I don't want to fall in love with you.

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-¿Ha pasado algo en la fiesta de despedida?— Pregunté curiosa.

-No va de eso.— Y ahí supe que íbamos hablar del tema que tanto habíamos estado evitando.

Me senté en la encimera de la cocina y Mimi se quedó de pie, en frente de mí.

-Ana, yo... Necesito decirte esto.— La notaba tan triste que me dolía.

-Dilo.—

-Yo quiero entenderte, de verdad. Lo intento. Intento estar en la academia, hacer como si no pasara nada, fingir que puedo ser tu amiga, que me da igual que tu novio te trate como si fueras solo un trozo de carne sin sentimientos...—

-Tú ni siquiera sabes cómo es...—

-Agoney me ha contado más cosas de las que yo quisiera y por como hablas a veces yo...— Juro que yo iba a matar a Ago.

-Da igual, continua.—

-Que no puedo más. Que sé perfectamente que lo que yo siento al verte tú también lo sientes pero no es suficiente... No entiendo que cojones tiene él que yo no, no entiendo que no tengo para hacerte correr hacia mí.— La miré, apenada.

-Mimi, no lo sé... Esto para mí también es difícil.— Ella asintió.

-Todo se puede resumir en que no quiero que Jadel te haga daño. Llámame si pasa algo.—

-Tranquila.— Mimi hizo el amago de irse.- Quédate, quiero decir... si quieres.— Le invité y ni siquiera sé por qué.

Ella me sonrió y se puso a mi lado. Estaba cómoda con ella ahí, de cierta manera me sentía segura. Ojalá pudiera estar con ella. Ojalá pudiera decirle justo en ese mismo momento que si tuviera el valor suficiente, le pediría que se quedara toda una vida. Pero no, soy una cobarde.

- Agoney estaba muy feliz.— Dijo de golpe.

-Lo quiero tanto... no se merece nada malo.— Dije triste.

- Tú tampoco, Ana.—

-Tú menos aún...— Dije sintiéndome culpable por todo lo que había hecho mal con ella.

La miré, necesitaba encontrarme con sus ojos ahora más que nunca, esperaba encontrarme con una mirada derrotada pero sin embargo, encontré esperanza de alguna manera, quizás eso era lo que más me gustaba de ella. Me dediqué a aguantarle la mirada, buscando eso que pocas personas tienen interés. De repente, sus mejillas se tornaron rosa y empezó a reír. No pude evitar dibujar una sonrisa en mi cara.

-Ay, Ana...— Dijo alejándose de mí y buscando en mi nevera algo de comer.

-¿Que pasa?—

-Que me gustas, que me gustas mucho. — La miré.

Mis pies andaron solos hacia donde ella estaba. Cerré la puerta del frigorífico y ella bajó un poco su vista para mirarme debido a la diferencia de altura.

-Vale, creo que ha sido mala idea mirar en la nevera.—

-Tú también me gustas y mucho.— Sin pensarlo más veces, agarra su cara y atraje sus labios hacia los míos.

Ella no se quitó y tampoco hizo el amago de apartarse, de hecho me agarró de la cintura y me pegó junto a su cuerpo. Después de estar un rato en esa posición, me agarró en peso y me coloco la encimera en la que antes yo estaba sentada.

-¿Crees que es una buena idea?— Dijo Mimi nerviosa.

-Cállate.— Agarre su cuello y la empuje hacia mí.

Abrí mis piernas para dejarle paso a su cuerpo y solo notar el tacto de su piel contra la mía, hizo que me erizara. Empezó a repartir besos por mi cuello mientras sus manos se encontraban en mis muslos. Aparte de todo el placer que estaba experimentando mi cuerpo, había algo, algo que estaba funcionando más allá del simple hecho de que Mimi me pusiera. De repente, me quitó la camiseta sacándome de mis pensamientos. Se quedó mirándome y yo pude notar como el calor empezaba a llegar a mi cara. De forma irracional, agarre su cara y la lleve a mi pecho, noté como soltó una pequeña carcajada. Primero empezó a darme besos y yo no podía dejar de arquearme y soltar pequeños gemidos. Siguió un rato jugando con mi pecho y de repente se apartó.

Procuro OlvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora