03. ¿Cómo decirle que todo termino?

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Esos largos y oscuros pasillos que conocía tan bien, la alfombra roja debajo de sus pies y los saludos respetuosos de los hombres que eran subordinados suyos, nuevamente el ejecutivo Nakahara Chuuya iba y venía de un lado a otro, de oficina a oficina explicando el motivo de su desaparición de la noche anterior así como por qué no envió a primera hora de la mañana el reporte de su última misión, además de los rumores en los que lo vieron salir del bar con un hombre de cabellos negros y complexión sospechosa, algo que les hacía de extrañar viniendo de alguien como el pelirrojo, pero eso no era todo su mente no daba para inventar una excusa creíble ya que por culpa de un hombre de trascendencia rusa esa tarde se mantuvo distraído por completo, recordando una y otra vez como su cuerpo quemaba cada vez que lo tocaba, las palabras que le susurró al oído y sus labios, dulces, suaves, no podía quitarse la sensación de esos labios contra los suyos, ahora no quedaba duda, algo había cambiado en el tras esa extraña noche de copas

-Chuuya kun, asegúrate de enviarnos tu reporte antes del atardecer, mientras ve a casa quedaras exento del resto de tus deberes- el líder Mori Ougi hablaba con su típica voz tranquila como si le restara importancia a la situación a diferencia de la mujer del kimono rosa con la que podía sentir como era atravesado por esa mirada asesina que le hacía temer, algo digno de la mujer que fue su mentora –solo envíanos un correo con el reporte y descansa, realmente tu aspecto es preocupante

-si jefe, lo hare y lamento que me haya visto de esta forma- se sentía realmente apenado, tan bajo había caído por un mal de amores que termino con su aspecto, no importaba cuanto intento aparentar el mañana que estaba bien todos los que lo conocían habían notado que algo estaba mal en todos los sentidos y ahora solamente podía esperar que su querida anee san no comenzara a interrogarlo tras salir de ese lugar

-puedes retirarte- no dijo nada más, un movimiento de manos basto como señal para que se fuera de aquella amplia oficina, hizo una reverencia y dando media vuelta salió dejando a ambos líderes y la pequeña niña de cabellos rubios ahí

-Osaki, ¿tienes alguna idea de lo que le ocurrió a tu pupilo?- el azabache se acomodó sobre su asiendo tomando la documentación que permanecía en su escritorio

-sin duda algo relacionado con el bastardo de Dazai- su voz pesada y molesta era lo que demostraba el fuerte carácter que poseía la fémina, pero pese a conocer a la perfección a aquel joven de baja estatura no podría ni imaginar en lo que en realidad se había metido

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El mafioso reviso el reloj de su muñeca, la hora marcaba las 5.18 de la tarde, le desesperaba el pensar que fyodor no lo había dejado salir sino hasta hace dos horas, por un momento creyó que terminaría encerrado y desnudo en la habitación en que despertó pero no solo ese era el problema, más bien debía apresurarse a volver a su propio departamento donde el hombre del gorro lo recogería después de las 10 de la noche, no quería que descubriera que laboraba para la port mafia, de tan solo recordar cómo se alteró al momento de hablar de Dazai su estómago dolía y su corazón latía pero por el terror que llego a sentir

Una vez en su cubículo se sentó frente a su escritorio comenzando a redactar de forma clara y verídica lo sucedido, desde el momento en que arribo con sus hombres en el lugar señalado así como la culminación del trabajo, cuantos se encontraban presentes en la zona, horarios, bajas, objetos confiscados, de todo, siempre había sido especifico en las misiones donde salía victorioso pero también en las que se habían presentado la perdida de sus subordinados

Las teclas de la computadora sonaban y hacían eco en aquel cuarto de tamaño considerable, era el único sonido presente, nadie lo había interrumpido sino hasta que su móvil sonó dando aviso de un nuevo mensaje, ¿Quién sería? Aquel que así mismo se denominó su amante o alguno de sus subordinados más allegados preocupados por el estado es que se encontraba, no ninguno de ellos, era algo mucho peor, era al único que no quería ver ni saber nuevamente, Osamu Dazai

Una Noche De Copas (Fyoya) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora