Capítulo 1.

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Zed.


Ya habían pasado varias semanas desde que los Zombies fuimos integrados en Seabrook. Era maravilloso ver como los humanos se relacionaban con ellos, la satisfacción de ver a dos seres distintos que una vez fueron enemigos tratándose como si se conocieran de toda la vida. Sinceramente, nos sentíamos como humanos.

-¡Zed!- Exclamó una dulce y pequeña voz procedente del pasillo. Fije la vista casi inmediatamente en la puerta, qué, se abrió de par en par, dejando entrar a un pequeño cachorro mojado y con espuma en la cabellera. Este saltó a mi cama y siguió su camino hasta terminar en mi regazo, cosa que me hizo reír bastante. Poco después llegó mi hermana. Estaba cubierta de espuma y tenía un cepillo en la mano derecha, tenía las botas de lluvia amarillo chillón y el delantal de papá. El verla vestida de esa manera hizo que explotara en carcajadas.

-Puppy, ¡Eso está mal!- Exclamó mientras se acercaba.

-¿Le estabas dando un baño?- Pregunté. Aunque la respuesta era obvia. Zoey asintió y estiró los brazos hasta el cachorro para sujetarlo y abrazarlo.

-Le estaba. Es la tercera vez que lo intento y no para de escaparse.- Refunfuña frunciendo el ceño y haciendo un puchero encantador. Yo le sonreí amigablemente y acaricié la cabezita empapada del animal. De el perrito, claramente. Éste aprovechando la ocasión lamió mi mano dejando un caminl de babas por la palma a lo cual respondí con un gesto facial bastante claro.

-Ugh. ¿También lo bañaste por dentro o que, Zoey?- Pregunté mientras limpiaba mi mano en la sabana de la cama.

-¡Pues claro que no! Es solo que el se come la espuma.- Argumenta mientras voltea al animal con tal de que la mire.
-Eres un perrito malo, Puppy.- Prosiguió. El cachorro dejó ir un pequeño e inocente gemido qué sin duda dejó enternecida a Zoey, quién se sintió culpable y abrazó al pequeño.

-No llores, Puppy. Yo te quiero.- Dice con una voz dulce. Sin darme cuenta ya estaba con esa media sonrisa de estúpido otra vez. Mi hermana era la razón.

-¿Ya no quieres a tu perrito? Me remplazaste.- Dije con un puchero en el rostro de niño pequeño. Zoey me miró y sonriendo acarició mi cabeza suavemente.

-Claro que no, Zed. Tu siempre serás mi preferido.- Dijo y yo fingí un ladrido como solía hacer antes. El perrito también me siguió, creyendo que yo era un perro. Saltó de los brazos de mi hermana y imitó mis pasos.

-Puppy, Zed. ¡Al baño!- Ordenó mi hermana y asintiendo empecé a gatear detrás de ella dando ladridos junto con Puppy por toda la casa en dirección al baño. Una vez ahí abro los ojos como platos al ver una gran caldera con agua u burbujas por la superficie, varios jabones por el suelo y espuma por gran parte del baño, incluso en las paredes.

-¿Seguro que solo escapa porqué lo intentas bañar o intentas cocinarlo?- Dije bromeando mientras soltaba una carcajada. Zoey se encogió de hombros y se acercó a la caldera.

-Esque sino se escapa de la bañera.- Empieza a explicarse mientras toma una jarra llena de agua.

-Pero ahora... ¡A bañarse!- Zoey me toma vompletamente desprevenido cuando me lanza el agua que estaba en la jarra. Empapandome casi por completo. La miro unos segundos antes de expulsar un chorro de agua por la boca, tipico de caricaturas animadas y entrecerrar los ojos. Poco después Puppy se sacudió de la poca agua que le había caído, tomó la toalla con sus dientecitos y empezó a correr por toda la casa.

-¡Hey!, ¡Devuelveme eso!- Grité y fui detrás de el. Estuve tan concentrado en mi objetivo, que se me olvidó que estaba corriendo a cuatro patas.

-¡Zed, no te escapes!- Exclamó mi hermana desde el cuarto de baño y empezó a corren detrás de mi. El cachorro tenía mucha energia ya que no paraba de correr, agacharse, esquivarme y gruñirme. Todo sin soltar la toalla.

-¡Puppy, dame eso!- Ordené, sabiendo de sobra que no iba a obedecerme. Seguía corriendo, saltando y ladrando. Ya me sentía como un perro. Zoey se cansó de seguirnos y se detuvo justo delante de la puerta.

-¡Zed, Puppy!- Gritó nuevamente pero fue interrumpida por el timbre. Alguien estaba llamando a la puerta, pero como ya dije, estaba muy concentrado en esa toalla. Zoey se acercó a la puerta y la abrió un poco. Tras reconocer a la persona, sonríe y abre la puerta completamemte.

-Hola, Zoey. ¿Puedo pasar?- Preguntó una dulce, cálida y melodiosa voz. Reconocible a kilómetros.

-Si, adelante.- Dijo mi hermana sonriente. Para cuando ella entró, yo me hallaba frente a ambas con un extremo de la toalla en la boca y puppy con el otro extremo. Ambos estirábamos y gruñiamos. Una escena muy extraña aunque cómica.

-Suelta.- Decía casi ininteligible. La toalla ocupaba gran parte de mi boca, lo que me hacía no poder articular bien las palabras. Era como si hubiera una H intercalada entre la S y la U.

-Si buscas a mi hermano. Ahí está.- Dice mi hermana mientras dejaba paso a la chica que menos esperaba ver en este lugar. Lentamente alcé la vista y empezando desde sus zapatos, pasé a su uniforme, su cabello y por último terminé en sus hermosos ojos verdosos. Quedé sin habla, tal que hasta terminé con la boca abierta.

-Addison...- Dije con una voz algo temblorosa. No por miedo, sino... Sin habla. Fue como una improvisación.

-Hola, Zed. Ahm... ¿Estás ocupado?- Preguntó mientras miraba al cachorro y a mi. Claramente refiriéndose a la escena de recién. Inmediatamente me levanté y sacudí mi ropa a la vez que aclaraba mi garganta.
-No, claro que no.- Dije intentando parecer serio. Ella esbozó una sonrisa y permaneció en la puerta.
-¡Genial!, ¿Vamos a dar una vuelta?- Preguntó, señalando la puerta con un pequeño gesto de la cabeza. Yo asentí pero cuando iba a dar un paso hacía ella me percato de que estaba ayudando a mi hermana, lo que me hizo detenerme.
-Me encantaría, lo sabes pero... Estaba ayudando a Zoey a bañar a Puppy y...- Antes de que pudiese terminar Zoey me interrumpe haciendo un sonido con la boca, ordenando claramente que me callara.
-No te preocupes. Mejor en otra ocasión.- Ella se acercó a mi y poco después el perrito se hizo presente con la toalla aún en la boca. Zoey se agachó y la tomo para después darmela. -Secate y se un buen chico con ella, Zed.- Ordenó sonriente. Yo al igual esbocé una sonrisa y mediante un ladrido le confirmo que lo haré.
-Si, mi ama.- Dije y le dí un pequeño abrazo para después acercarme a Addison, quién sonreía ante la situación. Secándome con la toalla, atravesé la puerta dejándola a ella atrás. Addison se acercó a Zoey y se agachó un poco para estar a su altura.
-Mañana hay entrenamiento de porristas, no faltes.- Addison le guiñó un ojo sonriente a lo cual Zoey respondió de la misma manera, esta vez, copiando mi pose de "seductor."

-No lo haré.- Dijo mi hermana mientras empezaba a caminar rumbo a su habitación. Addison soltó una ligera carcajada, salió de la casa y cerró la puerta. Yo estaba secandome el cabello con torpeza y empecé a sacudir la cabeza cuál perro. Hoy había comenzado el dia con la pata en vez de con el pie.

-Te ayudo, ¿Cachorrito?- Preguntó con voz tierna Addison acercándose. Inmediatamente volteé a verla y asentí como un niño para después ladrar como un perro. Ella rió, con esa gracia y sonrisa que me atraían tanto. Era hipnótico, su sonrisa, su mirada, todo en ella. Yo seguía mirándola mientras ella me secaba el cabello, su mirada encontró la mía y por un segundo sentí todo mi alrededor desaparecer. Acaricié suavemente su mejilla y me acerqué lentamente a su rostro para...
-¡Zed!- Genial, que inoportuno. Por el susto me alejé unos pasos de ella y busqué con la mirada al emisor, a quién no tardé en reconocer. Addison fijó la vista en la persona y sonrió de oreja a oreja, alzando su brazo para saludar. ¿Todo me toma por sorpresa hoy o que?
-¡Hey, Eliza!- Grité de igual manera devolviéndole el saludo. Ella sonrió y una vez cerca, detiene su paso justo delante de nosotros.
-¿Que hacían?- Preguntó. Miré a ambas chicas, comenzando por Addison. Se le veía la iniciativa de que iba a hablar.-Íbamos a dar una vuelta, ¿Quieres venir?- Sinceramente, quedé algo impactado por sus palabras. Quería pasar un rato a solas con ella pero bueno, un poco de compañía amistosa no viene mal. Quizás en otra ocasión. -¡Claro!- Exclamó sonriente y se situó a mi par. Poco después empezamos a caminar hacia algún lugar. Este día empezaba genial.

Z-O-M-B-I-E-S. (ZØℳβIΞS!)   τhє νιгυs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora