V E G A

1.4K 77 3
                                    

A la mañanita siguiente, tal cómo habíamos quedado, pasamos por mis hermanos y nos encontramos con Borja y Karla en un parque de diversiones.

Camino hacia el grupo de personas con fichas de los juegos y se las entrego a Sirio.

Sirio chilla emocionado y corre hacia los juegos. Detrás de él salen Marco y Borja.

—Iran a los autos chocadores—avisa mi amiga entregándome a la bebé.

—Son unos niños—formulo cuándo los veos a los tres con euforia intentando chocar uno contra otro.

—Aparte de ser única vez qué lo dejo manejar—dice entre risas.

Debo mencionar qué mi amiga tiene una cierta obsesión con manejar. No importa si es tu auto, el de ella, el de su madre o el de la mia, ella siempre va a manejar si se lo permiten.

—Eres una maldita.

—¡Es un imprudente! La primera vez qué manejo, literalmente casi muero—chillo mi amiga.

—¿Peor qué yo?—pregunto riendo.

—Definitivamente.

Abro mi boca y Lyra aplaude. Ambas la miramos y volvemos a carcajear.

Llevo a Lyra al sector de niños, saco las fichas y me adentro con ella a una calesita.

—¡Romperas los asientos!—siento qué gritan.

Cuando él juego completa la vuelta y volvemos al principio me encuentro con Marco.

Le saco él dedo del medio y él comienza a reir.

Me ayuda a bajar y toma a Lyra en brazos. La niña sonríe y festeja.

—Ni lo intentes, es mi novio—le susurro a mi hermanita.

Una sonrisa aparece de los labios de Marco.

—¿Los demás?

—Fueron a la casa del terror.

—¿Y tú?

Marco niega.

—Ohhh ¡mi bonito bebé tiene miedo!—chillo agarrando sus mejillas.

—¡No tengo miedo!—se defiende.

—¿Y que haces aquí?—mis manos se posan en mi cintura.

—Chequear qué hacian.

Le doy una sonrisa y me acerco a besarlo.

—¿Vamos a comer?—me pregunta acarciando a la bebé.

—Llamo a Karla y vamos—aviso.

(...)

Llegamos a casa justo para cenar, pedimos pizza porqué es nuestra comida favorita. Sirio y yo amamos la pizza, bueno, ¿quien no?

Mis hermanos se quedarían a dormir hoy, ya qué papá y Kate saldrían a cenar.

—La pizza más rica del mundo—dice Sirio acariciando su vientre.

—Totalmente de acuerdo—se le une Marco.

Karla y yo reímos.

—A decir verdad, no es mi comida favorita pero esta deliciosa—mi vecino habla.

—Yo cada vez qué vengo a esta casa hay pizza, pizza y más pizza—fórmula mi amiga.

Todos ríen.

—¿Me estas llamando gorda?—pregunto seria.

—Tú lo has dicho.

Le lanzo una mirada asesina.

—Ya verás perra.

Cuando terminamos, juntamos los residuos y llevo a Lyra a la habitación para dormirla.

—¿Necesitas ayuda?—susurra una voz.

Me volteo y encuentro a mi amiga.

Niego. —Ya casi se duerme.

Sigo amacandola hasta qué lentamente cierra sus ojos. Suspiro observándola, es una niña preciosa.
Me acerco y dejo un suave beso sobre su frente, luego silenciosamente me alejo.

—Sirio fue a descansar—avisa. —Y nosotros nos vamos.

—Vale.

Los saludo y los acompaño hasta la puerta.

—Nos vemos mañana—saluda Borja.

—Descansa, amiga—deja un beso en mi mejilla.

—No hagan mucho ruido, qué hay niños al otro lado—les dijo con malicia.

Borja se sonroja. Karla ríe y me saca su lengua junto su dedo del medio.

—¿Me buscabas?—dicen detrás de mi.

—Tonto, me asustaste—digo tocando mi frente.

Marco sonríe.

—Me voy a duchar.

—¿Te acompaño?—cuestiona riendo.

—No es necesario.

Marco abre su boca para decie algo, pero no se lo permito.

Me lanzo a él y lo atrapo, ambos caemos de espalda al suelo. Marco se queja pero rápidamente empieza a reir a carcajadas. Y yo también.

Me subo sobre él y lo hago callar.

—Vas a despertar a los niños—le susurro.

Deja de reir unos minutos después, nos levantamos y nos encaminamos hacia no habitación.

Me doy una ducha rápida y salgo del baño con la toalla enredada a mis costados.
Marco esta tendido sobre la cama, sin camisa ni pantalones.

—Bonito, eh—le dijo haciendo referencia al boxer rojo.

Muerdo mi labio cuando se sienta en la cama y palmea a su lado vacio, invitándome.

Me acerco a él ya cuando termino de vestirme.

Me subo a la cama en un salto y me acuesto a su lado.

Abrazo sus piernas con las mías, enredandolas y atrayendo su boca a mía. Besa mis labios suavemente y acaricia mi cintura.

—Marco—mi voz suena severa. —Te amo.

Las palabras salen de mi boca cómo si no supiera lo qué dije. Mis palmas empiezan a sudar y ansiosa espero su respuesta.

Deja mis labios y me mira.

—También te amo, Alhena—réplica acariciando mi mejilla.

Sonrío sin despegar la vista de sus ojos. Y el también lo hace.
Nos acostamos abrazados, entre risas y besos, sintiendo un zoológico en mi estómago.

Marco Asensio, ¿que me has hecho?

A L H E N A || Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora