Marcelo entró en un estado de duermevela ligero. No conseguía despertar, aunque sabía que lo lograría en poco tiempo.
Las historias de Gabriel lo abrumaban, pero no podía negar que sentía una especial simpatía por su mujer, Alicia. Ella lo aceptó aún conociendo su condición y estuvo a su lado apoyándolo en todo.
Marcelo admitía que no conseguía comprender en que era que se habían embarcado juntos, pero no dudaba el que Alicia estaría junto a Gabriel. Desde el principio hasta el final. Como en todas y cada una de las notas del expediente.
Una guapa morena atendía sonriente detrás del mostrador en el concesionario de las calculadoras. Gabriel escaneó la zona contigua al foco de la muchacha y se aseguró de que estuviera sola.
Entró al local precipitadamente, de un salto.
—¡Buenos días! —dijo con la cara iluminada por una alegría que no cuadraba con el momento.
—Buenos días —contestó la chica conteniendo la sonrisa.
—Vamos a ver. Me tienen que arreglar esta calculadora. Antes de fin de mes. Es época de exámenes —intentó explicarse escupiendo las palabras, mientras apoyaba la máquina sobre el cristal de la mesa.
La muchacha cogió tranquilamente un formulario y comenzó a cumplimentarlo, al tiempo que le hacía las preguntas de rutina.
Gabriel comenzó a demostrar impaciencia. Volvió a escanear la vecindad del foco de la chica y pudo percibir cómo este se acercaba a la posición que ocupaba el suyo. Había vivido esta secuencia infinidad de veces y, sin embargo, no conseguía recorrerla sin ponerse nervioso.
—¿Qué tipo de avería tiene? —inquirió finalmente.
—No lee la tarjeta magnética. ¡Ah! Y la tecla "label A" se queda trabada, una vez pulsada no hay forma de sacarla. ¿Estará antes de fin de mes? —preguntó aparentando nerviosismo.
La joven sonrió. Y con la sonrisa cautivó a Gabriel que volvió a confirmar que ni siquiera el entramado mismo de su nivel de conciencia podía estar por delante de esa sonrisa.
No hizo falta que escaneara nuevamente la región, ya que había comprendido que esa sonrisa confirmaba la congruencia angular de sus Todos.
Le devolvió el gesto pensando en lo innecesario de intentar anular la impresión que debía haber causado el estúpido papel de niño inseguro y fuera de lugar que había interpretado. Ella, con su intuición, también sabía que la eternidad los esperaba.
Gabriel comprendía que a partir de ese momento debía medir cuidadosamente sus pasos. Se acercaba el momento crucial programado y otro foco estaba por entrar en escena. Debía darse prisa.
—Con esta calculadora va mi vida —aclaró juntando las palmas de las manos como para iniciar una plegaria— ¿Estará antes de fin de mes? —su voz era más calmada y controlada.
—Eso espero, señor... Gómez... —dijo mientras leía el nombre en la cabecera del formulario.
—Gabriel, por favor, llámame Gabriel —la interrumpió amablemente.
—Sí, Gabriel: haremos lo posible —sentenció.
—¿Y tu nombre es...?
—Alicia.
—Bien, Alicia, tienes mi palabra. Pasaré el 27 —dijo Gabriel haciendo como que estudiaba el almanaque que colgaba a su derecha.
—Te espero el 27. Por la tarde —dijo Alicia mientras guardaba la máquina en una bolsa transparente de material antiestático.
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Esquizofrenia
Science FictionWattys2018: ¡Estamos en la lista larga! Perseguido por experiencias psicóticas desde su más tierna infancia, un muchacho accede a planos existenciales de vidas alternativas y líneas temporales imposibles. Mientras aprende a convivir con estas vivenc...