Capítulo 3

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6 clases más tarde de mi enfrentamiento con Merland me encontraba haciendo una llamada de teléfono. Mi padre contestó al tercer pitido.

-Papá, ¿puedo ir a casa de Cristine y quedarme a dormir?- fui directa al grano, sin un 'hola' ni un 'te echo de menos', porque en parte también estaba un poquito enfadada con él ,por haberse marchado sin rechistar, aunque no lo quisiera admitir.

-Hija, ya sabes que a mi me parece bien.-Mi padre sonaba dulce como siempre aunque todo era muy diferente de la normalidad.

-¡Vale gracias!-y colgué sin esperar respuesta.-Chicas-dije alargando la i. -Me ha dejado. ¡Me ha dejado! Tenemos que pasar por mi casa sin que mi madre me vea para dejarle una nota y coger mis cosas, vamos.

Subí a mi moto y ellas a las suyas, todas teníamos moto y eso era una ventaja para poder quedar con ellas. Éramos amigas desde el primer curso de la secundaria y lo hacíamos todo juntas.

Diez minutos más tarde disipé mi casa al fondo de la calle, una blanca de dos pisos en una calle donde todas la casas era azules. Aparcamos y entré, sigilosamente caminé por el pasillo y subí las escaleras hasta mi habitación. Armé una rápida bolsa de una noche con todos los imprescindibles de una noche de pijamas: altavoz para reproducir nuestras canciones preferidas a todo volumen, unos calcetines bien calientes y un pijama, como no. Arranqué un trozo de papel y escribí con mala letra: 'Hoy no vengo a dormir en casa, no me llames.' Bajé a la cocina y puse la nota encima del microondas donde mi madre segura que iría a prepararse leche. Salí de casa y en el porche encontré a mis amigas.

Entré en la habitación de Cristine, en el fondo había un cama de doble plaza con una colcha gris, blanca y negra; como toda la habitación en general. A la derecha de la puerta un escritorio grande con cuadros  para decorar apoyados en la pared. Papeles y libros esparcidos por encima. En la izquierda un grande armario blanco con pomos negro brillante. En suelo una gran alfombra de pelitos blanca.  En los pies de la cama había una pequeña mesita con donutts, palomitas, patatas chips, golosinas...y una variedad incansable de comida para comer y comer sin parar.

Nos sentamos, bailamos y cantamos durante horas, compartimos secretos. Una fiesta de pijamas de verdad con amigas de verdad.

-¿Nos puedes contar quién es Aaron?-pregunté curiosa por saberlo ya.

-Es...a ver chicas... ¿Me estáis diciendo que no lo han visto nunca? Solo está en un curso más que nosotras. -contestó evadiendo el tema. 

-Ya, cuéntanoslo. -dijimos Cristine y yo al unísono. 

-Es mi novio y... vale está bien. Me gusta un poquito.  Bueno más, normal. -le dirigimos una mirada asesina e interrogativa- valeee, me..gusta..mucho.-bufó quitándose el peso de encima. Ya lo había dicho. Lis era la más tímida de las tres, la más responsable y la más inocente.

-Alguien está enamorada...-chillamos las dos y Lis se unió a nosotras acabando por cerrarnos la boca mutuamente porque estábamos armando mucho escándalo. 

En algún momento de la noche nos quedamos dormidas. Descansando plácidamente hasta que sonó mi teléfono.

A la primera llamada no contesté.

Ni a la segunda. 

A la tercera miré quien era, vi que era mi madre y no contesté.

Pero a la cuarta vez, mi sentido lógico se recuperó y me asusté. ¿Le había pasado algo a mi madre?

Descolgué.

-Ven. Ya. Aquí. Alguien ha empapelado nuestra casa. 

Hey! Hacía mucho que no escribía pero tenía lo que se dicen trimestrales. En realidad aún los tengo, bueno me queda uno. Gracias. Al. Chocolate.

Por favor, votad si os gusta y sino también , y me pondría muy happy que comentarais. 

Besitos.

Charlie in multimedia.



10 COSAS QUE HACER ANTES DE MUDARSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora