8.- Enamórate con todo.

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Fue una decisión repentina. Sin base ni argumentos. La idea más estúpida que se le haya cruzado de repente.

Un día, al despertar, Craig simplemente pensó: A la mierda con todo.

Es decir, ¿Que más daba sí Tweek sabia que le gustaba?
De cualquier forma, el sentimiento era algo tan común que nadie debería sorprenderse por ello, ni mucho menos hacer tal drama. Así que ya no le importaba. Sólo se dedicaría a disfrutar de sus sentimientos, de todas aquellas sensaciones que despertaban con tan sólo estar al lado suyo. Ya no iba a huir. Y si Tweek no le correspondía realmente no le importaba, aprendería a quererse lo suficiente como para no desarrollar dependencia emocional.

Y su primer paso fue mandarle un mensaje. Era día Domingo. Las nueve y media de la mañana. Estaba desayunando con su hermana ya que sus padres habían salido a casa de la abuela. De repente tiró el teléfono en la mesa, y su hermana pegó un brinco para después mirarlo con molestia.

— ¿Qué demonios te sucede?- preguntó ella.

— Acabo de mandarle un mensaje a la persona que me gusta. Mátame.- su voz subió medio tono por el entusiasmo y la adrenalina que sentía. Aunque, a la vez, sonaba ahogada por los nervios.

Su hermana se lo quedó mirando con extrañeza por un momento, antes de tirarse a reír.

— Vaya. Creí que no tenías sentimientos.

— Cállate, Ruby.

El típico sonido de Messenger llenó la habitación, y Craig se congeló. Sus palmas comenzaron a sudar. Ruby, al ver a su hermano en esa situación se acercó para ver la pantalla del móvil.

— Sólo es el idiota de Clyde.- mencionó empujando el celular. Y... realmente no sabría describir la decepción que sintió al escuchar eso.

Mentiría si dice que no pasó dos horas esperando una respuesta. Y fueran las dos malditas horas más largas de su jodida existencia, es decir, ¿Cómo demonios puede pasar el tiempo tan lento? Joder.

Lo peor es que cada vez que su teléfono sonaba (aunque no fuera el maldito y estresante sonido de Messenger) él no podía evitar echar un vistazo con el pecho lleno de nerviosismo y esperanza, solo para descubrir que era alguna notificación de Twitter, o algunos Youtubers a los que se les ocurría subir video ese día. Y en cada ocasión Craig repetía: Puta madre.Y en seguida se recordaba a sí mismo lo tonto que era.

El arrepentimiento no se hizo esperar. Ahora creía que pudo haber sido una pésima idea, y quizá sí, pero Tweek ni siquiera estaba en su casa. Eso era fácil de deducir, puesto que aún no le había llegado su mensaje, sólo estaba ahí, flotando en las grandes garras de Internet.

Y, cuando menos lo esperaba, la respuesta llegó. ¿Cómo es que palabras tan simples como «Hola, ¿Cómo estás?» pudieran provocarle aquella sensación de burbujeo?

— ¿Te contestó?- preguntó Ruby, sentada a su lado en el sofá. Ambos miraban televisión.

La verdad es que no había reparado en la sonrisa de idiota que tenía hasta que su hermana había hablado.

— Sí.- Dejó el teléfono a su lado.

— ¿Y no piensas contestar o qué?

— Claro que sí, pero dejaré pasar al menos tres minutos.- Ruby levantó una ceja con confusión.- No quiero parecer un rogón.

Su hermana rodó los ojos con frustración, y decidió no decir nada más. Craig podía llegar a ser un poco tonto y frustrante a veces, y ella no pensaba cargar con eso hoy.

Mensajearon por, más o menos, quince minutos. Porque la conversación murió.

Craig intentó alargarla, de verdad, hablaron sobre café y eso. Pero vamos, que el tema no dio para más de cinco mensajes por parte de ambos. Y al menos dos veces se repitió la frase "el café es vida". A Craig ni siquiera le gustaba tanto el café, sólo quería tener algo de qué hablar con él. Al final Tweek tuvo que irse, porque necesitaba hacer algo importante, y prometió hablarle de vuelta cuando terminara.

Y Craig estuvo toda la tarde esperando a que Tweek volviera a hablarle. Pero no lo hizo. De hecho lo había dejando en visto. Y Craig, definitivamente, no volvería a iniciar una conversación. Esperaría tranquilamente hasta que Tweek le respondiera.

En fin, sus padres llegaron una hora después a que Tweek se fuera. Y lo reprendieron por usar el celular y tener la televisión encendida. Para ese entonces Ruby ya se había ido, alegando que no soportaba ver la cara de tonto que tenía su hermano. Aunque Craig sabía que en realidad ella se había molestado porque él no estaba prestándole atención, pero le daba igual.

Pese a todo, en su pecho conservaba una sensación extraña que aparecía cada vez que el recordaba que había hablado con Tweek.Y que él era bastante agradable.

Fue a su habitación. Quería contárselo a sus amigos, pero no sabía cómo hacerlo sin sonar como una chica. Lo malo de tener amigos heterosexuales a los cuales les incomoda un poco el que te guste alguien de tú mismo género.  Abrió su computadora, entró a Facebook, y volvió a hacer aquello que ya era, hasta cierto punto, común; Revisar el perfil de Tweek. Más específicamente, sus fotos. Mientras se lamentaba por ser tan tonto, y se preguntaba porqué tuvo que ser ese chico y no alguien menos... complicado.

Pff. Como si Craig fuera una persona fácil de tratar. Y él lo sabía. Estaba consiente de su mal humor, y su obsesión por cosas tontas, y de su manía por las cosas extrañas. El punto es, que si Tweek entrecerraba los ojos, a lo mejor podía encontrar algo lindo.

Y ahí, plantado delante de su computadora, con el perfil del chico que le gusta abierto, Craig decidió querer ser una mejor persona. Habían ciertos aspectos en su vida que no le gustaban, y que quería cambiar. Y no hay que confundirse, él no estaba deseando cambiar por Tweek. Quería hacerlo por y para él mismo, para sentirse satisfecho y realizado consigo mismo. Y Tweek sólo se convirtió en un factor, más no en la causa principal del cambio.

Punto de ebullición; Creek. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora