16. Mi Ultimo Sacrificio

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Cinco días habían pasado desde esa noche, cinco días en los que no supo nada de Fyodor, lo último que escucho fue que se había ido dejando todo y a todos atrás dejando solo al pelirrojo con mí y una pregunta en mente ¿A dónde?, ¿a dónde se había ido? ¿Dónde estaba? ¿acaso había ido a buscar a Dazai? ¿la mafia lo tenía? ¿estaba bien?

Había aceptado lo sucedido como su castigo, el castigo que merecía por haber traicionado el amor que se juraron meses atrás, no lo culpaba por actuar de esa manera porque sus celos y posesividad salieron a la luz por culpa suya, por ello quería hacer algo al respecto para conseguir el objeto que su pareja buscaba con desesperación.

Mientras esperaba a la llegada de Iván termino de arreglar su típico traje negro, coloco sus guantes y sombrero acomodando su cabello rojizo naranja observando cada detalle de su cuerpo incluso las marcas moradas y rojizas de su cuello que el collar negro no alcanzaban a cubrir.

La puerta se abrió dejando ver al rubio con una expresión preocupada, de temor, como si dudara en decirle al pelirrojo lo que ocurrió provocando extrañeza a este por completo ya que nunca lo había visto así

-Chuuya... es Dosu... volvió - sus palabras salieron temblorosas, su voz no concordaba a lo que era aquel ridículo payaso - esta delicado, sus heridas son graves

Nakahara no lo pensó dos veces antes de correr a toda prisa fuera de la alcoba, buscando a Alexei el único que podría ayudar a su pareja, no le importaba cuanto lo llamaran para que se detuviera, una vez lo encontró sintió como su corazón volvía a latir, si, sus heridas eran graves, pero no un riesgo para él, estaba bien, sobreviviría.

-Fyodor- se acercó a la cama, pero no lo toco, aun dormía y necesitaba dejarlo descansar - ¿Cómo está? - alzo la mirada a aquel sujeto que lo acompañaba y quien terminaba de vendar las heridas de sus brazos

-está bien, todos son cortes superficiales, producto de una pelea... tiene hematomas un par de huesos rotos, pero no es nada grave- al terminar cubrió al ruso con una larga manta – lo encontré en la mañana en la entrada del bosque... llego hasta acá por su cuenta- volvió la mirada al ex mafioso quien parecía que iba a explotar del estrés y la preocupación de ver a su amado en un estado tan débil

- ¿puedo...? ¿puedo quedarme con él un poco más? – parecía que suplicaba mientras sostenía la mano del azabache, se había sentado en una silla cercana donde quería permanecer un tiempo más antes de partir a la mafia como había sido planeado durante esos días

-Chuuya no tienes que hacerlo... me refiero a buscar el libro por tu cuenta, ellos te mataran, solo vete a Rusia con Fyodor, vete y olviden todo, estoy seguro de que si eres tú el que se lo pide lo hará-

-sabes que sin importar lo que me digas iré ¿cierto? el libro es lo más preciado para Fyodor, con el podremos estar juntos para siempre... nadie volverá a meterse entre nosotros, ni la mafia ni ningún gobierno... - su voz sonaba baja, casi en un hilo sintiendo un par de lágrimas bajar por sus mejillas – tendríamos a la familia que se nos negó en un principio-

-entiendo... en ese caso solo vuelve, si te llegara a pasar algo él no lo resistiría- era inútil intentar hacerle cambiar de opinión así que solo esperaría a que volviera con o sin el libro no importaba porque ahora eran compañeros. Salió de aquel cuarto para dejar a ambos solos y terminar de hacer los arreglos para la misión







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El sol comenzaba a ocultarse, los autos avanzaban con velocidad entre las calles, estaban cerca de su destino, las instalaciones de la mafia se veían a lo lejos y era evidente que ellos también los esperaban.

Una Noche De Copas (Fyoya) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora