Capítulo 36: Crisis

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Andrea.

Los días pasaban y los insultos no cesaban, algunos buenos y bastantes lindos a Alex le encantaba poder tomar al fin mi mano en público, salir cuando queremos, subir fotos conmigo y según el "presumirme". Desde hace días me sentía bastante insegura, ya que todo esto me había hecho un revuelto de ideas en la cabeza y no podía pensar con claridad; hoy es lunes y ya pasó un mes y medio desde que la gran noticia salió a la luz.

- Pensé que aún te daba miedo el doctor, ya veo que no eres una chillona.— Sonreí antes las estupidas declaraciones de Gus. Por supuesto que yo no era chillona.
- Y a mi me agrada saber que aún tengo guardados tus videos de hace siete años que subías a YouTube.
- Ni se te ocurra porque te juro que haré que el  mundo se te venga encima!
- Cómo sino lo estuviera ya.—susurré.
- ¿Qué?
- Nada.

Seguí pensando en aquella silla incómoda de la sala de espera en el hospital. Tenía mi celular en manos y claramente apagado, a Alex no le gustaba que hiciera eso pero realmente me agobian mucho las notificaciones que me llegan cada dos minutos de mensajes irritantes.
Nunca he querido ser grosera con las housers, sin embargo me molesta mucho que Alex no me deje ni siquiera contestarles y eso que ellas a cada rato están insultándome con mensajes feos. Iugh.
«Andrea Fuentes, favor de pasar al consultorio»
La señorita que estaba en la recepción me sonrió y yo hice el mismo gesto; miré a Gus y con una pequeña mirada me dio a entender que aquí estaría.
Entré.

- ¡Andrea!.—dijo con una sonrisa mi padrino, el doctor.—Dime que te trae por aquí.—sonreí.
- Me he sentido un poco mal y pues que mejor que venir con el mejor doctor.
- Cuéntame.

(...)

Alex.
- ¡Finch, eres un tramposo!
- ¿Tramposoo?, que yo sepa poner un más cuatro no es trampa.
- Bueno, pero es un acto de mal amigo y más cuando ya tenia uno.—reproché.
- Eres un infantil.
- Y tu un estupido.

Estábamos en el piso de mi cuarto, jugando Uno, tal y como los viejos tiempos. Me parecía bastante gracioso ver la expresión de Finch cuando le decía estupido, siempre hacía algo que me hiciera reír a carcajadas.

- Voy al baño, no tardo!

Miré mi celular con tristeza, ¿Por qué Andrea me castigaba con apagar su celular?, realmente sentía que algo nos estaba faltando, desde hace tiempo sus caricias y cariños ya no eran lo mismo, todo era con cierto límite y sus besos ya no eran tiernos, ni siquiera eran besos, solo me besaba cuando yo quería hacerlo. Rasqué mi cabeza confundido y miré el pasillo, ¿Por qué ya no es mi Andrea de antes?, ¿acaso sus alas de ángel están dañadas?.
Rápidamente tomé mi iPhone y marqué a la florería que siempre lo hacía, pedí una docena de rosas rojas y les di la dirección de Andrea para que fueran con ella, de seguro así se dará cuenta que nunca dejo de pensar en ella, aunque lo evite.

Andrea.

- ¿Cómo pasó?
- No lo sabemos, pero deberías de tomarte unos días, en lo que vienes y te haces los estudios y todo eso, no es muy grave pero créeme que si te debes de cuidar.
-Sí, gracias.

Después de contarle a Gus el solo me sonrió y me abrazó, me dijo que estaba totalmente de acuerdo con mi decisión y qué tal vez era lo mejor para seguir evitando estas crisis que me daban semanalmente, lo mejor es estar sin Alex.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora