¿¡Dónde estás!?

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Por fin despertó de ese sueño tan tranquilizador, no sabía si había sido un sueño o una hermosa realidad, pero al intentar incorporarse se vio solo cubierta con su sábana blanca, si fue más que real.

Pero no vio a Hans por ningún lugar de la habitación, solo alcanzo a ver en la mesita de té una hoja doblada a la mitad, como pudo se medio cubrió con la sábana arrastrando casi toda detrás de sus pasos, la tomó despacio y sonrió al ver que la letra era de Hans.

Hans

Mi hermosa Reina

Tuve que salir muy de mañana, no quise despertarte estabas como un ángel.

Volveré pronto. Extrañame mientras tanto.

No está de más decir que tengas cuidado.

Siempre tuyo.

Hans jacoby III.

Un

Un suspiro salió de su pecho tomando la carta entre sus manos la llevo hasta su corazón. Ciertamente Mila se estaba enamorando y eso no estaba bien.

Los días fueron transcurriendo y cada vez se extrañan más, hasta que un mareo dejo a Mila en el suelo.

-¡Su majestad! ¿Está bien?- dijo su doncella, Casie, llevaba por nombre, llevaba poco trabajando para ellos, pero había demostrado devoción por la reina y se había ganado su confianza.

Se agacho rápidamente y ayudo a levantarla.

-Si debió ser que no he desayunado aun, dile a Jeffrey que en unos minutos bajare a comer algo, solo fruta y un jugo, amanecí un poco mal esta mañana.

-Si mi señora como usted ordene solo la dejaré en la cama para que repose un momento.

-Gracias Casie.

Vio salir a su doncella y se aventó en la cama de espaldas. ¿Qué le estaba pasando? Definitivamente no estaba bien.

Después de tomar el desayuno se fue al despacho a atender los asuntos del reino, debía ver los impuestos para los ciudadanos, no quería que se abusara de ello, así que bajo considerablemente la tasa de interés para todos. Su recaudador se encargaría de todo.

Pero ese sentimiento no la dejaba en paz, el aire le comenzaba a faltarle, su pecho estaba agitado, algo grave estaba por venir.

-Miller!!! Miller!!!- Dijo y a los pocos minutos un hombre con un escudo y una enorme espada a su costado apareció ir la puerta, ni más ni menos que el encargado de la guardia real, él se encargaría de que todo estuviese en orden en todo el reino entero, mayormente en el castillo.

-¡Si su majestad! – Dijo con su pose soldadesca

-Miller, tengo un mal presentimiento, debes estar alerta, cuida el reino aumenta las rondas, el pueblo, que todo este seguro. Algo no anda bien.

-Si mi lady, todo marchara bien. No se preocupe la seguridad es mi deber.- dijo y salió corriendo al patio principal.

Mila decidió subir a su habitación, pero cuando iba camino a ella escucho ruidos por la biblioteca, no podría quedarse con la curiosidad así que fue a ver de qué se trataba.

Su semblante cambio de curiosidad a terror cuando vio en una de las maderas del piso asomarse a un ser espeluznante, su rostro carecía de color era pálido como la nieve, sus dientes negros y a la mitad, su boca estaba cubierta de sangre, su cara completamente llena de suciedad, sus ojos no tenían color estaban dilatados y esa mirada tan terrorífica, hizo que Mila diera un grito de terror como nunca, salió corriendo de ahí hasta llegar a su habitación, necesitaba algo con que defenderse, ella no era de las que corrían a esconderse, no, si no de que valía tantos años de entrenamiento, llegó a su habitación tomo su espada que tenía en un estante en el muro, y al querer salir la criatura espeluznante estaba parada en la puerta con la mirada fija en ella.

Tan solo de verla los vellos del cuerpo se erizaron, no era miedo lo que tenía sino algo más, era más bien pánico, pero no podía quedarse ahí petrificada, debía defender su reino, debía defenderse a sí misma primero.

-Que...Que quieres criatura- preguntó y solo veía como esta se iba acercando sin siquiera caminar si no que se arrastraba por el suelo, más bien flotaba o levitaba no lo sé, pero sus pies parecían no moverse aunque la distancia se iba acortando.

-A ti- dijo como en un susurro mientras su pútrido aliento golpeaba el rostro de Mila provocándole náuseas.

-¿Porque?- Dijo Mila empuñando su arma frente a ella como en señal de defensa.

-Abrahaxas quieres verte, no me hagas rogar reinita.

-Antes muerta que ir con ese demonio.

-Como tú digas- dijo mientras corría hacia Mila dándole un golpe haciendo que cayera al suelo.

-Mila dio un movimiento rápido con su espada, y rasgo el brazo de la criatura.

-¡Maldita zorra!- grito y dio un giro golpeando con su codo su cien dejando a Mila inconsciente.

Jeffrey fue a la habitación de la Reina, pensando que se sentía mal llevaba en una bandeja un poco de fruta la cual cayó al piso regándose toda cuando vio que la habitación estaba toda desordenada, con golpes de espada en las paredes, lodo y sangre en el piso. Definitivamente algo malo había pasado ahí. Salió corriendo a toda prisa gritando:

-¡¡AUXILIO!! ¡¡AUXILIO!! La reina algo le ha pasado a la reina... ¡¡Señor Miller!!

-¡Que pasa Jeffrey, porque esos gritos!

-La reina mi lord algo le ha pasado, entre a su alcoba y no esta y hay marcas, huellas de pelea. Siento que algo malo paso.

-Muy bien Jeffrey, reúne a todo el personal, necesito que revisen todo el castillo, no dejen nada sin inspección... ¡MUEVETE JEFFREY NO TE QUEDES AHÍ CONGELADO!

-Sí... Si mi lord- Dijo el pobre asustado cuando salió corriendo.

El castillo estaba más que bien revisado y no había rastros de Mila pareciera que se la hubiese tragado la tierra.

-Señor... hemos buscado por todo el pueblo y nadie vio nada extraño, todo normal.- Dijo un jefe de cuadrilla de la guardia real.

-Debemos seguir buscando. Necesitamos más apoyo ampliar la búsqueda, a los reinos aledaños, manda mensajeros a los reinos más próximos, en especial al Rey Hans. En calidad de urgencia.

-¡Si señor! Enseguida.

...

Hans había tardado más en abrir la nota que en salir corriendo en busca de su amada, todos los guardias se encontraban buscando por los alrededores. Pero esto iba más allá que una simple desaparición, esto no podía ser obra de alguien más que no fuera ¡ABRAHAXAS!

ATADA A TI ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora