Capítulo 7

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No lo habían planeado así, sucedió como si el destino quisiera jugarles una mala broma, o como si en verdad quisiera verlos juntos. Kuroo había llegado allí después de perseguir a un integrante del Karasuno, un chico pequeño y de cabello naranja. Tenía que admitir que a pesar de su baja estatura era un chico rápido y escurridizo, casi un experto en la técnica del escape, porque lo perdió de vista nada más llegar al aparcamiento subterráneo. Tsukishima, por su parte, solo estaba buscando un lugar tranquilo donde no tener que aguantar los gritos de los estúpidos de Kageyama y Hinata. Necesitaba un tiempo a solas para poder razonar una táctica de ataque. Claro, sus intenciones se vieron interrumpidas por la aparición repentina de uno de sus compañeros de equipo, quien escapaba del moreno que se encontraba frente a él en esos instantes. Algo le decía que no debía fiarse de esa mirada burlona y de esos ojos felinos que lo observaban como si él fuera una especie de presa para una bestia hambrienta.

Y tal vez no andaba tan desencaminado en sus hipótesis, porque era cierto que Tetsurou era una bestia hambrienta. Quería comerse a Kei desde el primer momento en el que lo vio.


— Pero si es mi querido amigo Tsukki. Qué sorpresa encontrarte por estos lares.

— Mi banda y tu equipo de policías están peleando en los pisos de arriba y fuera del edificio. Creo que sorpresa es lo mínimo que deberías sentir en estos instantes. — comentó sin demasiadas ganas de seguirle el juego, con un tono algo frío.

— ¡Qué cruel, Tsukki-chan! — el policía fingió sentirse ofendido por la respuesta del rubio, pero no tardó en volver a su burlona expresión al ver cómo el nombrado giraba su rostro algo sonrojado y su ceño se fruncía con aquel patético mote con el que lo había llamado el mayor. — Pensaba que podríamos ser amigos.

— No lo veo necesario.

— ¿Ah, no?

— No, eres una molestia.


Sí, el menor era bastante directo y no se cortaba al expresar lo que sentía. De ser una persona sensible, como Bokuto, Kuroo estaba seguro de que se habría rendido a la primera contestación. Pero no, Kuroo Tetsurou nunca se rinde, él siempre ganaba y lo iba a demostrar. Se iba a ganar el aprecio -en principio, y luego ya pasaría a robarse el corazón- de ese chico de gafas con ojos dorados.

Lo que él no sabía, era que no era el único interesado en el contrario. Era gracioso cómo, en un principio, le había caído mal aquel chico de apariencia arrogante y engreída, con ese peinado tan típico de una persona que quiere llamar la atención con sus apariencia y una sonrisa irónica que deseaba ver desaparecer. Lo había detestado, odiado, había deseado que desapareciera. Claro, la primera impresión no ayudaba para nada; pensó que el moreno estaba acosando a su mejor amigo en un callejón vacío, pero gracias a las posteriores conversaciones con Yamaguchi se dio cuenta de que era solo un buen ciudadano que se preocupaba por los chicos lindos que paseaban solos por la noche en calles oscuras de barrios problemáticos.


— ¿Qué debo hacer para agradarte, Tsukki?

— Desaparecer.


Uh. Sin duda ese chico era divertido; sí, porque aunque a cualquier persona normal le habría molestado una respuesta como aquella, Kuroo Tetsurou era raro, demasiado, y por eso esbozó una sonrisa ladeada como muestra de su agrado por el rubio.


— Pero Tsukki, yo quiero estar contigo.

— Yo no quiero que estés conmigo.

Más dulce que la sal [KuroTsuki/BokuAka/IwaOi] [Yaoi/Gay/Haikyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora