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Aún me sentía culpable; yo iba manejando al ocurrir el accidente; sólo desvié la vista un momento... para mirarlo a él. Sólo eso bastó para que todo sucediera.

El médico me hablaba y yo me esforzaba por entender cada palabra que me decía. Me explicaba algunas cosas, pero no sé si no quería comprenderlas o si simplemente no podía asumirlas.

—Louis físicamente ya está bien, por lo que no es necesario mantenerlo en el hospital, pero el daño que causó a su memoria, aún no sabemos si será a largo plazo. Tenemos la esperanza que sea reversible, pero habrá que hacerle más estudios en algún centro más especializado que el nuestro... —iba diciendo el parsimonioso médico de barriga abultada y barba entrecana.

—¿Entonces ya puedo llevármelo a casa? —Fue todo lo que para mí significó su discurso.

—Pero debe estar consciente de que ya nada será lo mismo... si no está atento a todas las recomendaciones que le hemos dado la situación podría volvérsele complicada, así como la misma convivencia con él. Recuerde que el golpe en la cabeza le produjo una regresión...

Esa palabra. Nunca le había tomado tanto el peso a su significado hasta que tuve que enfrentarme a las consecuencias de aquel accidente.

No fue un gran choque, pero fue lo suficientemente fuerte como para que Loy —Así es como yo le digo— se dañara su memoria... de un momento a otro olvidó prácticamente toda su vida.

Cuando despertó luego del accidente y pude verlo no me reconoció, sólo llamaba a su madre, la cuál ha estado muerta desde hace ya varios años. Me dijeron que tal vez era el shock, pero con el paso de los días su estado no cambio.

Después de una resonancia magnética y otros exámenes, y de la obvia conducta y situación, los médicos establecieron un diagnostico; dijeron que se había afectado su memoria y Loy creía que aún era un niño pequeño.

Se demoró dos semanas en aceptar que yo estaría a su cuidado y siguió preguntando por su madre aún después de eso.

            Se demoró dos semanas en aceptar que yo estaría a su cuidado y siguió preguntando por su madre aún después de eso

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Él y yo vivíamos en una cómoda casa desde hacía dos años, fecha en la que decidimos irnos a vivir juntos. Ambos estudiábamos en la universidad, yo costeaba mis gastos con el dinero que me mandaba mi padre desde el extranjero, y Loy lo hacía con la pensión de orfandad que le quedara al morir su madre. Ninguno de los dos trabajábamos, pues por el momento no nos era necesario, por lo que aprovechábamos el tiempo libre simplemente para disfrutarlo juntos como novios.

Éramos pareja desde el último año del colegio; luego de haber sido amigos por muchos meses; nos complementábamos bastante bien y yo disfrutaba cada momento a su lado.

            Éramos pareja desde el último año del colegio; luego de haber sido amigos por muchos meses; nos complementábamos bastante bien y yo disfrutaba cada momento a su lado

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Lo fui a buscar a su habitación en el hospital, para darle la noticia que podría volver a casa. Guardé sus cosas en el pequeño bolso, mientras él me observaba sentado en la cama.

—Vamos —le dije, acariciando su cabeza rubia cuando tuve todo empacado, y él me miró con sus ojos marrones, aún con desconfianza y me tomó de la mano poniéndose de pie.

Salimos al pasillo y él se sostuvo fuerte de mi mano mientras avanzábamos, observando con aprehensión a su alrededor, hasta que cruzamos las puertas hacia la calle.

Apenas vio el carro que vendía sándwich y pasteles, en la entrada al hospital, se soltó de mi mano y corrió entusiasmado directo a aquel puesto.

Recorrió todo con los ojos saboreándose y señaló con su dedo el que quería, mientras brincaba de forma graciosa. Los transeúntes nos observaban con curiosidad y el vendedor tal vez pensaba dónde estaría la cámara oculta; por la inusual conducta de Loy. Pagué, bastante avergonzado, mientras inútilmente trataba de hacer que dejara de comportarse como un crio de prebásica.

Volví a sostenerlo fuerte de la mano, y caminé hacia donde había dejado estacionado el auto, sin importarme la gente que nos miraba y susurraba cosas al pasar, algunos con sonrisas y otros con enfado, y Loy sin notar nada de aquello avanzaba mordisqueando con ansias su sándwich, mientras su vista se desviaba a un mimo que hacía su número frente a un semáforo.

Ya en el auto, se puso a cantar los pollitos dicen, sentado con los pies sobre el asiento, en tanto yo sacaba el vehículo y me unía al trafico.

Una vez, dos veces, tres veces... los pollitos dicen se repetía una y otra vez en la voz de él, cada vez más fuerte, cada vez más estridente, luego me miraba de reojo y se sonreía, y empezaba de nuevo, mientras yo sentía que mis nervios estallarían de impaciencia.

Le pedí que guardara silencio, de lo contrario volveríamos a tener un accidente antes de poder llegar a casa, ya que me desconcentraba completamente de sólo oírlo.

Calló y no sé cómo se giró en el asiento y se puso de rodillas mirando hacia atrás, apoyado en el respaldo, y empezó a hacer morisquetas con la cara y las manos probablemente a los pasajeros del vehículo que venía tras nuestro.

Mientras esperábamos en un semáforo le pedí que se sentara correctamente, y aproveché para ponerle el cinturón de seguridad. Avanzamos de nuevo, y él se puso esta vez a jugar con la manilla del auto, por suerte y tiene bloqueo electrónico. De ahí abrió la guantera y sacó todo de adentro, mirando y esparciéndolo por el auto, jugó con la solanera y con el alzavidrios, y luego de eso empezó a preguntar cuando íbamos a llegar. Los veinte minutos que duró el trayecto desde el hospital a nuestra casa, fueron sin duda, los más agobiantes que había tenido en toda mi existencia.

—¿Ya vamos a llegar? —preguntó por enésima vez con los brazos cruzados y haciendo un puchero de aburrimiento.

—Sí, ya vamos a llegar —respondí por fin afirmativamente, aliviado de estar a un par de cuadras de casa.

Detuve el vehículo en la entrada, y ambos bajamos. Él se quedó mirando el lugar como si jamás antes lo hubiese visto, luego me miró a mí en una mezcla de temor y desconfianza; se le veía inseguro y vulnerable.

—Vivimos aquí... ¿No recuerdas aquello? —pregunté con cautela. Él negó con la cabeza sutilmente en tanto observaba todo a su alrededor.


Nota de la Autora: Hola a todos los que se pasen por aquí, esta es otra pequeña historia boyslove que había empezado hace un tiempo y la tenía en mi pc, de a poco la he ido terminando, es muy corta y espero que les guste mucho y la disfruten. ¡Bienvenidos!

Loy en su versión Chibi

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Loy en su versión Chibi... ¿Verdad que es tierno?

Criando A Mi NovioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora