Capítulo 4: La sombra mutante.

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Narra _____.

Entrenamiento de Shurikens. Es algo fácil, supongo. Acerté cuatro de siete, las demás cayeron en otra parte de la diana.

—Bien hecho, ____.– habló Sarada junto a mi.

—Muchas gracias, Sarada-chan.

Ella acertó todas.

—Creo que tú lo haces mejor.– susurré, ella se encogió de hombros.

—Sería más útil que pasara el tiempo dibujando.– se quejó Inojin.

Acertó una.

—Para esto sirve lo que entreno en casa.– Shikadai también acertó otra.

—Chicos, esto es para que el profesor tomé nota de nuestro progreso.– me acerqué a ellos.

El sonido de unas shuriken hicieron que volteáramos.

—Estuve practicando en la montaña.– comentó Metal, quien había acertado todas las shuriken que poseía.

—N-no está mal, Metal-kun.

El tensó su cuerpo. Intentó lanzar otra shuriken, pero esta cayó al suelo de forma humillante.

—¡Se me resbaló, que cosas!– fue, nervioso, a recoger la shuriken.

—¡____-Nee, chicos, apártence!– se escuchó una voz detrás nuestra.

Boruto.

Con una Fuma-shuriken.

Y viene a nosotros.

Nunca me imaginé que moriría a manos de mi hermano.

Hay muchas cosas que no pude hacer en esta vida.

Cómo comer una enorme hamburguesa especial con mucho queso.

Todo gracias a mi torpe hermano.

—¡Aquí voy!– gritó nuevamente.

Caí al suelo.

Para tener buenos reflejos, este momento fue un fiazgo.

—____, ¿estás bien?– escuché un susurro, esa persona me tenía en brazos.

—¿I-Inojin-kun?

Había logrado moverme a tiempo.

Sonrojada, me puse de pie lo más rápido posible. Iba a agradecerle, pero fui interrumpida.

—¡Lo siento, _____-Nee!– se acercó Boruto.—¡Metal!

Él estaba en el suelo.

—¿Estás bien?– pregunté agachándome a su altura y ayudándolo a recobrar conciencia.

—Y-yo...

—¿De dónde sacaste eso, Boruto-Nii?– lo miré.—Pudiste matar a alguien.

—Todavía no puedes usar una Fuma-shuriken, ¿no?– comentó Inojin.

—Estaba en un casillero.– se encogió de hombros.

[...]

Es responsabilidad de grupo” fue lo único que dijo Shino-sensei sobre el tema.

Ahora estamos reparando la cara de papá cómo castigo.

—¿No están hambrientos? Porqué yo si, dattebasa.– se quejó Boruto.

—Si, ya está haciendo hambre.– habló Iwabee.

—Y-yo... Podría ir por unas hamburguesas, ¿les parece?– hablé.

El destino que nos une. ➸Inojin YamanakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora