W A S A T

1.3K 66 0
                                    

Tres semanas pasaron con exactitud desde qué le confesé a Marco qué lo amo. Y hoy puedo decir qué me siento orgullosa de ello.

Hemos estado lo más juntos qué podíamos. Pero mis exámenes y sus entrenamientos no han estado de nuestro lado últimamente.

Karla se ha mudado a un edificio qué se encuentra al lado del mio y de Borja. Con la excusa qué quiere estar más cerca mío y así ayudarla con los apuntes. ¡Puras mentiras! Lo único qué la observo hacer es entrar y salir del apartamento de Borja y luego acordarse de mí.

Fénix llamó ayer a la mañana para qué saliéramos en la tarde. A lo qué acepté y nos encontramos.
Tomamos café y nos ayudamos mutuamente con los resúmenes.
Me la pasé genial, aún que cada minuto recibía un mensaje de mi novio. Preguntándome cuando faltaba para qué volviera.

Hoy, día qué ya ni recuerdo, siento ganas de no hacer nada. Literalmente, me odio a mi misma por no levantar mi trasero del sofá.
Karla salió con su hermano, por las compras para él nuevo apartamento. Marco esta entrenando y luego tiene una pequeña reunión en lo de Isco. Borja igual.
Papá y la familia fueron a visitar a la madre de Kate.

Me tiro en él sofá, después de haber ido a buscar algo para comer y beber, y vuelvo a reproducir la serie. How to get away with murder. Esta serie me ayuda despejar mi mente. Demasiado misterio qué me confunde. Y prácticamente me esta matando.

Él sonido infernal de mi móvil empieza a chillar, asustandome. Lo agarro y leo en la pantalla «Marco»
Sin pensarlo contesto.

—Hola bebé—hablo primero.

—Hola amor, ¿que haces?

—¿Puedes creer qué Rebecca mató a Sam? Bueno, mejor dicho, fue Wes—le comento mientras sigo viendo él capítulo.

A Marco se le escapa una risa.

—¿De qué rayos hablas?—pregunta.

—No, no me hagas caso.

—¿Estas en tu casa?

—Ajam.

—Bañate, vistete y esperame—ordena.

—¿No ibas a cenar con tus compañeros?—cuestiono confundida.

—Si y vienes conmigo.

Largo un suspiro ruidoso.

—Por favor—pide. —Duermes en casa, así qué agarra algunas prendas.

—Vaaaaaale, lo qué usted diga señor Asensio—le respondo entre risas.

Me levanto y corro a mi habitación. «Te veo en un rato» dice por último y corto. Me saco la ropa y me doy una intensa ducha. Para luego salir y ponerme unos simples jeans negros, una camiseta roja y las vans.

Diez minutos después, Marco llegó por mi y nos fuimos a lo de Isco.

Al llegar nos topamos con algunos de sus compañeros y las chicas. No los conocia a todos pero recordaba sus nombres desde la vez qué ganaron la copa.

Isco y Sara se acercaron a recibirnos y me disculpé por no traer nada para aportar a la cena. Pero no había tenido ni tiempo.

Me senté junto a las chicas y empezamos a tener una conversación interesante. Hablamos de todo, me preguntaron por mismo estudios, luego cómo conoci a Marco y esas cosas.

La hora de la cena llego y todos nos sentamos a comer. Me senté al frente de Marco y al lado de Isco y Adriana.

Reímos y charlamos un montón, fue una buena noche. Hasta qué llego el momento de volver a casa.

—No sueles invitarme mucho a tu casa, ¿por qué ahora me has invitado a dormir?—pregunté curiosa.

A decir verdad, solo habia venido pocas veces a lo de Marco. Casi siempre va a mi apartamento.

—Por qué pienso qué te sientes mucho más cómoda en tu casa—dice pausadamente.

Me acerco a el y agarro sus manos.

—Estoy cómoda sea dónde este, si tu estas
conmigo—aclaré con una sonrisa.

Se acerca a mi y deposita un beso húmedo en mis labios.

—¿Cómo vas con los entrenamientos?

—Bien, nada inusual. Trabajo duro y dedicado.

Le doy una sonrisa. —No tengo duda de eso.

—¿Quieres una demostración de ello?—pregunta levantando una ceja.

Niego y largo una carcajada.

Siento sus manos alrededor de mi cintura y luego mis pies dejan de pisar el suelo. Me eleva hacia su hombros y caminar cargándome.

Comienzo a reir y a chillar qué me baje, al mismo tiempo. También carcajea.

Llega a la habitación y me deposita suavemente sobre la cama, subiendose sobre mí, deja su peso sobre sus codos.

Deja un camino de besos desde mi mandíbula hasta mi cuello y luego comienza a chupar y a morder.
Dejo largar un jadeo y sonríe sobre mi piel.
Junte el poco de fuerza qué me quedaba y lo hice girar, sentándome a horcajadas sobre él.

Sotuve su rostro en mi manos y Marco no demoró en tomar mi camiseta y sacarla por completo.
Bese sus labios y sus manos pararon en mi espalda baja, acariciándola. Me separé de él y lo mire mordiendo mi labio.

Deja de acariciar mi espalda y una de sus manos sube al broche de mi sujetador. Nuestras miradas aún siguen conectadas y sonríe a lo grande cuando logra su meta. Lanzó la prende por alguna parte de la habitación y vuelve a captar mis labios.

Enredo mis dedos sobre su cabello y tiro suavemente de el. Una de sus manos llega a uno de mis pechos y de un apretón, hace qué me queje y disfrute a la misma vez.

Repito su acción, tomo el borde de su camisa y la tiro para arriba. Levanta sus manos y me da acceso a qué pueda sacarla por completo.
Sus labios envuelven los míos y en una experta jugada, vuelvo a quedas bajo su cuerpo.
Besa mi nariz y se reincorpora un poco.

Desabrocha el botón y tira del jean, sacándolo con éxito. Sin dejar de verme, hace lo mismo en él.
Se inclinó sobre mi y volvimos a la misma posición de antes. Sentí la dureza de su miembro cuando se apoyo en mí y deje escapar un gemido.

Con rapidez sacó lo único qué me cubría, quedando totalmente expuesta a él.
Lo miro bajar sus boxers por completo y venir hacia mí. Gimo cuando sus manos se depositan al lado de mis caderas y se introduce en mí.

Comienza a golpear suave al principio, mis manos van a su hombros y rasguño un poco su espalda cuando empieza a moverme más rápido dentro de mí.

Entre besos, caricias, jadeos y maldiciones, llegamos al orgasmo. Se sintió como la primera vez, tan genial. Que lo único qué quieres hacer es tener otro uno y otra vez.

Intentando recuperar él aliento, Marco se tira a mi lado y ambos miramos hacia él techo.

—Estoy muy sudada—susurro riendo.

—También lo estoy—indica girando hacia mi.

Giro mi cabeza y encuentro sus ojos.

—¿Qué?—pregunto.

—Nada, solo qué amo mirarte—confiesa susurrando.

Vuelvo mi mirada al techo y sonrío.

—También amo mirarme.

Marco ríe de carcajada.

Se acerca y besa mi frente. —Ire a darme una ducha, ¿vienes?

Se levanta y camina hacia el baño.

—Eso ni se pregunta.

Doy un suspiro profundo y me levanto, retomando el mismo camino qué el mallorquín.

(...)

A L H E N A || Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora