10. La orden del Fénix

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—Es ese estúpido paraguas de ahí, es la segunda vez que me tropiezo con...—Pero el resto de sus palabras  fueron cortadas por un horrible y         ensordecedor chillido que dejaba helada la sangre.

Unas mortífagas cortinas de terciopelo por las que habiamos pasado cuando llegamos se habían abierto de par en par. Por un segundo, cualquiera pensaria que estaba mirando desde una ventana, una ventada detrás de la cual una mujer mayor vestida con una capa negra estaba gritando y gritando como si la estuvieran torturando, pero se darian cuenta  de que simplemente era un retrato de medio cuerpo, pero era el retrato más realístico y memos agradable que cualquiera hubiera visto.

La mujer vieja estaba babeando, sus ojos estaban girando hasta quedarse en blanco, la piel amarillenta de su cara se estiraba hasta tensarse cuanda ella gritaba; y por todo el vestíbulo detrás de ellos, los otros retratos se despertaban y empezaban a chillar también. Remus y Molly se precipitaron y trataron de cerrar las cortinas para tapar a la anciana, pero no eran capaces de cerrarlas y ella empezó a gritar más alto que nunca, blandiendo sus manos para intentar atacar sus caras con las uñas.

—¡Suciedad! ¡Escoria! ¡Productos de la suciedad y repugnantes! ¡Medio desarrollados, mutantes, subnormales, largaos de esta casa! Cómo se atreven a venir a la casa de mis padres.

Tonks se disculpaba una y otra vez, incorporando la enorme y pesada pierna del troll de nuevo en el suelo; Molly bandonó el intento de correr las cortinas y caminaba de prisa, arriba y abajo, por el vestíbulo, aturdiendo a los otros retratos con su varita. Por suerte llegó Sirius.

O no tanta suerte.

Buen punto.

—¡Cállate, horrible bruja vieja, CÁLLATE! —gruñó, corriendo las cortina que Molly había abandonado. La cara de la mujer vieja empezó a palidecer.

—¡Tuuuuuuuuuuu! —aulló la vieja, sus ojos abiertos como platos tan pronto vieron a Sirius —Traidor de sangre, abominación, vergüenza de mi carne!

—¡He dicho que te calles! —gruñó Sirius,  y con un  enorme esfuerzo, él y Remus fueron capaces de hacer que las cortinas se cerraran de nuevo.

Los chillidos de la mujer vieja cesaron y de nuevo el silencio cayó.

Acariciando su largo pelo negro y apartándoselo de los ojos, Sirius, se giró para ponerse enfrente de Harry.     
—Hola, Harry— dijo lúgubremente —.Veo que has conocido a mi madre.

—¿Tu...?  

—Mi querida y vieja Madre —dijo Sirius —Hemos intentado sacarla         desde antes de que cuidaramos a Sam pero pensamos que puso un Encantamiento de Adhesivo Permanente al dorso del cuadro. Bajemos las escaleras, rápido, antes de que todos se despierten otra vez.

—Pero, ¿Qué hace el fantasma de tu madre aquí? —Preguntó Harry         desconcertado, al tiempo que cruzaban la puerta hacia el hall y bajaban una estrecha escalera de piedra mientras nosotros los seguíamos.

—¿Nadie te dijo? Esta era la casa de mis padres — explicó Sirius —. Pero soy el último Black que queda, así que es mío ahora. Se lo ofrecí a         Dumbledore como cuartel general, es prácticamente la única cosa útil que he podido hacer.

—No eres el último Black te lo recuerdo.

—¡Lyra! No sabía que estabas aquí, pensé que estabas con Sam en su cuarto.

—Estaba con Fred, pero Sam me...

—¡LYRA ALUMINÉ BLACK DELACOUR! ¡¿QUÉ HACÍAS CON FREDERICK WEASLEY SOLA?!

Una Princesa Con Poderes 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora