7.- El alba

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Se veía, se apreciaba, aquellos rayos de luz que simbolizaban un nuevo inicio, un nuevo día. El alba adornaba el cielo, con una combinada paleta de colores azules, naranja, amarillo y blanco.

Las labores diarias habían empezado temprano, desde hace una semana. 

Demise estaba en la zona de siembra, sembrando un par de hierbas medicinales, frutales y verduras, y regando con esencia mágica otras, en proceso de crecimiento.

Estuvo recordando, mientras hacía sus labores, cómo estuvo actuando su hermano, Dennet, se le veía callado, pensante, intrigante, como un lobo solitario.

De manera instintiva lo buscó, encontrandolo. Éste llevaba un jubón color plata, y una camisa y pantalones de lana blanca. Tenía el rostro serio, con el ceño fruncido, y sin embargo, no parecía molesto, sencillamente parecía inexpresivo.

Demise terminó rápidamente lo que hacía y se dirigió a su hermano, con la esperanza de saber que le sucedía.

Conforme se acercaba notaba como tenía su ada'am, Flebas, invocada. Dennet la tenía agarrada, no, más bien parecía que la tenía como una extremidad más de su cuerpo, pues la firmeza con la que la sostenía daba esa impresión.

Demise tragó algo de saliva antes de hablar:

-Hola, hermano -saludó, pero éste la ignoró, limitándose sólo a mantener su mente en sus pensamientos-. Pensaba que tal vez podríamos ir a compartir un tiempo juntos, como hermanos, igual que en nuestra niñez.

Esto pareció llamar su atención, ya que Dennet le dirigió la mirada y se levantó, no sin antes clavar su espada en el suelo pantanoso por las lluvias recientes. Sin embargo, cada movimiento que hacia era monótono.

Cambió su fría expresión por una más sonriente, pero eso no quitaba el hecho de que se veía serio. Luego éste puso sus manos en los hombros de su hermana, mirando a ésta directo a los ojos.

-Me encantaría, hermana, pero tengo asuntos de los que ocuparme -hizo una pausa esperando conseguir las palabras correctas-. Recuerda que mis premoniciones no se deben tomar a la ligera.

Demise había olvidado eso. Su hermano había sido bautizado por el Oráculo cuando nació, así que él poseía algo de su poder.

-Entiendo. -dijo Demise con voz queda y la cabeza baja-. Pero podríamos otro...

-¡He dicho que no! -gritó Dennet, interrumpiendo a Demise y mostrando una furiosa expresión. Ella sabía que estaba bajo presión, ser líder no era fácil. Sin embargo, en sus ojos se veía algo oculto, una pequeña cosa que no le había contado.

Tomó sus cosas y se retiró del lugar, notando cómo muchos los observaban de diferentes  maneras. Algunos sorprendidos, otros intrigados, y unos pocos una expresión vacía, a pesar de poseer una mueca en el rostro.

De camino a su hogar, se encontró con Kale entrenando con un elfo que ella no conocía. Éste era joven, más que ella y Kale, y a pesar de eso el elfo no problemas para bloquear y defenderse de los ataques del muchacho.

En un descuido Kale, fue pateado por el elfo para hacerlo caer, pero éste en un ágil movimiento se incorporó, bloqueando un ataque del elfo por muchas suerte.

Ambas ada'am brillaban de un modo vibrante, hipnotizante para los ojos de Demise. Se sentó en un banco, sobre todo lo que estuvo pasando y aconteciendo estos últimos días en el Asentamiento.

Recordó cuando Dennet tenia esa expresión aquella mañana, una que parecía temerosa, y el temor se pasó a ella cuando su hermano contó a su gente que Kale había sido atacado por un Demonio, mientras éste hacia guardia. Aquellos seres eran difíciles de no encontrarse por estas cercanía. Después de todo, están casi al lado del Bosque Oscuro.

El Legado Divino #PHAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora