—Ese idiota pagará todo lo que ha hecho, y desde la paliza que le di, espero que no te moleste más. Entiendo lo difícil que se te ha hecho todo esto y sola, pero ya no será así. Aquí me tienes pequeña.—Coge mi mano mientras que con la otra mano me acaricia mi cara.—Estarás bien. Estaremos bien.
—¿Cómo crees que estaré bien? ¿Qué estaremos bien?—Comencé a argumentar, aguantando entre dientes todo vocabulario no apropiado para la situación.—¿Crees que sólo porque llegaste aquí, todo estará bien? No, nada de esto estará bien. Toda mi vida ha sido así y que llegues ahora no significa que algo cambiará, no seas un idiota. Eres mucho más inteligente que eso.
—¿Y si nos vamos de aquí? ¿Y si, escapamos?—Empezó a preguntar Nathan, ignorando aparentemente mi argumento.
—No seas imbécil.
—¿No te gustaría ir a una casa de lago en el bosque? Vamos por tres días. Olvidas todo y se feliz.—Dijo, esta vez con un brillo especial en sus ojos tomando una de mis manos.
El silencio invadió el lugar, no sabía que decir de aquella decente propuesta de Nathan. Tal vez era todo lo que necesitaba. Un viaje a algún lugar desconectado del mundo. Pero, ¿debería hacerlo? ¿Escapar? No sé si debería pero es lo que necesito. A lo mejor ocurría lo mejor... como lo peor.
—Esta bien... ¿A dónde iremos?—Dije llena de dudas ante mi decisión.
—A la casa del lago de mi familia. Queda a una hora de aquí, no es tan lejos. ¿Aceptas?
—Sí, ¿cuándo iremos?
—¿Te parece si nos vamos hoy en la noche y volvemos el lunes?
—Claro, pero antes debo tomar algunas cosas de mi casa. ¿Me puedes llevar?
—Claro.
Al escuchar mi petición, Nathan puso el carro en movimiento hacia mi casa. Quería recoger algunas prendas de ropa, zapatos, y cosas necesarias para el viaje. No quería ir y quedarme en las mismas fachas durante los tres días.
En el camino, se me cruzaron más de mil ideas de cosas que podían pasar allí. Nathan es capaz de ser un violador o asesino, y aquí estoy. A punto de ir a su casa en el lago.
Al llegar a mi casa, no había rastros de mi madre. Entré sigilosamente a mi habitación, e hice un maletín con ropa y cosas necesarias.
—¿Me llevo un traje de baño?—Pregunté, pensando en nadar en el lago junto a Nathan.
Sin pensarlo dos veces, busqué el único traje de baño que tenía. Este era rojo con un diseño de círculos blancos.
Al terminar el maletín, corrí hacía el carro de Nathan. Al mirar por el retrovisor, pude observar que el carro de mi madre se acercaba. Le pedí a Nathan que avanzara y así fue.
(...)
Nathan paró en una gasolinera a comprar algunos dulces y bebidas para el camino.
—¿Quieres algo más Gracie?—Preguntó Nathan gritando desde el otro lado de la tienda, donde se acercaba a la caja.
—No, está bien así, gracias.
Tomamos lo que habíamos cogido para el camino, y fuimos directo al carro. Nathan aprovechó y le echo un poco de gasolina al coche. Mientras esperaba, abrí una de las bolsas de caramelos que escogí.
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La que nació por pena #CarrotAwards2018
Novela JuvenilNovela trágica, llena de acción. No me hago responsable por el dolor, tristeza, o risas que te pueda causar esta novela. Esta historia no siempre será trágica. Basada en hechos reales. QUEDA PROHIBIDA LA ADAPTACIÓN DE ESTA NOVELA. Todos los derec...