32: Videollamada

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Videollamada

— ¡Hola Amanda! — dijo Adrián.

— Hola Adrián. Vamos directo al grano. ¿Por qué demonios no responde Alec a Natalie? Ha estado muy preocupada estos días. Odio verla así y sobretodo si se trata de un chico.

— ¿Oíste eso, tarado? Te dije que era de las peores ideas que has tenido — Adrián se levantó y tomó a alguien del cabello. Amanda vio a Alec.

— ¡Tú tienes la culpa de que ella esté así de preocupada! — tomó un cojín en forma de corazón que le regaló Natalie el año pasado y lo aventó a la computadora — Agh, te juro que si te tuviera aquí, te agarraba a golpes hasta...

— Hey, tranquila — dijo Alec — No hace falta recurrir a la violencia.

— ¡Claro que hace falta si le haces daño a mi amiga!

— Pero no le hice nada.

— ¿Te parece poco hacer que se preocupe por ti?

— Yo no quería que se preocupara por mí.

— Pues lo hace. Cada minuto está pendiente del celular esperando ver un mensaje tuyo.

— Te dije que no debías hacer eso, imbécil — Adrián le dio un zape.

— ¡Eso! — lo animó Amanda — Dale otro — Adrián obedeció.

— Hey, ya. Les digo que no hace falta la violencia. Déjame explicarte.

— Tienes dos minutos, si no me convence le diré a Natalie que eres un maldito que no vale la pena y te olvide y te bloquee de WhatsApp y Facebook y...

— Ni siquiera tengo su Facebook.

— Te queda un minuto.

— ¿Qué? No, espera. Eso no vale. ¡Tú me quitaste tiempo! Eso es injusto.

— Treinta segundos.

— No, Amanda, esto es una injusticia, no puedes hacer eso. Vuelve a empezar, deberías de decirme cuando iniciar, no así de repente.

— Tiempo. Lo siento mucho, se acabó tu tiempo y no me convenciste — Amanda tomó el celular y le marcó a Natalie. Cuando respondió, puso el altavoz.

— ¿Qué pasó, Amanda? No me digas que se te olvidó algo en el centro comercial porque no te voy a acompañar de nuevo.

No, para nada. Tengo algo que decirte. Es sobre...

— ¡No! — gritó Adrián — Amanda, deja que hable. Cuelga, por favor. Él te va explicar todo, pero cuelga.

¿Con quién estás?

— Estoy hablando con Ad...

— ¡Amanda! ¡Amandita! Por favor, si no lo dejas hablar, podrías arrepentirte toda la vida de arruinarle a vida a un pobre imbécil y a tu mejor amiga. Por favor — Amanda suspiró.

— ¡Un minuto! — Amanda colgó — Rápido.

— Natalie me gusta — empezó Alec — Pero ella dijo que no cree en las relaciones a distancia... Estuve pensando y me di cuenta de lo inútil que era que me empezará a gustar. Estamos a cientos de kilómetros de distancia, probablemente jamás nos veremos en persona... Así que decidí dejar de hablarle, sería mejor que me olvidara de ella para que no siga pensando en ella.

— ¡Dios! Eso es ridículo. Si te estaba empezando a gustar, le hubieras dicho. Es más, no te preocupes. Yo le diré por ti — Amanda tomó el celular.

— No, espera. No quiero decirle nada... Se ve muy feliz con el tal Miguel, no quiero...

— Natalie la pasa muy bien con él, pero no son nada. Sólo amigos. De amigos no pasarán nunca.

— ¿Por qué?

— Miguel es gay. Por cierto Adrián, le pareces lindo a Miguel.

— ¿Cómo? — dijo Adrián.

— Cuando Nata puso en su estado tu foto, Miguel la vio.

— ¿Lo ves Alec? Le gustó a todos. Soy irresistible.

— Eres un idiota.

— Volviendo a lo de Nata, ¿qué piensas hacer?

— No lo sé...

— Le vas a volver a hablar, le vas a pedir disculpas y le vas a decir que te gusta.

— No puedo hacer eso.

— Le dices tú o le digo yo — Alec pasó saliva

— Está bien... Le diré yo — Alec tomó el celular. Suspiró, presionó el botón y empezó a grabar un audio.

Número equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora