Capítulo 14: Corazón en el agua. [2/3]

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Narra _______.

Lo único que recuerdo es un Boruto colgando en frente de la clase, además de una propuesta a una excursión al País del Agua.

Y ahora mírenme, sobre un barco, que nos lleva a nuestra primera salida de la aldea. El cielo celeste que se reflejaba sobre las delicadas olas de mar abierto, tan sólo era una parte del bello paisaje que se podía apreciar desde la borda del barco. Todo era al igual que en fotografías, e incluso... en dibujos.

Un rubio pasa por mi mente, este no se encontraba tan lejos de donde me encuentro. Estaba con su cuadernillo, ¿qué acaso nunca se separaba de él? Tenía sus piernas colgando de la orilla, mas no caía gracias a las barras de metal que sirven de barandal. Me pregunto, ¿qué tanto dibujará ahí?

Llevamos un par de horas de viaje y él continúa en la misma posición, aunque claro, no era un problema para mí, ya que así podía verle sin preocupaciones.

—_____-chan, ¿no estás emocionada?— preguntan tras de mí.

Volteo exaltada a ambas, Sumire y Sarada, no esperaba la aparición de ellas. Regulo mi respiración, para voltear desanimada a quien antes miraba.

Sin importar que tan lindo era el paisaje, por más tiempo que pasamos aquí más aburrido era. Creo que no sería aburrido si...

Suspiro con desilusión.—Supongo que sí.

—¿Sucede algo? Te noto muy decaída.

—¿Eh? N-No, solo... admiro el paisaje.

—El paisaje, ¿uh?— cuestiona la pelinegra con cierto tono de picardía, en segundos siento el ardor subir a mis mejillas por tremenda tontería que dije.

—Y-Yo...

Ella suelta una pequeña risa.—Está bien _____, ¿por qué no te acercas a ese paisaje?

Y sin más, toma de mi muñeca y me arrastra por toda la sala en la que estamos.

—Anda, no puedes dejar que él sea siempre quien se acerque a ti.— exclama entre dientes, ya que yo ejercía fuerza para no ser arrastrada.

—¿Q-Quién dijo que yo quería acercarme a él?— ella me da una mala mirada.—Sarada-chan, no es necesario.— me zarandeo.—¡Sarada-chan!

De inmediato cierro la boca, había llamado la atención del chico, quien ahora se encuentra a tan pocos metros de ambas. Sarada me suelta de inmediato, yo bajo mi mirada algo avergonzada.

—Ya no hay vuelta atrás.— susurra la pelinegra, antes de dejarme ahí, sola, y sin tener idea de que decir.

Inojin tan solo me sonríe, para recoger sus cosas y hacerme un espacio.

—Supongo que también vienes a ver el paisaje, ¿no?— pregunta, palmando el lugar junto a él, mas yo no reaccionaba.—¿Te vas a sentar?

—Yo... ¡sí!— me coloco nerviosa.

Santo cielo, ¿por qué me pongo nerviosa tan rápido? Tonto Inojin, es tu culpa.

En silencio me siento junto a él. Para colmo, ni una palabra sale de mi boca, mucho menos una mirada, rayos, en verdad era incómodo.

Gracias, Sarada.

—I-Inojin-kun.— por fin me digno a mirarle.—¿Qué dibujas?

Él me da una cálida sonrisa, como si esperara esa pregunta de mí.

—Es una sorpresa.

Inflo mi mejilla un tanto decepcionada por su respuesta, para seguido soltar una risa.

El destino que nos une. ➸Inojin YamanakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora