6.- Una noche de Ángeles y Demonios 3/3

3 0 0
                                    

Un sonoro y constante choque metálico resonaba en todo el bosque, y era extraño dicho sonido; a veces era hueco, otras grave, y en ocasiones, era como si chocaran palos de madera entre sí. Acompañando el combate, un pestilente olor se desprendía por el ambiente. Era difícil saber si probenia de los seres o era alguna cosa externa.

Debía hacer algo para evitar aquellos seres amorfos lo mataran. Tenían las ada'am invocadas al igual que Kale, sin embargo, las de los seres estaban llenas de sangre, sangre suya.

-¿Quiénes son? -preguntó Kale, tambaleante por unos cortes en su hombro y espalda, además de tener el cuerpo calado por el frío.

Los seres intercambiaron miradas y luego el puro hueso pronunció:

-Yo soy Draveel, Archidemonio Guardián del Castillo del Averno -una sonrisa macabra se dibujaba en su esquelético rostro.

-Y yo soy Eri'ak -dijo el otro-, Rubí Guardián del Castillo del Averno.

Kale sabía quiénes eran, no por el hecho de que se lo dijeran, sino porque recordó algo que leyó en la biblioteca de Alf. Ellos dos eran Demonios, y de los más poderosos, y al parecer de los más feos.

Los Demonios mostraban una sonrisa enfermiza y maquiavélica, aunque al puro hueso se le visualizaba más aterradora y perturbante que al otro. Kale tenía los dientes apretados, y las manos sobre la empuñadura de su arma.

Su respiración acelerada, y entrecoratada en ocasiones, era señal de que se le agotaban las energías. Y para él eso era malo, porque, además, perdía mucha sangre.

Y no fue sino al tiempo que recordó una cosa, algo que pasó por alto. Los superviventes no despertaban. ¿Los habrían asesinado o envenenado? No lo sabía y la sola idea lo inquietaba. Kale apretó mucho más los dientes al pensar que le hayan hecho algo, no solo a Demise, sino a todos los elfos y hadas.

Puede que no hayan sido los más cordiales con él cuando estuvo en Alf, pero eso no significa que no sienta ira por el mal que le hagan a ellos.

Kale volvió a activar, de algún modo, su sangre demoniaca. Su Marca resplandecia en su característico color rojo carmesí. Esto hizo que sus heridas sanaran y que le diera una oportunidad de ataque. Y en un movimiento inconsciente, se lanzó a atacar a Draveel.

Éste desvió el ataque, pero Kale dio otro corte de manera veloz, llegando al costado izquierdo del ser, rebanando y triturando hueso, carne y metal, saliendo del corte una escarchada sangre negra.

El Archidemonio dio un grito de agonía bastante irritante y ensordecedor, sonando como quiquiriqeo de un gallo y el chillido de un cerdo juntos. Kale ignoró esto y dio otro tajo en el brazo derecho del ser, saliendo así más sangre negra, salpicando en su rostro y llegando a su boca dejando un amargo y desagradable sabor en ésta.

Eri'ak fue a la ayuda de su amigo, pero para cuando llegó, Kale le enterró la espada en el pecho, salpicando más sangre en su rostro y algo del pecho. Eri'ak gritó de la misma desagradable e irritante manera que su compañero, pero Kale no le dio la menor importancia. Su ira seguía avivandose.

-¡No dejaré que me maten ustedes dos, desagradables criaturas! -gritó Kale con furia sacando la espada del pecho del ser, luego dando otro tajo en la pierna y por último una patada en la otra, sacándole más sangre y haciéndolo caer.

Apartándose de los cuerpos, Kale observó lo que había hecho, pero algo le decía que no había acabado. Y para su desagrado así fue. Ambos seres se pusieron de pie como si nada les hubiese pasado, y esto se debía a que sus heridas habían sanado, aunque la sangre seguía en el suelo.

El Legado Divino #PHAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora