Los siguientes días fueron una montaña rusa de emociones.
Primero llegó el shock.
-Me mudo a Canadá.- dije sin emoción alguna, rota por dentro. Se veía sorpresa en mi cara reflejada en el espejo de la habitación.-Canadá, Charlie.-mi tez estaba pálida y las comisuras de mi boca torcidas hacia abajo.
Después le siguió la negación.
-Que no, que no. Que no me lo creo mamá.- le dije mirándola. -ya puedes dejar la mentira. Nunca has sido una buena actriz. Ya está, no me enfado, solo dime que no es verdad anda.
Llegué al enfado.
-La odio, la odio, la odio, la odio.- me dije a mi misma- que se vaya ella sola- escupía las palabras, con la rabia escabulléndose en cada inhalo que hacía.
Le siguió la tristeza.
-No seré nunca más feliz. ¿Y si no hago amigos? ¿Y si me quedó sola? No lo soportaré. Nunca volveré a ser la de antes...-me repetía estirada boca arriba en mi cama, entre sollozos, hipando entre palabras.
Y llegó la aceptación, más o menos.
-Puede que no sea tan malo. Pero la odio. Y sigo sin querer irme, pero lo acepto.
Era sábado y me encontraba sentada en la silla de mi escritorio, con las piernas debajo las rodillas, un auricular puesto en la oreja derecha y mi ordenador delante. Mis dedos larguiruchos tecleando rápidamente mientras mis pensamientos se concentraban en esas palabras que escribía. Me encanta escribir, es mi pasión. Entre cada escrito y redacción había un sueño. Que un día mis palabras pudieran interesar a alguien hasta el punto de trasnochar para acabar el escrito. O que derramaran unas lágrimas y risas creadas por mi. Publicar un libro era mi sueño. Des de que mi madre me había comunicado que nos iríamos a Canadá no había ido al instituto. Me hacía la enferma aunque mi madre sabía perfectamente que no lo estaba aun fingir no saberlo y yo sabía que ella lo sabía. Pero así seguía. Cristine y Lis también sabían que no estaba enferma pero me dejaban espacio para que les contara lo que pasaba cuando yo quisiera. Aunque eso del espacio era relativo porque cada día me enviaban montones de mensajes preguntándome que me pasaba.
Lis Amiga, se te echa de menooos. Vuelve yaa.
Cristine No se hable más, hoy venimos. No puede ser para tanto.
Lo que decía. Espera. ¿ha dicho que van a venir?- Pensé, mientras dejaba de escribir y revisaba la pantalla iluminada.-Eso parece. –Rápidamente bajé la pantalla del ordenador y miré con cierta preocupación el nido de ratas en que se había convertido mi habitación. Cajas de helado, ropa sucia y pañuelos sucios arrugados se encontraban esparcidos en el suelo, en la cama ocupando todo el espacio disponible. Me levanté de la silla de un salto pero me volví a sentar después de comprender que era un completo desastre. Bufé para mis adentros y soplé un mechón de pelo en mi cara que se escapaba del moño en mi cabeza. No sabía por donde empezar. Deslicé la espalda por la silla hasta quedarme sentada en el suelo.
-Vamos a ello.-me susurré a mi misma.
Me levanté sin ganas y empecé a ordenarlo todo, tiré las cajas de helado y los pañuelos, puse la ropa sucia en la lavadora y pasé el aspirador. Hasta hice la cama y me miré al espejo. Llevaba puesto un pantalón de pijama a cuadros azules y una camiseta blanca arrugada. Decidí que me daba igual, al fin y al cabo eran mis amigas, no un extraño. Cuando mi culo iba a tocar la cama sonó el timbre, resoplé.
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10 COSAS QUE HACER ANTES DE MUDARSE
Teen FictionCharlie Cooper tiene 17 años. Una vida normal, amigos y está perdidamente enamorada de un chico inaccesible para ella. Pero cuando sus padres deciden separarse y mudarse todo pierde el sentido, hasta que decide vivir sus últimos siete meses en su ci...