2.- Ataque Silencioso

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Era de día, Kale se levantó más temprano que de costumbre, y eso lo dejaba con un mal sabor matutino, pues tenía el día libre y no quería andar por ahí sin nada que hacer. Llevaba tres días en la aldea Alf, haciendo cosas de poco esfuerzo. Lavar los establos y los caballos, regar las plantas cada mañana, ayudar en la cocina, aunque eso no era lo suyo, entre otro par de cosas.

Salió de la dormitorio en que se encontraba, y vio que no era el único levantado, Dennet y Demise estaban en la Torre de Vigilancia, una enorme estructura cilíndrica de bloques piedra y arcilla con antorchas cuya llama era azulada.

Sin dudar mucho, Kale se acercó hasta los dos elfos, los cuales llevaban el mismo estilo vestimenta, pero de color azul en lugar de verde. Kale les había visto llevar mucho colores, hasta el marrón, y se preguntaba cuantos tenían.

Cuando por fin se acercó se introdujo en la puerta que tenía la torre, la cual lo llevaba hasta una larga escalera a mano de madera. "A subir por aquí", pensó Kale, suspirando y agarrándose con algo de rabia. Habiendo ascensores en Mecadria, ¿por qué los elfos debían vivir como plebeyos? "Me agradaría saberlo", pensó Kale, mientras subía la larga escalera.

Al llegar, que le pareció una eternidad, encontró a Dennet con un telescopio mirando más allá de la aldea. Mientras tanto, Demise miraba a Kale llegar de la larga subida de escaleras.

-Hola, Kale -dice Demise saludando con mano.

-Hola, Demise -responde Kale con una sonrisa para disimular el cansancio.

Demise se había hecho muy buena compañera de Kale, en lo que respecta a ayudarlo en la aldea a hacer sus labores. En cambio Dennet era algo... difícil de entender para Kale. Tenían muchas diferencias de gusto, de pensar, de todo en sí.

-Hola, Dennet -dijo Kale, algo brusco a ver si Dennet le daba al menos el saludo.

-Hola -dijo sin quitar el ojo del telescopio. Kale en esos momentos sentía las ganas de empujar a Dennet, pero no quería tener mala reputación tan rápido. Además, sus ganas no eran tan fuertes como para empujarlo... o quizás sí. "Tentador", pensó Kale caminando hasta uno de los extremos de la torre.

Kale dirigió su mirada hasta fuera de la torre y admiró el enorme tamaño de la aldea. Habían unas diez casas  en la posición de las sillas de la mesa que había en la casa del Patriarca, 4 a los lados y una en cada punta. "Curioso, muy curioso", pensó Kale mirando detenidamente las casas, con la intención de encontrar algo.

-Oye, Demise -le llamó Kale, y está estaba en el telescopio y Dennet, bueno... se había largado. 

-Sí, dime -respondió Demise a su llamado apartando la mirada del telescopio. 

-¿Por qué los dormitorios de las aldeas están ordenadas del mismo modo que la mesa de la casa del Patriarca? -pregunta Kale señalando de manera representativa las casas de las aldeas.

-Ah, eso -exclama Demise volviendo a poner el ojo en el telescopio-. Bueno, veras cada casa tiene un representante, y cada representante tiene uno o dos Aprendices. Además, dichos representantes se reúnen para discutir sobre los futuros planes de la aldea y bla, bla, bla. 

-Parece que no eres de mucho hablar -inquirió Kale de manera sarcástica. 

-En realidad solo digo lo necesario, no todo lo que se me ordena -vuelve a replicar ella. 

-¿Así qué le puedes sacar información a alguien y contar lo qué te combine? -pregunta Kale, intrigado. Lo cierto es que ella era muy apuesta y si quería podía hacer eso.

-Sí, podría -respondió ella sin vacilar-. Siempre y cuando me convenga. 

-Bueno no sé por qué me sorprende. 

El Legado Divino #PHAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora