis asuntos —comentó Eloise sentándose en el otro sillón—. Partiré hoy por la tarde, si tengo noticias del médico te avisaré, de todas formas estaremos en contacto para saber como sigue, pero... ¿Realmente crees que podrás cuidar de él?

—¿Qué más puedo hacer?

—No puedo juzgar tus decisiones, por lo demás creo que Louis tiene suerte de tenerte; pero si fuera yo, creo que no me habría dado el trabajo de hacerme cargo de alguien así por mucho afecto que le tuviera, tienes que pensar que existe una posibilidad de que no se recupere, pero ya no es mi problema, hice lo que me pediste, lo tienes de nuevo en casa como querías. De todas formas si te sientes sobrepasado nuevamente con él, trataré de ayudarte a encontrar una clínica con mejores condiciones...

—Gracias, pero no voy a volver a dejarlo en un hospital. Encontraré la forma de hacer que me recuerde y que se recuerde a sí mismo.

—Bien. Como digas. Cuida a mi sobrino, siempre ha sido un niño muy solitario.

Eloise se despidió y me quedé solo nuevamente con Loy, pero ahora tenía más información, y usaría eso a nuestro favor.

Opté por no tratarlo como un niño, aunque tampoco podía tratarlo como un adulto, y los primeros días no fue difícil, pues los medicamentos aún estaban en su sistema y lo mantenían tranquilo.

Todos los días conversaba con él, le hacía preguntas y le contaba cosas de nuestra historia, le mostraba fotos, y eso parecía ayudar.

—¿Sabes quién eres?

—Louis... soy Louis Montes

—¿Sabes qué edad tienes? —pregunté y negó suavemente con una lágrima queriendo salir por su rabillo—. ¿Porqué no sabes? —quise saber.

—Dicen que soy grande... pero yo no sé

—¿Y qué edad crees que tienes? —inquirí y me levantó la mano mostrando sus cinco dedos como la primera vez que le pregunté lo mismo.

—¿Te acuerdas de algunas cosas? —él asintió—. ¿De qué te acuerdas?

—El hospital no me gustaba...

—¿Y te acuerdas de cosas de antes de estar en el hospital?

—Estaba aquí contigo...

—¿Te acuerdas que vivíamos aquí juntos? —me esperancé.

—Te enojaste conmigo y me llevaste a ese lugar y me dejaste solo allá... —el recuerdo de nosotros era de después del accidente, suspiré frustrado, por un momento pensé que me reconocía.

—¿Recuerdas que tuviste un accidente? —dije y él negó —. ¿Recuerdas la primera vez que estabas en el hospital, cuando te traje a esta casa?

Criando A Mi NovioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora