1.- El Diario y la Marca

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El único recuerdo en su mente era: una caída desde una cascada, siendo arrastrado por un río, un golpe en la cabeza... y hasta ahí llegan sus recuerdos; nada antes, nada después. Kale estaba acostado en un colchón de paja sobre una base de madera de roble. 

Cuando intento moverse, un punzante dolor recorrió desde su cadera hasta su cuello, exactamente, en su nuca. Instintivamente, intento tocar su cuello con la mano tratando de calmar el dolor, pero el problema era que le dolía todo el cuerpo. 

Apenas movió unos centímetros el brazo y un dolor le llego del hombro hasta el codo. Y mientras hacía un mueca de dolor, le dolió el rostro. Ignorando el dolor, se llevó su otra mano a la cara y pudo sentir una suave tela, vendajes. Parecía, por el dolor de todo su cuerpo, que hubiese sido pateado por varios caballos a la vez, aunque lo único que recuerda indica que esa no era la causa.

Quitó la mano que tenia en el cuello y en el rostro, y se sentó, entre alaridos de dolor, pero se sentó. Lo primero que hizo fue ver el lugar en el que estaba, tenia a su lado derecho una meza de noche con una vela que iluminaba bastante del lugar en el que estaba, también había un libro encuadernado en cuero marrón. Delante de él había una chimenea de ladrillos, la cual estaba llameando con un fuego incandescente.

Además, el lugar en el que estaba lo hicieron con madera de roble. La "cabaña", si se le puede decir de ese modo, estaba iluminada con unas cuantas antorchas en cada lado. Había un puerta a la izquierda de Kale había una puerta de madera.

Puso sus manos sobre sus piernas y, después de un rato, escucho como algo rechinaba, la puerta estaba abriéndose. Al abrirse de par en par la puerta, entró una chica, una elfa en realidad. Era alta, de piel clara, ojos redondos y brillantes como perlas, cabellos igual de claros, aunque un poco más oscuros. Además, tenía las orejas puntiagudas con un zarcillo de plata circular alrededor de su oreja. También tenía un cuerpo esbelto.

Las ropas que llevaba eran en sí una combinación de distintas tonalidades de verde; una chaleco verde oscuro y una camisa hasta las muñecas de un verde hoja. Tenia, además, unas botas de cuero.

La elfa lo miró y dejó salir una pequeña sonrisa.

-Así que despertaste -dijo la elfa, con la sonrisa aún.

-¿Quién eres? -preguntó Kale, confundido por la presencia de aquella elfa y su estadía en aquella "cabaña".

-Bueno, yo soy Demise -dice la elfa, sin dejar su sonrisa.

-¿Demise? -repite Kale en voz baja, poniendo cara pensativa. "Siento haber escuchado ese nombre antes", pensó, poniendo su mano en su barbilla a modo pensativo.

-¿Pasa algo? -dice una segunda voz proveniente de la puerto, la cual había sido abierta y Kale ni cuenta se había dado.

Dirigió la mirada hacia donde provenía la voz. Vio a un elfo igual que Demise, pero con el pelo algo más oscuro, al igual que los ojos. Sin embargo, la ropa era exactamente igual, con única diferencia de llevaba una collar verde parecido a una placa. En él había el dibujo de espada plateada con gran variedad de detalles difíciles de distinguir por el tamaño del colgante. Él le miró cuando noto que estaba despierto.

-Oh, con que despertaste-  -dice el elfo, alzando una ceja de manera que parecía dudar de lo que veía.

-¿Quién es él? -preguntó Kale, señalando al elfo con el dedo mientras miraba a Demise, que había quitado su sonrisa y solo se limito a poner cara seria.

-Dos cosas -empezó a hablar el elfo acercándose a Kale-, uno es de mala educación señalar a las personas que no conoces -dice apartando el dedo de Kale de su dirección-. Y la segunda me llamó Dennet.
-Ok... Pues, ¿quién sigue, Dilan? -dice Kale con un tono un tanto sarcástico. "Todos por la "D"", pensó Kale, soltando una risita.

El Legado Divino #PHAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora