Notas de la Autora: Penúltimo capítulo. Gracias a todos por sus votos, comentarios y apoyo a esta mini historia Romanogers.
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Iban caminando alrededor de media hora a cuarenta minutos, estaban cerca de la cabaña. El regreso fue en silencio, salvo algunas preguntas divertidas por parte de Natasha, frases sin sentido, pero nada más. Tal vez se debía a que, de igual forma, caminar una hora ida y vuelta tenía su agotamiento después de todo. Sumarle a eso, que llevaban meses sin entrenar bien y eso hace que el cuerpo tenga menos resistencia.
Llegaron a la cabaña alrededor de las dos un cuarto de la tarde y a ambos ya les dolía el estómago. Necesitaban recargar energías.
—Yo cocinaré. —dijo Steve mientras dejaba la mochila en el pequeño sofá, sacando las bolsas—, ahora si quieres puedo cocinar algo que no sea comida enlatada.
—¿Entonces puedo pedir caviar?
—Con forma de guisantes, claro —Steve le dedicó una sonrisa Natasha se derretía por completo. Le quedaba tan bien esa barba por dios. Suspiró mentalmente para olvidarse de aquello, acercándose a la mochila para sacar sus compras.
—Iré a guardar mis prendas nuevas mientras espero tu almuerzo. —sacó sus bolsas y se dirigió a la habitación.
Ese día en particular, estaba algo tibio, no corría casi nada de viento. Estaba bastante agradable como para andar un poco más primaveral. Y eso fue lo que hizo la rubia. Además de ropa para el frío, Natasha compró algunas prendas ligeras para climas así.
Se visitó con un vestido holgado negro, que le llegaba un poco más arriba de la rodilla, donde tenía estampadas flores de color rojas y algunas pequeñas de color blancas.
A pesar de no ser la ropa común que la espía usa normalmente, al verse en el espejo, no se veía para nada mal. Se sentía diferente, hasta pudo notar lo pálidas que estaban sus piernas.
—«Creo que debo broncearme un poco»
Luego, procedió a ponerse unas sandalias del mismo color de su vestido, con un tacón más o menos de unos cinco centímetros, los cuales se afirmaban con una correa delgada en el tobillo. Cualquiera podría pensar que Natasha intentaba algo. Pero no, ella sólo quería lucir diferente, sentirse distinta.
—¡Nat! —gritó Steve desde la cocina—, ¡está casi listo, ven a sentarte a la mesa!
Los nervios se apoderaron de ella como una adolescente. Qué diablos estaba pensando al vestirse así. Bueno, hacía un poco de calor, con ese argumento bastaba. Suspiró, sacudiendo un poco su hermoso vestido y se dirigió hacia la cocina.
Steve había cocinado un par de bistecs con verduras salteadas en aceite de oliva, algo simple pero que no deja de ser delicioso. El rubio cocinero se volteó con ambos platos para depositarlos en la mesa cuando la vio.
Y era que no podía reaccionar.
Estaba de pie en el marco de la puerta de la habitación de ambos, un poco temerosa por el nuevo atuendo que llevaba puesto. Se sentía escaneada por su compañero de pronto, y decidió romper el pequeño silencio que habitaba ahí.
—Me gustó esta prenda —¿dónde estaba su otro argumento del calor y todo eso? Al parecer fue totalmente desechado por la espía. Steve aun no articulaba palabra, así que ella continuó hablando— Es bordado a mano...
Su compañero parpadeó rápidamente, dándose cuenta que aún tenía ambos platillos en sus manos y los dejó en la mesa para observar mejor. Es que ya no podía hacerse el loco. Natasha lucía hermosa y ese vestido marcaba mucho su figura. Si no sentía nada al verla, era simplemente de puro idiota.
Romanoff estaba esperando alguna respuesta de su compañero y los nervios nuevamente se estaban apoderando de ella ¿Por qué no decía nada? Ya no sabía qué más decirle.
—Te ves muy hermosa...
Finalmente dijo lo que pensaba sobre ella. De alguna u otra manera, Steve sintió como algo en su pecho se liberaba, pero a la vez, podía percibir una presión o falta de aire al haber dicho esas palabras. No estaba arrepentido, para nada. Hasta él mismo estaba sorprendido de lo que había dicho. Él pudo observar como las mejillas de Natasha se tornaban algo rosadas, eso era un buen indicio.
"Nat". Cada vez que él la nombraba así, sentía que su temperatura subía de a poco. Algo en sus palabras, su voz, provocaba este tipo de cosas en nuestra espía. Era algo que le gustaba cada vez más en el rubio.
—Eso no me lo esperé de ti. —le dedicó una sonrisa pequeña, mientras se sentaba en el comedor—, gracias Steve.
—Espero que te guste —se sentó en frente de ella, quitándose el delantal que utilizó para cocinar, dejándolo atrás en el respaldo de la silla—, no es caviar esta vez y... tengo que ser un tonto como para no decir lo linda que te ves así.
Ella tomó uno de los cubiertos para probar un poco la carne. No quiso tener contacto visual aún con Steve. Una rara sensación se apoderó de la rubia de pronto al escuchar esas palabras. Rogers jamás ni en su sano juicio diría algo como lo que dijo. Se veía confiado, sereno, hasta le parecía que había crecido en ese aspecto. Lo peor era que le gustaba este nuevo Steve seguro de sí mismo. Pero igual quiso contra atacar.
—¿Por qué no veo tus mejillas coloradas Rogers? —preguntó un poco coqueta, intentando incomodarlo un poco. Pero no lo consiguió y Steve respondió sonriéndole.
—La que tiene las mejillas coloradas aquí eres tú, Romanoff.
—No es verdad —se llevó un bocado para probar—, que tenga algo de calor no significa que esté sonrojada —La espía por ningún motivo quería admitir aquello que Steve afirmaba.
—Por qué no aceptas de una vez, que el pequeño cumplido que te dije hace un momento te dejó así. —Steve cortaba su carne mientras hablaba con ella—, el tiempo puede pasar, pero, tú sigues teniendo ese orgullo que te representa.
Steve ya podía leerla como a un libro abierto. Y ella, se sentía vulnerable, pero a la vez, le gustaba que Rogers la analizara y le hablara las cosas tal y como las percibe. Prácticamente habían vivido tantas cosas juntos, que, de algún modo, se habían afiatado en todo.
—Bueno... —empezó ella—, no es normal que seas tan... —Natasha no tenía la palabra para describir a Steve en ese momento. Él sólo la observaba, intentando predecir lo que ella quería decir.
—¿Expresivo? —respondió preguntando. Su compañera negó.
—Más seguro de ti mismo. Ee aseguro que en otro tiempo, jamás le hubieras dicho esto a alguna chica.
—«Quizás nunca te lo hubiera dicho a ti...» —pensaba Steve al pasar nuevamente el cuchillo en la carne con algo de verduras.
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[Continuará...]
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Three Years Later
FanfictionHistoria Post Civil War: ➡️ ¿Cómo fue la vida de Steve Rogers y Natasha Romanoff después de que se terminara la Civil War? Historia corta Romanogers ⚠️ADVERTENCIA⚠️ Capítulo 10 para mayores de 18. Si no lees contenido adulto, no sigas leyendo. - - ...