32. La cena

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Gabriel preparó todo con esmero.

Tenía muy claro que nada podía ser improvisado. Cualquier error o ausencia es descubierta enseguida y es lo que suele enfriar el romanticismo de toda cena especial que se precie.

Todo debe estar listo para servirse, la pareja no debe esperar más de sesenta segundos. Y hay que evitar levantarse muy a menudo de la mesa, ya que eso hace que no se pueda disfrutar de la conversación.

Obviamente el secreto es estar relajados y disfrutar cada minuto. También la preparación y presentación de la mesa son claves.

Se pretende que cuando el agasajado llega, con solo ver la mesa servida, caiga en la cuenta de que es algo especial. Y ese efecto no lo conseguiremos con servilletas de papel y vasos de plástico. Lo mejor es un buen mantel y unas blancas servilletas de tela, quizás con algún bordado en una esquina. Detalles. Los detalles son importantes.

Gabriel había pedido la mantelería a la vecina y aunque las servilletas estaban algo amarillentas por el tiempo, seguían siendo unas excelentes servilletas de tela.

En resumen, la ambientación general suma puntos. Un par de velas está bien, si son originales mejor y, en este caso, acompañar con un arreglo floral sería sobrecargar mucho la mesa así que Gabriel se decidió por una rosa junto al plato.

Miró una y otra vez la mesa desde un par de ángulos distintos del salón de su pequeño apartamento y dio el visto bueno a la mesa.

Ahora en el ambiente externo, el que envolverá a la velada, hay que respetar si es verano o invierno en la decoración. La música en el volumen adecuado. ¿Qué le gusta a ella? Si hay chimenea es mejor encenderla..., bueno, dejemos esta parte, y conformémonos con las velas de la mesa.

Pensar si es adecuado dar algún regalo, también es importante. Como también lo es el momento, antes o después de la cena. "Antes", decidió Gabriel mientras revisaba si tenía los pendientes en su bolsillo.

La comida será determinante para predisponer el espíritu de la cena.

"Una fondue de queso para favorecer el cruce de miradas mientras acudimos a comer del centro de la mesa, en esto acerté de pleno", se felicitó Gabriel. La fondue es un plato social por antonomasia y propicia la charla.

Vinos. Licores. Champagne. Cava. "Un cava, eso le gusta y va con la fondue".

Volvió a revisar los quesos que se fundirán en el bol de barro que irá en el centro de la mesa. Como indica el buen chef, quesos grasos y blandos, gouda, emmental, gruyere y fontina. Y un toque de coñac para agregar a la masa fundida.

Pasó revista al resto de ingredientes, típicos cubos de pan tostado, jamones y salchichas. En definitiva, lo usual.

Volvió a recordarse mentalmente mantener el fuego lento para evitar que se llegue al hervor de la preparación.

Buscó en el ropero la camisa y el jersey que más le gustaba a ella. La vestimenta es importante porque queremos que la agasajada, con un solo vistazo, se dé cuenta que nos vestimos para ella.

El resto de la cena no tiene secretos, mantenerse relajado y, al mismo tiempo, radiante. Móviles apagados, ¡por supuesto!

Y mantener la chispa de todo con la conversación adecuada.

Gabriel oyó el ascensor. Una última revisión a todo.

Cogió los pendientes que guardaba en su bolsillo y esperó junto a la puerta, estratégicamente un poco de lado para no ocultar la visión de la mesa.

Alicia entró y quedó petrificada. Abrió los ojos desmesuradamente y se llevó una mano a la boca.

—¿Qué festejamos? —preguntó— No me olvidé de nada, ¿verdad?

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