9.- Madura.

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Se saludaban cada vez que coincidían. A veces incluso hablaban de cualquier tema, tanto por mensajes como personalmente. Si bien no era exactamente lo que Craig buscaba, se sentía bastante conforme con ello. Es decir, lo seguía evitado la mitad de las veces que lo veía de lejos, o fingía que no estaba ahí, lo cual era patético. Pero bueno, hasta cierto punto él se sentía conforme.

Sin embargo, Token y Clyde seguían insistiendo para que le dijera lo que sentía; y Craig siempre respondía: "Técnicamente él ya lo sabe." Craig sabía que Tweek sabía que le gustaba. Y Tweek sabía que Craig sabía que él sabía. Y Craig sabía que Tweek sabía que Craig sabía que él sabía. Pero Craig no sabía sí Tweek sentía lo mismo. No podía deducirlo, era muy difícil. Y vaya que él es experto leyendo el comportamiento de las personas, pero con Tweek no podía. Y no sabía porqué. Quizá él mismo evitaba leerlo, por temor a lo que pudiera descubrir, independientemente de si era bueno no malo.

En fin. Un día Craig lo invitó a salir. Era más una salida de amigos. Token y Clyde decía que aquello era una estupidez, que no era una salida de amigos, que era una cita. Pero... no. Sí era una salida de amigos porque Craig eso quería que fuera.

En realidad, desde un punto de vista más crítico, Craig no quería tener una relación amorosa con Tweek. Algo le decía que no iba a funcionar. Eso, y que estaban en el último año de preparatoria, ambos (seguramente) irían a universidades distintas, y ninguno tendría cabeza para una relación. Él no podría poner a Tweek en esa presión, mucho menos sabiendo lo paranoico que es.

A lo que estábamos. Ellos están en su salida de amigos ahora mismo.

Bueno, no exactamente. Porque Craig va llegando cinco minutos tarde, y se siente la peor porqueria del planeta entero. Divisó a Tweek a lo lejos, sentado en una banca, justo en la banca que le había dicho el día anterior.
Un dato curioso sobre esto: Craig sólo lo había invitado, y Tweek se había encargado de planear todo, la hora y el lugar exacto. Craig sonrió al recordarlo.

Cualquiera pensaría que Tweek estaba entusiasmado con la idea de salir con Craig. Pero el azabache ya lo había escuchado hacer planes con sus amigos y siempre era así de exigente. Sonrió para sí mismo y una calidez inundó su pecho. Ese maldito mocoso.

— Hey.- Saludó Craig acercándose. Al llegar hasta él se sentó a su lado. Tweek pegó un salto.

— Agh. Hola, no te vi venir.- murmuró con la voz entrecortada por su habitual nerviosismo.

— Por lo general las personas se ponen en modo alerta cuando quien esperan es impuntual.- dijo. Y al instante se sintió como un idiota. A veces solía usar palabras un poco más... formales (si podemos llamarlo así). Tweek lo miro divertido.

— Que bien que reconoces ser impuntual.

— Es que es más fácil que buscar excusas patéticas.

— Y me ahorras de mentir diciendo: No pasa nada.- Soltó una risa.- Así me evito resentimientos.

Craig asintió. Y pensar que todo el camino hasta ese lugar los nervios estaban comiéndole el estómago. Mentira, desde que despertó. No, mentira; desde que le mandó el mensaje invitándolo a la salida de amigos. Sí, desde ahí. Y ahora mismo se sentía tan tranquilo. Como si ya lo conociera, como si ese fuera el lugar correcto, como si... como si estuviera en casa.

— Bebiste café recientemente.- afirmó Craig mirando un ave picoteando un trozo de pan. Tweek lo miró con una ceja alzada.- Es que apestas a café.- explicó sonriendo.

— Bueno, prácticamente me lo tiré encima.- Craig soltó una carcajada.- No te rías.- Aunque él también estaba riendo.- Choqué con una mesa, de hecho creo que tengo un puto moretón.- exclamó con enfado.

— ¿Estaba muy caliente?- preguntó en tono preocupado.

— Acababa de hacerlo.

Craig soltó otra carcajada. Se dejó caer contra el respaldo del asiento golpeándose justo en el hueso de la espina dorsal que más le sobre salía. Se quejó del dolor pero aún así siguió riendo. Tweek lo miraba con una ceja alzada, aunque en realidad tenía una sonrisa divertida.

— Me alegra que mi desgracia te divierta.- mencionó Tweek con sarcasmo.

Craig poco a poco fue dejando de reír. Justo en ese momento recordó que estaban en una plaza pública, y reparó en todas las personas que pasaban por ahí, o las que estaban sentadas. La mayoría los miraban extrañados. Craig se calló de tajo, sintiéndose avergonzado.

¿Cuándo fue la última vez que había reído de esa forma? Joder, qué pena.
Por lo general le divertía la desgracia de los demás, no podía evitarlo.

Tweek notó la incomodidad que ahora tenía Craig, y reparó también en las demás personas.

— Entonces, ¿a donde quieres ir?

Craig lo miró por un momento, tratando de procesar sus palabras. Ya decía que algo habían olvidado la noche anterior.

— No tengo idea, hermano.- respondió Craig sonriendo.

— Se supone que-e cuando invitas a alguien a salir ya tienes planeado el lugar.

— Se supone.- Tweek le dio un golpe en el brazo.- Oye, eso dolió. ¿Por qué me golpeas? Eras tú quien estaba planeando todo.

— Ya, pero, insisto, tú ya deberías tener un plan.

Craig suspiró sin decir nada. Tweek soltó una risa extraña. Cómo cuando te ríes, pero el sonido es más nasal, y suena más como un crujido extraño. El azabache soltó una risilla. Y por Dios, parecían un par de tontos.

— ¿Quieres ir a comer? Tengo hambre.- Propuso Craig después de soltar un ruidoso suspiro.

— Sí, claro. Vamos.

Era agradable para ambos estar al lado del otro, porque podían hablar de casi cualquier tema, y aunque discutieran sobre algo ninguno se molestaba ni levantaba la voz, escuchaban atentamente la opinión del otro. Y si las cosas tenían pinta de ponerse incómodas bromeaban sobre algo y todo seguía normal.

Inclusive jugaron piedra papel o tijera para decidir entre comer comida mexicana o italiana. Aunque al final terminaron por ir a la italiana porque Tweek no soportaba el picante (y eso que la idea había sido suya).

Punto de ebullición; Creek. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora