4.- Una noche de Ángeles y Demonios 1/3

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Estaba en shock. Todo el ambiente se tornó oscuro, y eso era por la luna más que por la muerte del Patriarca, al cual la sangre salía a chorros del cuello. Por un momento, los elfos parecieron sentir lo mismo que Dennet al presenciar y sentir la muerte del Patriarca. Era como las hormigas sentían la muerte de la reina.

Del hombre detrás del Patriarca salía una energía de color rojo, con pequeñas partículas brillantes de un color negro. Además, se podía oír una carcajada de regocijo y satisfacción.

Enfurecido, Dennet corrió hasta el hombre blandiendo la espada, la cual resplandecía en una luz blanquecina.

-¡Dennet espera! -era Kale, agarrando la pierna de Dennet para tratar de detenerlo, aunque de nada sirvió, pues este se soltó fácilmente.

Cuando llegó hasta el hombre, Dennet lanzó un ataque hacia él. Sin embargo, este esquivó su ataque con una facilidad que resultaba elegante. Dennet soltó una maldición mientras recuperaba la compostura.

-¿Quién eres? -preguntó Dennet, mientras apretaba la espada.

-Cuando llegue su momento lo diré -el hombre miró con de desprecio, demostrando, de manera arrogante, superioridad.

- ¡Lo quiero ahora! -exigió, aunque su voz se rompió cuando grito

-Vaya muchacho más insistente -dijo el hombre, mirando a Dennet con la misma superioridad y sus ojos brillando en un rojo penetrante y mortífero.

Dennet lo observó y recordó algo que le dijo una vez el Patriarca a él: «Hay un hombre que solo sentir su presencia aterra. Yo te sugiero, no, te pido que nunca intentes hacer algo que vaya contra sus macabros ideales»

El hombre miró de arriba abajo a Dennet y luego se dio media vuelta, dirigiéndose al bosque.

- ¡Espera! -llamó Dennet.

-¿Ahora qué demonios quieres? -inquirió el hombre ya harto de las insistente y atormentantes palabras de Dennet.

-Eres Vlad, ¿cierto?

-¿Quién te cómo me llamo? -preguntó Vlad sorprendido.

-Cuando llegue el momento lo diré.

Vlad pareció sonreír de manera sarcástica y sorprendida. Éste se dio media vuelta y se encamino al oscuro bosque, iluminado únicamente por la luz de las estrellas, pues la luna estaba sumida en la oscuridad de la noche misma, resaltando, sólo, el aura que la rodeaba.

Dennet sentía la necesidad de seguir hablando con ese hombre, con Vlad. "Algo en él me resulta enigmático", pensó mientras recobraba el pensamiento que tenía originalmente, buscar al Patriarca.

Se puso a buscar el cuerpo para enterrarlo con la dignidad que merecía, aunque nunca localizó tal cuerpo.

****

Todavía pasaba el recuerdo del dracoveelo golpeado su cabeza, y aún más recuerda el dolor que le dio al recibir dicho golpe. El sabor a sangre en la boca seguía ahí, en su boca, dándole unas ganas de vomitar.

Puso la mano sobre su cabeza tratando de sobarla, ya que el dolor no la dejaba pararse. Se fue acomodando lentamente, moviéndose por el colchón en dónde estaba.

Miró a sus alrededores, con los ojos segados. "¿Cuánto llevo dormida?", pensó mientras posaba la cabeza de manera que no le doliera. Su ropa estaba sucia y ensangrentada.

Tenía sangre seca dentro de las uñas, y también tenía sangre seca en su cuello, manos y llegando casi al pecho.

"Un baño no vendría mal en estos momentos", se dijo mientras se ponía de pie, aunque se fue hacia un lado. Su cuerpo estaba débil, ¿cómo no iba a estarlo si ella llevaba quién sabe tiempo dormida?

El Legado Divino #PHAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora