Capítulo uno: San Olvidadín

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Luke

Flashback

Hace 3 años

Primer día en el nuevo y endemoniado colegio. Malditos sean estos adolescentes millonarios. Mucho dinero, y ya se creen Dios.

Sólo deseo una maldita vida normal... (no estoy despreciando la mía, solo que desearía ser un poco más... Corriente.) Pero no. Me tocó ser hijo de uno de los más grandes empresarios hoteleros.
A veces, solo quisiera despertar y ver que todo es un sueño. Que vivo como un adolescente normal, en una casa común, no en mansión; Con una cocina normal, sin cocineros que preparen un bufette, una vida no tan cargada de excesos, sin lujos innecesarios ni nada del estilo.

Y lo más importante, una madre normal que no esté todo el día pegada al teléfono, y un padre normal que no quiera estar tratando de ofrecerme como papitas a las mujeres para un arreglo matrimonial por conveniencia.

Ya llegando a la puerta puedo observar un raro pero muy gracioso cartel que reza:

"♥La Cabina de Besos Gratis♥"

Es lo más ridículo que he visto. Seguro las protagonistas de este invento serán de esas que en su futuro son unas completas...
«¿Cómo decirlo sin que suene ofensivo...? ¿Perras?» Pienso.
¿Hay otra manera de decirlo, expresando lo que realmente quiero decir?

Entro a la escuela y hay unos treinta niños e incontables chicos grandes como yo haciendo fila para que las chicas les den un beso.

Es cierto, qué tonto que soy. Es época de San Valentín. Odio esta fecha, siempre la paso solo. Ni con mi madre o amigos puedo estar.

Paso y sin querer choco con una chica que lleva una cajita, ocasionando que se le caiga todo.

─Dios, lo lamento tanto. Déjame, te ayudo. ─Digo agachándome para ayudarla a guardar.

─No importa, fue un accidente, no hace falta. Puedo yo sola... ─Musita por lo bajo, mirando a los objetos en el suelo.

─Deja que te ayude, por favor. ─Le suplico, mirándola fijamente, aunque ella no me mira a mi.

─Está bien... ─La ayudo a levantar las cosas y entonces noto que son como cinco lápices labiales. Esta chica es de la cabina, estoy seguro.

─Oye, ¿tú eres de la cabina?

─Ehm... Si... Bu-bueno, no... Bueno, si... Ay, n-no sé. ─Tartamudea, evidentemente nerviosa.

─Bueno, entonces supongamos que si pero no. ─Digo riendo.

─Mejor así, no me gustaría que me vieras como una regalada...─Suspira de alivio, pero luego se tensa. ─Digo, no es que me importe tu opinión... ─Ríe, pero entonces empieza a ponerse nerviosa. ─No, no quise decir eso... E-es que...─Suspira pesadamente y se sonroja. Qué tierna.─Estoy ahí, si, pero no para besar. Yo soy la que trae las cosas que Yvanna, la presidente del centro estudiantil, pide. Es la única manera de conseguir cinco puntos más en artística sin tener que limpiar el gimnasio de los jugadores de Baseball. ─Dice y destaco que ella asiste al mismo bachillerato que yo elegí.

─Oh, ¿así que estás en artística?

─Si, es lo que elegí... ─Dice un poco sonrojada, aún mirando al suelo.

─Entonces, estamos juntos. ─Le doy mi mejor sonrisa y ella me mira extrañada.

─¿Ah, sí? Uhm, nunca te vi aquí. ¿Eres nuevo?

─Si. Ciertamente llegué hoy, y bueno... Es algo raro el primero día ver las típicas celebraciones de san olvidadín...

─¿Olvidadín? ─Responde ella, divertida y confundida.

─Si, se olvida de los feos y solitarios...─Murmuro con fingida frustración.

─Ah, vaya... ─Carcajea ella, dándome el placer de escuchar su suave risa.

─Soy Luke, ¿y tú?

─Winnie... Bueno, Winter, pero me dicen Winnie, ya que el otro es más largo, y aparte dicen que soy como Winnie Pooh... No sé realmente por qué. Lo relacionan con el invierno algunos porque eso significa mi nombre en español y... Ugh, qué tonterías digo...─Dice ella, nerviosa, lo cual me hace sospechar que sus nervios le causan verborragias.

Sip, soy muy observador.

─Bueno, si tu nombre es invierno en inglés, el mío sería Lucas en español, creo.

─Ah, como mi hermano... ─Sonríe.

─¿Tienes un hermano que se llama Lucas?

─Si, es ese. ─Lo apunta con el dedo. ─Es el típico presumido que tiene a todas las chicas babeando por él.

─Vaya... ¡Qué guapo tu hermano! ─Le digo con voz aguda, ocasionando que ría.

─Si, lo sé, es lo típi...─Comenta ella, pero la interrumpe una voz chillona. ─

─¡Winter, mis labiales! ─Grita quien, supongo yo, es Yvanna.

─Ya debo irme... Un gusto, Luke. ─Suspira y musita aquello, mirándome por primera vez a los ojos.

«Dios...»

─Igualmente, Winnie.─Digo, aún anonadado por la belleza de esos ojos ámbar.

Entonces me permito observarla al irse, notando que ella va vestida con una simple blusa rosada, jeans y unos zapatos bajos. Lleva su lindo cabello castaño suelto y un pañuelo blanco como vincha.

«Es una niña, pero bueno, se ve genial.»

Espera, ¿qué?

«¡Luke, debe tener como trece años! ¡No puede gustarte! ¡Pedófilo!»

... El corazón nunca ha sido el más obediente y manso.

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