37: Videollamada

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Videollamada de Alec y Natalie.

— Hola — dijo Alec y sonrió. Natalie lo miró un rato. Era el mismo: su cabello desordenado que tanto le gustaba mirar en la foto que le mandó, sus ojos cafés, su linda sonrisa, su piel bronceada, su voz que tanto le gustó desde la primera vez que la escuchó — ¿Nat? ¿Estás bien? — Natalie pasó saliva.

   A ella también le gustaba Alec, pero no lo quería aceptar. Sabía que era un amor imposible, según ella.

— Ho-hola — al fin pudo hablar. Alec volvió a sonreír y Natalie no pudo evitar hacer lo mismo al verlo.

— Te ves muy linda.

— Tú igual...

— Gracias — ambos se quedaron en silencio un rato. Natalie miraba a todos los lados de su habitación, menos a la computadora. Alec, al contrario, no podía quitar la vista de la computadora. Quería ver a Natalie en todo momento — Bueno... Volviendo a nuestra conversación — Natalie volvió a pasar saliva. Realmente no quería tocar se tema. Pero aún así hizo caso a lo que dijo Amanda, mirar a los ojos a Alec — Sé que debe ser incómodo, sé que probablemente lo arruine al decírtelo, pero yo soy una persona que le gusta ser sincero con lo que siente, incluso cuando sabe que es imposible o sabe que lo rechazarán... Incluso cuando parece que soy tan tímido para estas cosas... No podría estar siempre sin decírtelo y hablarte como si nada... O dejar de hablarte como intenté en un principio... Además, tarde o temprano lo diría. Mira, el punto es que no te estoy mintiendo. Estoy siendo totalmente sincero contigo... Sé que posiblemente sean miles de kilómetros los que nos separe — Natalie miro a otro lado y pasó saliva. Alec pensó de nuevo en lo que dijo — Vale, lo acabo de arruinar aún más... Pero estuve pensando y eso no significa que no nos podamos conocer en persona algún día.

— Alec... Tú mismo lo acabas de decir, son miles de kilómetros de distancia. Apenas somos unos adolescentes, cuando nos conozcamos seguramente será cuando tengamos veinte algo de años. Las cosas no serán iguales, Alec.

— No nos tenemos que conocer hasta los veinte algo de años. También he pensado en eso y tengo una idea... No te la puedo decir, pero estoy casi seguro que saldrá bien... — ambos se volvieron a quedar callados. Alec pensó mejor lo que dijo Natalie — Espera... Dices que en un tiempo las cosas no serán iguales... Entonces... ¿Te gusto?

— ¿Qué? No... Eso... Es sólo un decir. No me gustas. Para nada.. — Alec sonrió.

— No lo niegues Nat, te gusto — ella negó con la cabeza — Mira a la cámara — tardó unos segundos, pero finalmente lo hizo — Esto sería como si estuviéramos en persona... Mira fijamente a la cámara y dime que no te gusto — Nat negó.

— No... No puedo. Esto está mal — Nata tenía un rato aguantando las lágrimas y ya no podía más. Le empezaron a caer las lágrimas. Alec se sintió la peor persona del mundo. No quería que pasara eso — Lo siento — Natalie apagó la computadora y se acostó en su cama.

   A pesar de que a Natalie le gustaba Alec, sabía toda la distancia que había entre ellos. Sabía que probablemente no sé verían jamás, y si lo hacían, sería en mucho tiempo.

   Alec se quedó sentado frente a la computadora. Le intentó llamar de nuevo a Natalie. Se sentía culpable y quería disculparse con ella. Creía que todo era su culpa. Si desde el principio él no hubiera insistido en hablar con ella, eso no hubiera pasado nunca. Él se limpio las lágrimas que le salieron y citó a Adrián en la plaza que siempre se solían juntar.

   Alec salió de su casa y fue a la plaza. Adrián no tardó mucho en llegar.

— Adrián... Lo arruine. Pensé que sería mejor llamarle y decirle lo que siento por ella, pero sólo lo arruine más.

— ¿Qué arruinaste?

— ¡Todo! Quería decirle que la quiero, pero sólo dijo que estaba mal, que lo sentía y colgó.

— Alec, no arruinaste nada. Sólo fuiste sincero con ella. Dale tiempo, que piense las cosas, no debe de ser fácil para ella — pasé saliva.

   Quizás Adrián tenía razón. Debía de dejar que piense las cosas, quizás volví a adelantar las cosas de nuevo. Miré el celular, la última vez que Natalie se conectó, fue antes de llamarle. Sólo espero que que no me deje de hablar...

Número equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora