Capítulo 9

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Creo que tendría que haber subido el cap ayer, pero he estado muy ocupada, y la semana que viene no podría actualizar... así que... actualizaré los dos caps que quedan hoy y listo~. Doble ración de sensual fanfic para vosotros y yo puedo continuar con mis otros proyectos, todos felices (?).

¡Disfrutad!

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Lo que menos esperaba era que Tsukishima aceptase ir a su casa para continuar con la cita. Entre todas las respuestas posibles estaban las opciones de ser rechazado con un comentario sarcástico, ser golpeado o ser ignorado por completo. Todo un abanico de posibilidades en las que, al final, tendría que suplicarle a Kei que aceptara su petición aunque fuera por el trato que habían hecho. Pero no, no necesitó de las súplicas para que el hermoso rubio dijera que sí.

Lo que sí le costó más fue que el chico cediese ante sus coqueteos descarados. Ayudaron, con mucha posibilidad, las copas de alcohol que el moreno le ofreció al rubio al llegar a su piso. O tal vez fue que, poco a poco, Tsukishima se fue dando cuenta de que no tenía nada que perder uniéndose al "juego" que había comenzado el mayor. Algo los impulsó a unir sus labios por primera vez en aquella noche, moviéndolos de forma acompasada. Primero lento, saboreándose mutuamente, comprobando la suavidad de los labios ajenos. Más tarde con pasión, desesperados, buscando más contacto entre ellos y despojándose una a una de sus prendas.

Los labios de uno viajaban por la pálida piel del otro dejando marcas que al día siguiente se notarían con facilidad. El contrario soltaba suaves suspiros con la cordura ya lejos de él, dejando paso a la ceguera de la lujuria. ¿Cómo un hombre tan sarcástico y burlón como Kuroo podía hacerle perder los papeles con aquella facilidad? Seguía siendo un misterio a día de hoy. Pero, fuera de lo imaginable, no le importaba no hallar respuesta. Solo se centraba en disfrutar de los roces que bañaban su cuerpo, de las caricias que quemaban su piel, de los besos que arrancaban sus incertidumbres.

Gemidos, jadeos, gritos de placer ahogados. La noche era corta para ellos que, con los cuerpos sudorosos y los rostros sonrojados, se miraban a los ojos rogando por más tiempo juntos de aquella forma. Ambos estaban de acuerdo en una cosa; no quería que aquella noche terminara. Uno de ellos no era consciente de lo que se encontraría al despertar; el otro se veía obligado a hacerlo por el bien de ambos.

Una relación entre un policía y un pandillero no era algo que pudiera funcionar, y menos cuando el segundo pertenecía a una banda de tal magnitud como lo era Karasuno. Si se descubriera que el jefe de la comisaría de Nekoma estaba protegiendo a un integrante de aquella banda su reputación quedaría por los suelos. Sería despedido, sus compañeros se lo reprocharían y dejarían de ser sus amigos. ¿Qué posibilidades había de que entendieran que estaba locamente enamorado y de que el amor es ciego? Pero mientras Tetsurou no pensaba en las consecuencias que podría tener, Kei estaba sentado en la cama dándole vueltas en su cabeza a la descabellada idea de huir de aquella casa mientras no fuera demasiado tarde. Era, ahora, consciente del todo. El alcohol se había evaporado de su sangre y su cerebro trabajaba con velocidad para decidir cuál sería su siguiente movimiento en aquel juego en el que había aceptado participar.




No lo esperaba.

Pensó, ingenuo de él, que al despertar encontraría al bello chico de cabellos y ojos dorados a su lado, tumbado. Imaginó poder abrazarlo y despertarlo con un dulce beso en los labios y un "Buenos días, Tsukki. Qué lindo te ves sin gafas". Algo en su interior la noche anterior de advirtió de que aprovechara aquellos momentos junto a Tsukishima mientras aún lo tenía entre sus brazos, y aquel era el precio por ignorar a su inconsciente.

Más dulce que la sal [KuroTsuki/BokuAka/IwaOi] [Yaoi/Gay/Haikyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora