Desesperación.
Ese era el sentimiento que me abarcaba en estos instantes. Mi vida es una catastrofe, tengo 15 años, se supone que debería estar divirtiendome, saliendo con mis amigos e incluso jugando, ¿no?. Pues yo no hago nada de eso.
Desde que mi primo Carlos desapareció hace 3 meses, toda mi vida se ha ido por la borda. Mi tia sufrió de esquizofrenia desde el momento en el que penso que mi tio se había deshecho de su propio hijo, cosa que es imposible. Mi madre y mi padre son trabajadores pasivos, trabajan todo el día sin descanso... y me arrastran con ellos. Mi hermano no recibe amor por nuestra parte, según el me cuenta y mi abuela esta al borde de la muerte.
Ya de por si ella estaba enferma, pero al saber de la desaparición de su nieto, casi muere de infarto. Tal noticia fue devastadora para toda la familia, hasta tal punto de que, como veis, nos ha distanciado a todos.
-Y así fue como...la princesa se reunió con el principe en su gran castillo - dije finalizando así el cuento que le contaba a mi pequeño hermano.
-Tata ¿Y no vivieron felices para siempre?- preguntó este cruzando sus brazos.
- No lo sé, no estoy muy segura de los finales felices cariño - respondí con una pequeña sonrisa.
-¿piensas en Carlitos?- preguntó mi hermanito tocando mi mejilla, por la cual caian lágrima. A él era al que siempre le contaba estos cuentos, el era el que me animaba a contarlos frente a sus amigos para así poder perder esa timidez tan absurda y, ahora, él ya no esta- No estes triste tata- dijo abrazandome.
-Tn, deberias de estar lista para ir al instituto - me regañó mi madre.
-Mamá no me siento muy bien - dije poniéndome en pie rápidamente, junto a mi hermano.
-Tonterías, deja de llorar y vístete, el autobús no tardará mucho - me respondió tomándome del brazo para que me moviese - Venga Javi, ve a ver la tele - le dijo a este. Mi hermano era más pequeño que yo, por lo tanto entraba al colegio una hora más tarde que yo.
Inmersa en mis pensamientos comence a buscar la falda de mi uniforme junto con el resto de la indumentaria.
-Hija - me llamó mi madre y yo gire a verla - Me voy ya con tu padre, cuando salgas del instituto ve al hospital y llevale la caja que hay en la cocina, por cierto, quiero que dejes bien limpia toda la casa, ¿de acuerdo? - me preguntó y yo solo asentí - Adiós hija - dijo besando mi frente.
Cuando estuve lista me miré en el espejo, una falda de cuadros negra, un jersey rojo, bajo este una blusa blanca y una corbata, opcional, por eso yo no me la ponia, unas calzas altas blancas y las sabrinas negras. Una indumentaria horrible, pero al menos hacia juego con mi pelo.
Baje a la cocina una vez estuve lista, tome mi almuerzo y lo guarde en la mochila, me despedí de mi hermano y de mi tio, tome la caja para mi abula y sali a tomar el autobús.
Una vez en este miré la caja, la abrí con sumo cuidado y me fijé en los dibujitos de su interior. Eran dibujos de mi abuela, consistían en un niño, de traje verde, en otras ocasiones con una capa, una flauta y en otra hojas habían dibujos de una sombra negra, muy tenebrosa.
Mi abuela estaba loca.
El día de instituto alabó y me dirigí al hospital, no tengo apenas amigas, por lo que mi dia no es muy emocionante. Tomé el ascensor del hospital y marque la planta 12, tardaría en llegar. Me contemplé en el espejo. Una niña de 15 años, pelirroja natural, con flequillo recto y pelo largo y ondulado, a veces. De piel blanca y ojos marrones. Nada de otro mundo, no soy muy alta pero tampoco soy enana.
-Hola abuela - dije al verla. Esta me examinó de arriba a abajo.
-Dame la caja - ordenó yo se la di.
-¿Qué tal estas? - le pregunté.
-Bien - dijo acariciando la caja - ¿Y tu primo? - preguntó con ojos brillantes.
-No se sabe nada de él - respondí triste.
Ella simplemente se tumbo de nuevo y se limpió una lagrima.
-No me dejes abuela por favor - le pedí a punto de llorar. Pasaba de mi como si nada - ¿Por qué pasas de mi? - le pregunté sollozando.
-No me iré hasta que tu primo no se despida de mi, yo se que volverá - respondió- Y eso es por que tu no crees, el creía, tu no tienes vida en tu interior, el era pura creencia - dijo tanjante.
-No te entiendo - dije tomando mi mochila y limpiando el rastro de lagrimas- ¿No se como esperas que vuelva? - pregunté dejándole las cartas de mis padres sobre la mesa.
-Tu le traeras, pero pagarás por ello un alto precio, más no todo favor es inrecompensado - respondió mirando esos extraños dibujos.
-¿De qué hablas abuela? - le pregunté incrédula, pero no me hizo caso - No se de que hablas, pero te aseguro que si tuviese oportunidad de traer a Carlos de nuevo, lo haria sin importar el precio - afirme casi saliendo de allí.
-Espero que así sea - respondió sonriente - El esta deseando que tu llegues para que Carlos vuelva - dijo y yo me giré con los ojos como platos.
-¿Quién? ¿abuela de qué hablas? ¿Sabes quién tiene a Carlos? - pregunte esperanzada y asustada.
-Vete - dijo haciendo ademan con su mano.
Pues nada, al llegar del hospital llore, como siempre. Siempre es igual, el tiene fe, tu no, el cree, tu no... ¿Fe en qué? ¿En los cuentos? ¿En las historias de piratas? Con tanto pensamiento un plato se cayó al suelo, provocando asi un gran extruendo. Estaba sola y ya eran las 23:30 h de la noche!.
Dejé la cena sobre la mesa y me dirigi a mi cuarto, no sin antes haber recogido todo el desorden.
Me puse mi pijama, unos pantalones cortos negros con el borde rosa y bolsillos señalados en rosa y una camiseta de manga corta negra, que mostraba mi ombligo, también llevaba un corazon en el centro.
Me tumbé en la cama y sin darme cuenta, me quedé dormida.
-¡Eres un desastre! - me gritó mi madre, despertandome al momento - ¿Como se te ocurre romper un plato de tal bajilla? - me gritó tomándome del brazo.
-¡Lo siento! - grité - Fue un accidente - me excuse
-Mañana verás - gruño antes de salir de la habitación, dando un portazo.
Comencé a llorar, a llorar sin parar, ¿por que te fuiste Carlos?, antes nada era así.
Me levanté tomando mi mochila, la vacie de libros y cosas así y en ella introduje un short, unos leggins, un pull gris y dos camisetas. La cerré y en el bolsillo lateral de la mochila guardé mi movil, era un bolsillo abierto, con cual debia de tener cuidado. El móvil no es que fuera gran cosa, era de estos que se apagaban y encendian con solo levantar la tapa, 10 euros como mucho. Me puse mis convers y mire la ventana. Las frias calles de Londres estaban desiertas, ni siquiera un perro vagabundeaba por ella ...
Me senté en la cama y volví a llorar, ¿a quién pretendo engañar? No tengo valor para fugarme
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Escondido de la realidad (peter pan y tu)
FanfictionUna niña, con un papel de adulta. Toda una familia destrozada por la repentina desaparición de uno de sus miembros, ¿qué hace ella? Abarca con todos esos sentimientos. Quiere que todo sea como antes, pero todo tiene un precio, o eso dice su abuela...