Capítulo 13

491 50 3
                                    


Nadie sabe lo que pasará el día de mañana. Ninguno de nosotros predice el maldito futuro. Los que dicen hacerlo son simples mortales que no saben qué hacer con su desdichada vida. Nadie tiene un puesto asegurado en esta vida.

Como dicen por ahí "hacer las cosas bien", según eso, te ayuda a quitar algún peso encima de ti. Pero se olvidaron de un detalle importante, que es a costa de ti mismo.

Todos alguna vez hicimos algo de lo que estamos arrepentidos, sin embargo, ese algo por más que quisieramos que el tiempo lo borrara, no puede, porque nada desparece solo se supera para mejorar y recordarlo como una lección de la vida.

No me importó la presencia de las dos personas que seguían en el umbral de la entrada, no me importó que esa persona es alguien a quién defendería toda mi vida, no me importó nada.

El silencio de la sala fue interrumpido por el fuerte sonoro de una bofetada. Algo que hice en mis cuatro cabales. Porque yo escuché perfectamente cuando esa persona confesaba sobre lo que hizo. Me enfureció demasiado.

¡EMBARAZADA!

Cassandra se sobaba la mejilla y veía como las lágrimas inundaban su rostro. Mientras que todas las miradas acusatorias estaban en mi dirección. Con lágrimas en los ojos, no tuve tiempo para ver cómo todos estaban sorprendidos por mi reacción y a la vez molestos por mi acto, tuve que subir a mi habitación para desaparecer de todo esto que me enfurecía.

─ ¡Micaela!

La voz de Ian resonó por toda mi cabeza y, a pesar de sus gritos, no paré hasta llegar a mi habitación a echarme a llorar encima de mi cama con mi fiel almohada.

¡Es solo una mocosa que no sabe ni freír un huevo! ¡Por Dios, no puedo creer que esté embarazada!

Varias cosas rondan en mi cabeza en este momento, pero lo principal es del porqué Ian estaba aquí.

No se como se lo tomarán mis padres, Matteo, porque estoy segura que no reaccionarán de la mejor manera como todos creen.

Matteo también es otro caso, pero la mirada que le dio a Zoe antes de salir de la casa, me dejó con mucha intriga. La idea que pasa por mi cabeza es demasiado estúpida, pero no la descarto. Hasta las ideas que creemos tontas y absurdas pueden llegar a ser verdaderas.

¿Cómo fue que pasó?

Las constantes salidas de ella me dejan una mínima respuesta de lo que podría ser si se completa.

Nunca presentó a alguien como su novio, nunca la vi besándose con alguien. Al parecer tenía todas sus cartas bien jugadas, y desgraciadamente una de ellas salió con paquete extra.

Mis respiración empieza regularizarse, mis ojos arden y los mocos ya no salen de mis fosas nasales. Me siento en la cama, mis pies chocan con el piso y mi mano va dirigida hacia la mesita de noche de mi habitación. Con todo este ajetreo olvidé tomar la dosis de hoy, saco dos pastillas del pequeño frasco y procedo a tomarlas con un poco de agua que cargaba en una botella.

Estoy a segundos de echarme a mi cama, y no despertar hasta que todo se calme, cuando escucho que tocan la puerta. Esto tiene que ser una broma.

─ No quiero hablar con nadie.─ No sé quien está detrás de la puerta y tampoco me importa, yo solo quiero dormir.

─ ¿Ni siquiera conmigo?─ la voz de Ian hace que me olvide de dormir por un rato. Pero eso no me basta como para estar lo suficientemente activa para abrirle la dichosa puerta.

─ No, ni siquiera contigo ¡Déjame dormir!─ que horror, parezco una niña malcriada.

Me envuelvo en la sábanas y finjo dormir.

Eso no bastó para que este individuo profanara mi habitación. Parece Pedro por su casa.

La esquina de mi cama se unde por el peso ejercido de alguien, y ese alguien es... o si, el profanador de Ian.

Sus traviesas manos empiezan a acariciar mis piernas, que están dentro la sábanas, y prosigue a hacerme cosquillas en los pies.

Una carcajada se escapa de mi a causa de esas fastidiosas cosquillas.

Ian termina con su faena de llamar mi atención, que desgraciadamente consiguió, y prosiguió a agarrar mis muñecas, quedando a ambos lados de mi cabeza, y haciendo que mi rostro esté frente al suyo. Tenía una mirada de autosuficiencia y una sonrisa socarrona, cosa que me irritó.

─ Quítate Ian, no estoy de humor y menos en esta posición.─ Pero claro que al joven no le importó mis quejas, en cambio a eso, acercó más su rostro quedando a centímetros de que nuestras narices se toquen.

─ Hermosa, tenemos que hablar. Aunque ─ lo medita unos segundos─ Esta posición es más efectiva si hacemos otra cosa.

Lo observo como si estuviera loco, que claramente lo está. Me libero de su agarre y lo empujo, consiguiendo así, que caiga de cara al suelo.

¡¿MI HERMANA ESTÁ EMBARAZADA, Y ME VIENE CON ESAS TONTERÍAS?!

─ ¡Auch! ─ se queja.

─ ¡Que te den, Ian! ¡Tengo sueño, no jodas!

Me envuelvo en la sábanas si dejar que alguna parte de mi cuerpo salga de su envoltorio. Veo como el individuo se levanta y se soba la frente, eso hace que me sienta un poquititito mal. Se siente nuevamente en mi cama pero esta vez mas cerca de mi.

No le importó cuántas groserías le haya dicho, el vino con un propósito, el cual no es tener sexo, es hablar conmigo.

Es el único amigo que tengo, no lo puedo botar así como así, aunque... si puedo pero no quiero. Es algo contradictorio.

Suelto un suspiro y termino de desenvolverme para sentarme en el colchón. Ian sigue atentamente todos mis movimientos, da un poco de miedo.

─ Bien, hablemos.

Ian sale de su hipnosis, sin mi permiso se sienta al otro costado de mi cama estando junto a mí.

─ Tu crees que hablaré sobre lo que pasó abajo, pero no es así.─ lo miro confusa, el solo me da una cálida sonrisa que me eriza todo.─ Yo vine con ese propósito, pero se esfumó al estar sentado contigo, son dos meses y un poco más donde nos conocimos─ Hace una pausa y toma una bocanada de aire para seguir hablando─ Yo... yo... Mica... yo

Noto el nerviosismo en su voz y le doy un leve apretón a su mano para que pueda tranquilizarce un poco. Mis ojos van de nuestras manos hacia esos ojos marrones. Ian, ahora mismo, refleja un dilema que no está seguro de cómo resolver. Quiero decirle que hable, que se exprese en lo que lo tiene atormentado.

Pero, sin esperarlo, sus labios están encima de los míos. Iniciando un beso, que no esperaba. Me toma un poco de sorpresa pero al final decido corresponder, porque me gusta, porque quiero.

Mis manos se van hacia su nuca incitando a que se apegue más a mi como si fuera posible.

Movemos nuestros labios en un ritmo indescriptible, muerdo su labio inferior para tomar la iniciativa de posicionar mi lengua con la de él, logrando saborearnos entre sí.

Con la respiración agitada y una tonta sonrisa abro mis ojos dejándome ver a un Ian en la misma situación que yo.

Salimos de nuestra pequeña burbuja por unos desesperantes toques en mi puerta.

Sin esperarlo Matteo ingresa a mi habitación, sin mi consentimiento, quedando sorprendido por lo que encuentra adentro.

Sé lo que piensa, pero no es como él cree.

Su ceño se frunce al ver a Ian en mi cama.

─ ¿Me explicas, o me explicas?

Otra vez la misma vena sobresaliendo sobre su frente, claro signo de su enojo.

...

Mala CombinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora