Capítulo 12

414 43 2
                                    

Ver la vena, a punto de salirse, de la frente de Matteo causa terror.

He aquí la pregunta del millón.

¿De quién es eso?

Cabe resaltar que todas estuvimos un poco extrañas el día de hoy, sin embargo... no se que responder.

¡Ayúdame Dios!

Esto es como estar en un interrogatorio, solo que algo cambia porque al parecer aquí el policía bueno no existe.

Todas nosotras estamos rígidas en el mismo sitio cuando nos dijo la pregunta.

Sé que ahora desconfía de nosotras, y con mucha razón, pero también debe entender que nadie le dira de sopetón que esa prueba es suya. Sé que solo quiere protegernos, pero con ese porte solo hace que nos quedemos calladas por más tiempo y no digamos nada.

Las palmas de mis manos empiezan a sudar por el nerviosismo que abarca mi cuerpo, y no me queda de otra que limpiarlas en mi pantalón bajo la atenta mirada de Matteo.

Quiero llorar, gritar, vomitar, todo eso está consumiendo mi cuerpo y estoy segura que en cualquier momento todo eso fluirá.

Amanda parece estar algo relajada, su porte me confirma que no tiene miedo solo preocupación.

Mi mirada va entre Zoe y Cass, ellas parecen llevar todo el problema sobre sus hombros, y eso se hace notar más cuando veo que los ojos de ellas están rojos, como si quisieran aguantarse las ganas de echarse a llorar.

No puedo estar más tiempo así.

Mi cuerpo se mueve sin mi consentimiento y con gesto preocupado voy a ellas estrechándolas en mis brazos, donde en ese abrazo por fin se permiten llorar.

Amanda y yo, juntamos nuestros brazos para así poder abrazar a Zoe y Cass, me rompe el corazón al escuchar los sollozos que botan mi hermana y mi mejor amiga. De mi mejilla se escapa una que otra lágrima silenciosa.

Sobando sus espaldas, logro que poco a poco se vayan calmando y que sus sollozos se hagan inaudibles con el paso.

Esa prueba no es mía, y no creo hacerme otra por mucho tiempo.

Esa prueba que tiene Matteo en sus manos es una de ellas y, con el dolor de mi corazón, creo estar ser segura que quién podría ser.

─ Esto solo me confirma que el problema no es solo de una.─ La voz de Matteo resuena por toda la sala.

Volteo mi cuerpo en dirección a Matteo para ver como la decepción embarga en él.

Matteo tiene una actitud que me confunde.

Su mirada no va dirigida a quien yo pienso. Frunzo el ceño y efectivamente tengo toda la razón. Su decepción en vez de estar por parte de Cass, va dirigida a Zoe.

Mi hermano no dice una palabra más. Aprieta sus manos formando puños y con la vena a punto de salirse de su frente, gesto que no pasa desapercibido de que está hecho furia, se va de la casa cerrando de manera brusca la puerta y haciendo que esta de un sonido ensordecedor por los alrededores de la casa.

Miro a Zoe y me percato que se quedó viendo por donde salió Matteo, se me forma un mal sabor en todo esto.

Amanda se dirige con su celular hacia el baño, supongo que será algo importante que tiene que atender.

Un pesado suspiro brota de mi ser por este tema, yo no puedo estar tranquila con esto. Con pasos lentos retrocedo para poder ver mejor los rostros de Cass y Zoe. Sus ojos están muy rojos por, obviamente, el llanto de hace poco, su respiración está empezando a tornarse un poco más estable y ambas se dan un abrazo así mismas.

Me parte el corazón verlas así, estoy segura que en cualquier momento me echaría a llorar con ellas por el simple hecho de verlas rotas cual muñeca de porcelana.

[...]

Las cuatro estamos sentadas en el sofá de la sala. Cassandra y Zoe ya están más tranquilas lo cual me da una oportunidad para saber de una maldita vez de quién es esa prueba.

Siento un dolor en el pecho al saber que ninguna de ellas, incluso Amanda, confió en mí en algo sumamente importante. Desearía estar molesta, pero eso lo dejaré para después.

Hace momentos les hice una pregunta, a lo cual ninguna respondió. Tuve mucha molestia ante su actitud de no decir nada y solo bajar la mirada.

─ Ambas me decepcionaron mucho al no confiar en mi─ Mi mirada va de recorrido por las tres─ esta es la segunda y última vez que le pregunto a ambas: ¿De quién es esa prueba de embarazo?

Ninguna de las dos me responde causándome gran enojo y exasperación y, por si fuera poco, el timbre de la casa suena anunciando que la persona que está afuera llegó para desmoronar la conversación.

No me molesto en abrir la puerta, porque Amanda ni bien escuchó el timbre dio un salto para ir a abrirla y, con eso, dejando ver a dos personas que no tenía ni la más remota idea de lo que es que hacían acá.

...

Mala CombinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora